lunes, 7 de marzo de 2011

Conflicto Eterno Cap. 17 Tiempo


Tiempo

Aun sentía el sabor de su boca en la mía.
Aun podía sentir sus dedos sobre mi piel como si las caricias hubieran quedado grabadas con fuego.
Le había extrañado tanto la noche anterior que me dