martes, 26 de enero de 2010

Amanecer: Cap.5 Isla Esme

5. ISLA ESME

“Houston?” Pregunté, levantando mis cejas cuando llegamos a la puerta en Seattle.
“Es sólo una parada en el camino” me aseguró Edward con una sonrisa.
Sentí que apenas había dormido cuando me levantó. Me sentía aturdida mientras él me dirigía entre las terminales, luchando con recordar como abrir mis ojos después de pestañear. Me tomó unos minutos darme cuenta de lo que sucedía cuando paramos en el mostrador internacional para documentar para el siguiente vuelo.
“Rio de Janeiro?” pregunté con un poco más de emoción.
“Otra parada” me dijo.
El vuelo a Sudamérica fue largo pero confortante en el amplio asiento de primera clase, con los brazos de Edward alrededor mío. Me despabilé y enderecé inusualmente alerta mientras nos acercábamos al aeropuerto, con la luz del atardecer atravesando las ventanas del avión.
No nos quedamos en el aeropuerto para hacer otra conexión como yo había supuesto. En lugar de eso, tomamos un taxi para cruzar las oscuras, congestionadas y vivas calles de Rio. Incapaz de entender una sola palabra de las instrucciones en portugués que Edward daba al conductor, supuse que iríamos a un hotel antes de seguir con nuestro camino. Un dolor agudo, muy parecido al miedo escénico se revolvió en la boca de mi estómago mientras consideraba esa posibilidad. El taxi continuó a través de la multitud hasta que ésta desapareció, y parecía que nos encontrábamos en el extremo oeste de la ciudad, dirigiéndonos hacia el océano.
Nos detuvimos en el muelle.
Edward se dirigió hacia una larga línea de yates blancos colocados sobre el agua color negro-noche. El bote en el que se detuvo era el más pequeño de todos, más delgado, obviamente construido para velocidad y no por espacio. Aún así era muy lujoso, y más impresionante que los demás. El se subió sin dificultad, a pesar de las pesadas maletas que cargaba. Dejó caer éstas en la cubierta y se apuró para ayudarme a subir.
Miré en silencio, mientras preparaba el bote para la salida, sorprendida de lo hábil y acostumbrado que parecía, sorprendida porque nunca había mencionado interés alguno por los yates. Pero de nueva cuenta, él era perfecto en todo.
Mientras nos dirigíamos hacia el este, al mar abierto, recordé geografía básica en mi cabeza. Podía recordar que no había más de Brasil hacia el este… hasta que te encuentras con África.
Pero Edward aceleró mientras las luces de Rio se apagaban y finalmente desaparecían detrás nuestro. En su cara, se dibujaba una familiar sonrisa de emoción, esa que era producida por cualquier forma de velocidad. El bote se hacía camino entre las olas y sentía mi cuerpo llenarse con brisa del mar.
Finalmente la curiosidad que había guardado tanto tiempo me sobrepasó.
“Falta mucho para llegar?” pregunté
No era común que él se olvidara que yo era humana, pero me pregunté si entre los planes estaba quedarnos a vivir dentro del bote por algún tiempo.
“Media hora más” Sus ojos se posaron en mis manos, las cuales se aferraban al asiento, y sonrió.
Oh bien, pensé para mi misma. El era un vampiro, después de todo. Tal vez nos dirigíamos a la Atlántida.
Veinte minutos después, escuché mi nombre sobre el sonido del motor.
“Bella, mira esto” Y apuntó justo al frente.
Primero solo pude ver oscuridad , y el reflejo de la blanca luna sobre el mar. Pero observé cuidadosamente el espacio que él había apuntado hasta que fui capaz de notar una forma oscura rompiendo el reflejo de la luna sobre las olas. Mientras analizaba la oscuridad, la silueta se volvió más detallada. La forma parecía un triangulo irregular, con un lado más largo que otro, hundiéndose en las olas. Nos acercamos más y pude ver que la silueta parecía de algo emplumado, moviéndose al compás de la brisa.
Y entonces, cuando mis ojos se reenfocaron y todas las piezas tuvieron sentido: una pequeña isla saliendo del agua, justo frente a nosotros, con palmas saludándonos, una playa brillando bajo la luz de la luna.
“Donde estamos?” pregunté con voz baja, mientras él se dirigía a la parte norte de la isla.
Me escuchó, a pesar del ruido del motor, y me dedicó una amplia y blanca sonrisa que resplandeció bajo la luz de la luna.
“Esta es la Isla Esme”
El bote bajó la velocidad drásticamente, trazando con precisión el camino hacia el pequeño muelle, construido con placas de madera, iluminadas por la claridad de la luna. El motor se apagó, y el silencio que le siguió fue profundo. No había nada más que olas, chocando suavemente contra el bote, y el sonido de la brisa que movía las palmas. El aire era cálido, húmedo y fragrante – como el vapor que se queda después de un baño caliente.
“Isla Esme?” mi voz era baja, pero aún así sonó fuerte dentro de la calmada noche.
“Un regalo de Carliste – Esme nos la prestó”
Un regalo. Quien da una isla como regalo? Arrugué el entrecejo. No me había dado cuenta que la extrema generosidad de Edward era un comportamiento heredado.
El colocó las maletas en el muelle y giró hacia mí, sonriendo de forma perfecta mientras se acercaba. En lugar de tomar mi mano, me tomó directamente entre sus brazos.
“No se supone que deberías esperar a que estemos en la puerta?” pregunté, sin aliento, mientras bajábamos del bote.
Sonrió. “No me conformo con eso”
Tomando en una mano las maletas y cargándome con el otro brazo, me llevó del muelle hacia el camino de arena pálida que era rodeada por oscura vegetación.
Por un breve momento todo estaba muy oscuro en esa vegetación-casi-jungla, y entonces pude vislumbrar una cálida luz. Estábamos ya cerca cuando pude darme cuenta que la luz era una casa – los dos brillantes y perfectos cuadrados eran amplias ventanas que rodeaban la puerta del frente – el miedo escénico me invadió de nuevo, con más fuerza que antes, peor de lo que sentí cuando creí que nos dirigíamos a un hotel.
Mi corazón latía fuertemente contra mis costillas, y mi respiración parecía atorarse en la garganta. Sentí los ojos de Edward en mi cara, pero me rehusé a voltear. Coloqué la mirada al frente, sin ver nada.
No me preguntó lo que pensaba, lo que era algo extraño en él. Supuse que eso significaba que él estaba repentinamente tan nervioso como yo.
Colocó las maletas en la entrada para abrir las puertas – estaban sin llave.
Edward bajó sus ojos hacia mí, esperando que yo correspondiera la mirada antes de que cruzáramos el umbral.
Me llevó por la casa, ambos íbamos callados, encendiendo las luces por donde pasábamos. La vaga impresión que tuve de la casa es que era demasiado grande para la pequeña isla, y extrañamente familiar. Me había habituado tanto al esquema de decoración de los Cullen; me sentía en casa. No me pude concentrar en nada en especial a pesar de todo. El pulso violento que golpeaba detrás de mis orejas hacía que todo se viera borroso.
Entonces Edward se detuvo y encendió la última luz.
El cuarto era grande y blanco, y la pared más lejana era casi toda de cristal – decoración clásica de mis vampiros. Afuera, la luna brillaba en la arena blanca y, solo a unos metros de distancia, iluminaba las olas. Pero apenas pude notar esa parte. Estaba más enfocada en la inmensa cama en el centro del cuarto, con una red para mosquitos colgado.
Edward me puso en pie.
“Yo… iré por las maletas”
El cuarto estaba muy caliente, más apabullante que la noche tropical afuera. Unas gotas de sudor se formaron en la parte trasera de mi cuello. Caminé lentamente hasta alcanzar y tocar la esponjosa red. Por alguna razón, me tenía que convencer que todo lo que veía era real.
No escuché a Edward regresar. De pronto, su helado dedo acarició mi cuello, quitando una gota de sudor.
“Está un poco caluroso aquí” me dijo con tono de disculpa. “Pensé… que sería mejor”
“Definitivamente”, murmuré por lo bajo, y él soltó una risita nerviosa, raro en él.
“Traté de pensar en todo lo que pudiera hacer esto…. más fácil” admitió
Tragué saliva escandalosamente, aún sin poder mirarlo. Acaso había existido una luna de miel como esta antes?
Sabía la respuesta. No, no había existido.
“Me preguntaba” dijo Edward lentamente, “si… primero… tal vez quisieras nadar en la oscuridad conmigo?” Tomó una bocanada de aire, y su voz parecía menos tensa cuando habló de nuevo. “El agua estará caliente. Esta es la clase de playa que te gusta.”
“Suena bien”. Mi voz se quebró.
“Estoy seguro que querrás un minuto o dos para ser humana… Fue un largo viaje.”
Asentí de forma extraña. Apenas podía sentirme humana; tal vez unos minutos a solas me ayudarían.
Sus labios acariciaron mi garganta, justo debajo de mi oído. Rió nerviosamente de nuevo, y su aliento fresco punzó mi sobrecalentada piel. “No tardes demasiado, Sra. Cullen.”
Salté un poco al escuchar mi nuevo apellido.
Sus labios recorrieron desde mi cuello hasta la punta de mi cuello. “Te esperaré en el agua”
El pasó frente a mí dirigiéndose a la puerta francesa que llevaba directamente hacia la playa. En el camino, se desprendió de su camisa, tirándola en el piso, y entonces salió por la puerta hacia la noche iluminada. El aire salado se coló por el cuarto detrás de él.
Mi piel estaba en llamas? Tuve que observarme para checarlo. Nope, nada se quemaba. Al menos no visiblemente.
Recordé que debía respirar, y entonces me dirigí a la maleta gigante que Edward había abierto en la parte superior del tocador. Debía ser mía, porque la familiar bolsa con mis cosas de tocador estaba encima, y había muchas prendas rosadas, pero no reconocí una sola pieza. Mientras buscaba a través de las pilas de ropa – con la mente en algo familiar y cómodo, un par de viejos pants tal vez – llamó mi atención que había una abrumadora cantidad de encaje y satín en mis manos. Lencería. Una lencería muy lenceri-osa, con etiquetas francesas.
No sabía cómo o cuando, pero algún día Alice pagaría por esto.
Rindiéndome, me dirigí al baño y espié por las largas ventanas que daban exactamente al mismo lugar que las puertas Francesas. No pude verlo; supuse que estaría en el agua, sin importarle salir a tomar aire. En el cielo, la luna estaba de lado, casi llena, y la arena brillaba bajo su resplandor. Un pequeño movimiento atrapó mi mirada – que se dirigió hacia los árboles de palmas que estaban en la playa, el resto de sus ropas se mecían a la par de la suave brisa.
Una descarga de calor se sintió por mi piel de nuevo.
Tomé un par de bocanadas de aire y me dirigí hacia los espejos colocados sobre el largo y estrecho pasillo. Me veía exactamente como si hubiera pasado durmiendo todo el día en un avión. Encontré mi cepillo y lo pasé con fuerza sobre los nudos que se hicieron detrás de mi cuello hasta que se deshicieron y las cerdas estaban llenas de cabello. Lavé mis dientes meticulosamente, dos veces. Entonces lavé mi cara y aventé un poco de agua en la parte trasera de mi cuello, que se sentía hirviendo. Se sintió tan bien que decidí lavarme los brazos también, hasta que finalmente me rendí y decidí tomarme un baño. Sabía que era ridículo bañarme antes de nadar, pero necesitaba calmarme, y el agua caliente era una forma segura de hacerlo.
También, depilarme las piernas de nuevo no parecía mala idea.
Cuando terminé, tomé una toalla blanca enorme del mueble y me envolví en ella.
Entonces enfrenté un dilema. No lo había considerado. Que se suponía que me pondría? No un traje de baño, obviamente. Pero parecía demasiado tonto ponerme la misma ropa de nuevo. No quería pensar en todo lo que Alice había empacado para mí.
Mi respiración comenzó a acelerarse de nuevo y mis manos temblaron – gracias al efecto calmante del baño. Comencé a sentirme mareada, aparentemente un ataque de pánico venía en camino. Me senté en el piso frio, envuelta en mi toalla y puse la cabeza entre las rodillas. Recé porque él no decidiera venir a checar antes de que pudiera calmarme. Podía imaginar lo que pensaría si me veía desmoronarme de esta forma. No sería difícil para el convencerse a sí mismo que cometíamos un error.
No estaba asustada porque pensara que cometíamos un error. Para nada. Me asustaba pensar que no tenía idea de cómo hacer esto, y me asustaba salir de este cuarto y encarar lo desconocido. Especialmente en lencería Francesa. Sabía que no estaría lista para eso aún.
Se sentía exactamente como tener que salir a enfrentar un teatro lleno de gente, sin saber cuales eran mis líneas.
Cómo hace la gente esto – tragarse los miedos y confiar en alguien más tan implícitamente con cada imperfección y miedo con que cuentan – con menos qué compromiso absoluto como el que Edward me ofrecía? Si no estuviera Edward ahí afuera, si cada célula de mi cuerpo no supiera lo mucho que me amaba, así como yo lo amaba a él – incondicional e irrevocablemente y para ser honestos, irracionalmente – nunca hubiera sido capaz de levantarme del piso.
Pero era Edward, y susurré las palabras “No seas cobarde” suavemente y me puse de pie. Coloqué la toalla aún más apretada bajo mis brazos y salí del baño con determinación. Pasé la maleta llena de encaje y la gran cama sin siquiera mirarlas. Salí por la puerta de cristal hacia la arena fina.
Todo se veía en blanco y negro, la luz de la luna opacaba todos los colores. Caminé lentamente a través de la arena tibia, haciendo una pausa en el árbol torcido donde él había dejado sus ropas. Coloqué mi mano sobre el rugoso tronco y chequé que mi respiración estuviera tranquila. O lo suficientemente tranquila.
Miré hacia las pequeñas ondas del agua, oscuras en la noche, buscando por él.
No fue difícil de encontrar. Ahí estaba parado, con su espalda hacia mí, la cintura dentro del agua, viendo hacia la luna. La pálida luz de la luna hacia ver su piel de un blanco perfecto, como la arena, como la misma luna, e hizo su cabello mojado tan negro como el océano. Ahí estaba, sin moverse, con la palma de sus manos reposando sobre el agua; las pequeñas ondas golpeaban contra él como si fuera de piedra. Miré hacia las pequeñas líneas de espalda, sus hombros, sus brazos, su cuello, su perfecta figura.
El fuego no quemaba ya sobre mi piel – estaba calmada y enterrada ahora; se llevó de mi la incomodidad y la incertidumbre. Me despojé de la toalla sin duda alguna, dejándola sobre el árbol junto a sus ropas, y caminé hace la blanca luz; también me hacía parecer tan pálida como la nieve.
No podía escuchar el sonido de mis pasos cuando caminé hacia la orilla del agua, pero supuse que él podía. Edward no dio la vuelta. Dejé que el agua tocara mis pies, y me di cuenta que él tenía razón – estaba muy caliente, tan caliente como un baño. Me interné en el agua, caminé cuidadosamente a través del piso invisible del oceáno, pero mi precaución no era necesaria; la arena seguía siendo tan suave y fina, me dirigí hacia Edward. Caminé contra corriente hasta estar a su lado, y coloqué mi mano en la suya que descansaba sobre el agua.
“Hermosa” le dije, mirando también hacia la luna.
“Todo está bien” me contestó, sin impresionarse. Volteó lentamente para encontrar mi mirada; pequeñas olas se formaban con sus movimientos y chocaban contra mi piel. Sus ojos parecían color plata en su cara como hielo. Dobló su mano de forma que atrapó la mía y la hundió bajo la superficie del agua. Era lo suficientemente cálida como para que su piel fría no me estremeciera.
“Pero yo no usaría la palabra hermosa” continuó. “No comparándola contigo”
Sonreí, y levanté mi mano libre – no temblaba – y la coloqué sobre su corazón. Blanco sobre Blanco; coincidíamos por primera vez. El se estremeció un poco con el contacto cálido. Su respiración se volvió difícil.
“Te prometí que lo intentaríamos”, susurró, tenso de repente. “Si… si hago algo malo, si te lastimo, me debes decir inmediatamente”
Afirmé solemnemente, manteniendo mis ojos en los suyos. Tomé otro paso a través de las olas y recosté mi cabeza contra su pecho.
“No tengas miedo” murmuré. “Nos pertenecemos”
Fui repentinamente abrumada por la verdad de mis propias palabras. Este momento era tan perfecto, tan correcto, no había duda de ello.
Sus brazos me envolvieron, reteniéndome contra él, verano e invierno. Sentía como cada nervio de mi cuerpo era un cable vivo.
“Para siempre” coincidió, y entonces nos hundimos gentilmente en la profundidad del agua.

El sol, caliente sobre la desnudez de mi espalda, me despertó por la mañana. Muy tarde en la mañana, quizá era tarde, no estaba segura.
Todo, sin tomar en cuenta la hora, estaba claro; sabía perfectamente donde estaba – el cuarto brillante con la super cama blanca, con los brillantes rayos del sol atravesando las puertas abiertas. La red sobre la cama suavizando el resplandor.
No abrí los ojos. Estaba demasiado feliz como para cambiar algo, sin importar lo pequeño que fuera. Los únicos sonidos eran las olas afuera, nuestra respiración, el latido de mi corazón…
Estaba cómoda, aún con el sol quemante. Su piel fría era el antídoto perfecto al calor. Descansando sobre su pecho, sus brazos a mi alrededor, se sentía tan bien y natural. Me pregunté por qué había entrado en pánico la noche anterior. Mis miedos parecían tontos ahora.
Sus dedos trazaban suavemente el camino de mi espalda, y supe que él sabía que estaba despierta. Pero mantuve los ojos cerrados y apreté mis brazos sobre su cuello, tratando de acercarme más a él.
No habló; sus dedos se movían de arriba abajo en mi espalda, apenas rozando mientras trazaba patrones sobre mi piel.
Yo habría estado feliz de quedarme ahí por siempre, para nunca tener que interrumpir este momento, pero mi cuerpo tenía otra idea. Reí por mi impaciente estómago. Parecía algo prosaico estar hambrienta después de todo lo que había pasado la noche anterior. Era como pisar la tierra de nuevo después de estar en el cielo.
“Qué es lo chistoso?” murmuró, aún acariciando mi espalda. El sonido de su voz, seria y profunda, trajo a mi mente imágenes de la noche anterior, y sentí como el color llenaba mi cara y cuello.
Para responder su pregunta, mi estómago gruñó. Reí de nuevo. “No se puede escapar de ser humana por mucho tiempo.”
Esperé, pero no rió conmigo. Lentamente, haciéndose camino entre las muchas capas de éxtasis que nublaban mi cabeza, me dí cuenta que la atmósfera era muy diferente fuera de mi propia esfera de felicidad.
Abrí los ojos; la primera cosa que vi fue su pálida y casi plateada piel de la garganta, el arco de su mentón sobre mi cara. Su mandíbula estaba tensa. Me recargué sobre un codo para poder verlo de cerca. Él estaba viendo hacia el dosel de la cama y mientras no volteaba a verme, estudié su postura. Su expresión fue un shock – envió dolores físicos a través de mi cuerpo.
“Edward” le dije, un sonido extraño salió de mi garganta. “Qué es esto? Que pasa?”
“Tienes que preguntarlo?” Su voz era dura, cínica.
Mi primer instinto, el producto de una vida llena de inseguridades, fue preguntarme que había hecho mal. Pensé en todo lo que había pasado, pero no pude encontrar un solo momento amargo. Todo había sido más fácil de lo que esperaba; encajábamos perfecto, como un rompecabezas hecho para eso. Esto me había dado una satisfacción en secreto – éramos compatibles físicamente, así como lo éramos en lo demás. Fuego y Hielo, existiendo de alguna forma, sin destruirse entre sí. Una prueba más de que yo le pertenecía.
No podía pensar en nada que lo hubiera puesto así – tan frío y severo. De qué me había perdido?
Su dedo suavizó las líneas de preocupación en mi frente.
“En qué piensas?” susurró
“Estás molesto. No lo entiendo. Acaso hice…?” no pude terminar.
Sus ojos se ajustaron un poco. “Qué tan lastimada estás, Bella? Dime la verdad – no trates de minimizarlo.”
“Lastimada?” repetí; mi voz se oyó más fuerte de lo normal porque me tomó por sorpresa.
Levantó una ceja, sus labios pegados formando una pequeña línea.
Hice un chequeo rápido, estiré mi cuerpo, tensando y flexionando mis músculos. Sentí un poco de dolor, hinchazón, también, era verdad, pero básicamente tenía la sensación de que mis huesos se habían desprendido de mis articulaciones y que me había convertido en gelatina. Pero no era una sensación desagradable.
Y entonces me molesté, porque él estaba satanizando la más perfecta de todas las mañanas con sus conjeturas pesimistas.
“Porqué sacaste esa conclusión? Nunca he estado mejor de lo que estoy ahora”
Sus ojos se cerraron “Detén esto”
“Detener que?”
“Deja de actuar como si no fuera el monstruo que accedió a esto”
“Edward!” susurré, realmente molesta ahora. Estaba tratando de quitarme un alegre recuerdo y reemplazarlo con algo oscuro, manchándolo. “Nunca digas eso de nuevo”
Él abrió sus ojos, parecía que no quería verme.
“Mírate Bella. Y luego me dices si no soy un monstruo”
Herida, sorprendida, seguí sus instrucciones sin pensar y me espanté.
Qué me había pasado? No tenía sentido ver toda esa nieve peluda colgando de mi piel. Sacudí la cabeza y una cascada blanca cayó de mi cabello.
Tomé entre mis dedos la suave nieve. Era una pieza caída.
“Porqué estoy cubierta en plumas?” Pregunté confundida.
El exhaló impacientemente. “Mordí una almohada. O dos. Pero eso no es de lo que hablo.”
“Mordiste una almohada? Por qué?”
“Mira, Bella!” él casi gritaba. Tomó mi mano delicadamente – y la estiró. “Mira eso”
Esta vez, entendí lo que me decía.
Bajo la lluvia de almohadas, grandes moretones comenzaban a notarse sobre la piel de mi brazo. Mis ojos siguieron el rastro que hacían hasta mi hombro, y sobre las costillas. Hundí un dedo sobre un moretón, para verlo desaparecer un segundo y reaparecer un instante después. Molestó un poco.
Delicadamente, Edward colocó su mano sobre los moretones de mi brazo, uno a la vez, uniendo sus largos dedos en los patrones.
“Oh” dije
Traté de recordar esto – el dolor – pero no pude. No pude pensar en un solo momento en que sus abrazos fueran tan fuertes, o sus manos duras contra mí. Solo podía recordar que quería que me abrazara más fuerte y estar agradecida cuando lo hacía…
“Lo… siento tanto, Bella”. Susurró mientras veía los moretones. “Sabía bien que esto pasaría. No debí –“ Hizo un sonido apagado, revolviéndose en lo profundo de su garganta. “Estoy más apenado de lo que podría expresar.”
Puso un brazo sobre su cara y se quedó completamente quieto.
Me senté por un momento, en total shock, tratando de calmar –ahora que entendía – su miseria. Era tan diferente a como yo me sentía que me costaba procesarlo.
El impacto se desvaneció rápidamente, dejando nada en su ausencia. Vacio. Mi mente estaba en blanco. No podía pensar en que hacer o que decir. Como le podría explicar en la forma correcta? Como podría hacerlo tan feliz como yo lo era – o como había estado, un momento antes?
Tomé su brazo y no respondió. Envolví mis dedos alrededor de su muñeca y traté de quitar su brazo de la cara, pero pude haber tratado de mover una estatua porque así lo sentí.
“Edward”
No se movió.
“Edward?”
Nada. Entonces, sería un monólogo.
“Lo siento tanto, Edward. Estoy… ni siquiera puedo decírtelo. Estoy tan feliz. Eso no es suficiente. No te molestes. No lo hagas. Estoy realmente b- “
“No digas la palabra “bien””. Su voz era fría como hielo. “Si valoras mi salud, no digas que estás bien”
“Pero lo estoy” susurré
“Bella” como si pudiera llorar. “No”
“No. No tú, Edward!”
El movió su brazo; sus ojos dorados me veían desconcertados.
“No lo arruines” le dije. “Estoy. Muy. Feliz”
“Ya lo he arruinado” murmuró
“Deja eso!” ordené
Escuché sus dientes chocar de furia.
“Ugh!” gruñí. “Por qué no es posible que leas mi mente? Es muy inconveniente ser una muda mental!”
Sus ojos se estrecharon un poco, distraídos a pesar de si mismo.
“Eso es nuevo. Te encanta que no sea capaz de leer tu mente.”
“No hoy”
Me miró fijamente. “Por qué?”
Solté mis manos en frustración, sintiendo un ardor en mi hombro que ignoré. Mis palmas cayeron contra su pecho con un golpe seco. “Porque todo este berrinche sería innecesario si pudieras ver como me siento ahora! O hace 5 minutos. Estaba muy feliz. Total y completamente fuera de este mundo. Ahora- bueno, estoy muy enojada”
“Deberías estarlo”
“Pues lo estoy. Te hace sentir mejor?”
Exhaló. “No, no creo que haya nada que me haga sentir mejor”
“Eso” dije “Eso es por lo que estoy molesta. Estás matando mi alegría, Edward”
Dio vuelta a los ojos y sacudió la cabeza.
Tomé una bocanada de aire. Comenzaba a sentir las molestias ahora, pero no estaba tan mal. Era algo así como cuando levanté pesas. Lo había hecho con Renée durante una de sus etapas obsesivas. Levanté 65 veces con 5 kilos en cada mano. No podía caminar al dia siguiente. Esto no se sentía ni la mitad de mal.
Tragué mi irritación y traté de suavizar la voz. “Sabíamos que iba a ser difícil. Pensé que ya lo sabías. Y entonces – bueno, fue mucho más fácil de lo que pensé. Y esto no es nada.” Señalé con mis dedos sobre mi brazo. “Creo que para ser la primera vez, sin saber que nos esperaba, lo hicimos increíble. Con un poco de práctica – “
Puso la cara tan lívida que tuve que dejar de hablar.
“Saberlo? Esperabas esto Bella? Pensabas que te lastimaría? Pensabas que sería peor? Consideras este experimento un triunfo porque puedes caminar aún? Sin huesos rotos – eso significa una victoria?”
Esperé, dejando que dijera todo. Entonces esperé más mientras su respiración se calmaba. Cuando sus ojos se habían normalizado, pregunté, hablando con poca precisión.
“No sé que esperaba – pero definitivamente no creí que fuera tan … tan… tan increíble como fue.” Mi voz se volvió un susurro, mis ojos se movieron de su cara a mis manos. “Quiero decir, no sé como fue para ti, pero eso fue para mí.”
Un dedo frio levantó mi mandíbula.
“Es eso de lo que estás preocupada?” preguntó a través de sus dientes. “Que no haya disfrutado?”
Mis ojos no se levantaron. “Sé que no es lo mismo. No eres humano. Solo trataba de explicarte que, para un humano, bueno, no puedo imaginar que la vida pueda dar algo mejor que esto”
Se quedó callado por un largo rato, hasta que finalmente, tuve que verlo. Su cara se había suavizado, pensativo.
“Parece que tengo muchas cosas de las cuales disculparme” Hundió el entrecejo. “Nunca creí que pensarías que todo esto que siento significa que anoche no fue… bueno, la mejor noche de mi existencia. Pero no quería pensarlo así, no cuando tu fuiste…”
Mis labios se torcieron un poco. “De verdad? La mejor de tu vida?” pregunté apenada.
Tomó mi cara entre sus manos, aún pensativo. “Hablé con Carlisle después de que tu y yo hicimos el pacto, esperando en que pudieras ayudarme. Por supuesto, me advirtió que podía ser muy peligroso para ti” Una sombra cruzó su cara. “El tenía fé en mi – fé que no merezco”
Comencé a protestar, y el puso dos dedos sobre mis labios antes de poder continuar.
“También le pregunté que debería esperar. No sabía como sería para mí… yo siendo vampiro.” Sonrió levemente. “Carlisle me dijo que era algo muy poderoso, como nada en el mundo. Me dijo que el amor físico era algo que no debía tomar a la ligera. Con nuestras raros cambios de temperamento, emociones fuertes pueden alterarnos de forma permanente. Pero me dijo también que no necesitaba preocuparme por esa parte – tu ya me habías cambiado completamente.” Esta vez, su sonrisa era genuina.
“Hablé con mis hermanos también. Ellos me dijeron que era un gran placer. Detrás únicamente de tomar sangre humana.” Una línea se formó en su frente. “Pero yo he probado tu sangre, y no existe sangre más potente que eso… No creo que estén equivocados, realmente. Solo que es diferente para nosotros. Algo más”
“Fue más. Lo fue todo”
“Eso no cambia el hecho de que estuvo mal. Aún cuando sea posible que te sientas así”
“Qué significa eso? Crees que estoy inventando todo? Por qué?”
“Para calmar mi culpa. No puedo ignorar la evidencia Bella. O tu historia, cuando antes ya has hecho cosas para hacerme sentir mejor”
Tomé su mentón y lo acerqué a mí, de forma que nuestras caras estaban a centímetros. “Escuchame Edward Cullen. No estoy inventando nada por ti, de acuerdo? Ni siquiera sabía que tenía que haber una razón para hacerte sentir mejor hasta que empezaste a ser miserable. Nunca he estado más feliz en mi vida – No estuve así de feliz cuando decidiste que me amabas más de lo que deseabas matarme, o la primer mañana cuando desperté y estabas ahí esperando por mí…. Ni cuando escuché tu voz en el salón de ballet” – El se estremeció con el recuerdo de mi encuentro con un rastreador, pero no me detuve – “o cuando dijiste “acepto” y me dí cuenta que de alguna forma te tendría para siempre. Esos son recuerdos felices, y esto es mejor que cualquiera de ellos. Así que acostúmbrate.”
Él tocó la línea entre mis cejas. “Te estoy haciendo infeliz ahora. No quiero q se así”
“Entonces no seas infeliz. Es lo único que está mal aquí”
Sus ojos se entrecerraron, tomó un gran respiro y asintió. “Tienes razón. El pasado es pasado y no puedo hacer nada para cambiarlo. No tiene sentido dejar que mi mal humor te amargue la vida. Hare lo posible por hacerte feliz ahora”
Examiné su cara con desconfianza, y él me correspondió con una sonrisa serena.
“Lo que sea que me haga feliz?”
Mi estómago rugió al mismo tiempo de preguntar.
“Tienes hambre” dijo rápidamente. Se salió agilmented e la cama, dejando un camino de plumas a su paso. Lo que me recordó.
“Entonces, por qué exactamente decidiste destruir las almohadas de Esme?” Pregunté, sentándome y sacudiendo plumas de mi cabello.
El ya tenía puestos un par de pantalones kaki, y estaba parado en la puerta, acomodando su cabello, quitando las plumas.
“No sé si decidí hacer algo anoche” murmuró “Simplemente fuimos afortunados de que hayan sido las almohadas y no tu” Inhaló profundamente y sacudió la cabeza, como si quisiera sacarse un pensamiento malo. Una auténtica sonrisa se dibujó en su cara, pero supuse que había sido un gran esfuerzo para él.
Me deslicé cuidadosamente de la cama y me estiré de nuevo, más consciente ahora, del dolor e inflamación. Lo escuché carraspear. Se dio la vuelta, con sus manos en puños.
“Luzco tan mal?” pregunté, tratando de amenizar el ambiente. Sostuvo la respiración y siguió sin voltear, probablemente para esconder la expresión en su rostro. Caminé hacia el baño para checarme.
Definitivamente había empeorado. Había una ligera mancha en mi mejilla, y mis labios estaban inflamados, pero por otra cosa, mi cara estaba bien. El resto de mi cuerpo estaba decorado con parches azulados y morados. Me concentré en los moretones que eran más difíciles de ocultar – mis brazos, mis hombros. Pero no eran tan malos. La piel se repone rápidamente. Para el momento en que un moretón aparecía yo ya me había olvidado cómo se había formado. Por supuesto, estos apenas estaban en desarrollo. Se verían peor mañana. Eso no haría las cosas más sencillas.
Miré mi cabello, y después gruñí.
“Bella?” El estaba detrás de mí en cuanto hice el sonido.
“Nunca podré quitarme esto del cabello” Apunté hacia mi cabeza, con lo que parecía un nido de pájaros. Comencé a jalonear las plumas.
“Deberías preocuparte por tu cabello” se quejó, pero se puso detrás mio, quitándo las plumas más rápidamente.
“Cómo te contuviste de reírte? Me veo ridícula”
No contestó; se mantenía quitando las plumas. Y sabía la respuesta de inmediato – no había anda que pudiera parecerle gracioso de esto.
“No va a funcionar” Suspiré después de un minutos “Está enredado. Tendré que lavarlo” Y me dí la vuelta, colocando mis brazos en su cintura. “Quieres ayudarme?”
“Mejor buscaré comida para ti” Dijo en una voz calmada, y gentilmente se desprendió de mis brazos. Suspiré mientras desaparecía, moviéndose rápidamente.
Parecía que mi luna de miel había terminado. Eso me hizo un nudo en la garganta.

Cuando estuve libre de plumas y vestida con un vestido blanco nuevo de algodón que cubría la mayor parte de los moretones, caminé descalza hacia donde me dirigía el olor de los huevos, tocinos y queso cheddar.
Edward estaba parando frente a la estufa de acero inoxidable, cocinando un omelet bajo la fina luz azulada del lugar. El olor a comida me invadió. Me creí capaz de comerme todo el plato e incluso el sartén; mi estómago reclamó.
“Aquí está” me dijo. Se dio la vuelta con una sonrisa en su cara y colocó el plato en una pequeña mesa.
Me senté en una de las sillas de metal, oliendo los huevos calientes. Quemaron mi gargante, pero no me importó.
Se sentó frente a mí. “No te estoy alimentando bien”
Tragué y le recordé “Estaba dormida, y esto está realmente bueno, por cierto. Impresionante viniendo de alguien que no come”
“Food Network” me dijo, regalándome la sonrisa torcida que era mi favorita.
Estaba feliz de verlo, feliz de que se viera un poco más normal.
“Le pedí a unas personas que vinieran a limpiar la cocina. Por primera vez en este lugar. Creo que les pediré que limpien las plumas también” El se distrajo, su mirada fija en un espacio sobre mi cabeza. No respondí, tratando de evitar decir algo más que pudiera molestarlo de nuevo.
Comí todo, aún cuando había comida suficiente para dos.
“Gracias” le dije. Me recosté sobre la mesa para besarlo. Me besó automáticamente y repentinamente se alejó de mí.
Apreté mis dientes, y la pregunta que quería hacer antes, salió de mí, sonando como una acusación “No me volverás a tocarme mientras estemos aquí verdad?”
Dudó, entonces con una breve sonrisa levantó su mano y acarició mi mejilla. Sus dedos pasaban suavemente sobre mi piel, y no pude evitar colocar mi cara en su palma.
“Sabes que esto no es lo que me refiero”
Suspiró y dejó caer su mano. “Lo sé. Y estás en lo cierto.” Pausó, levantando su mentón ligeramente. Y entonces habló de nuevo con convicción. “No haré el amor contigo hasta que te hayas transformado. No volveré a lastimarte”

5 comentarios:

Anónimo dijo...

"...“Luzco tan mal?” pregunté, tratando de amenizar el ambiente. Sostuvo la respiración y siguió sin voltear, probablemente para esconder la expresión en su rostro. Caminé hacia el baño para checarme.
Definitivamente había empeorado. Había una ligera mancha en mi mejilla, y mis labios estaban inflamados, pero por otra cosa..."

Jajaja quiero saber que significa eso!! le dio sexo oral a edward y por eso termino asi o que?? jjaj si es lo que yo pienso, bella es una atrevida! no tiene nada de santa jaj

Gio0 dijo...

Pues debio ser algo muy atrevido, creo q a bella le salio lo apasionada q es y dejo de ser como una chava reprimida.Y qn no va a qrer a edward!!!

Anónimo dijo...

Jajajaja si me parece que bella se desquito! y edward al fin y al cabo seguro que no se negaba.. pero que bronca que me da!! se hace la santa y despues termina siendo re viva!! igual la felicito, con tremendo hombre quien no haria lo necesario para satisfacer sus necesidades? jaja

Gio0 dijo...

ps creo q se ve desde al principio, con la descripción de sus besos y como edward la alejaba xq asi se ponia y lo provocaba mucho....y ahora q ya puede se desata, ahora imaginate cuando es vampira y pueden hacer todo lo q qieran, sin restricciones :O

Anónimo dijo...

Jajajaj no me quiero imaginar!!

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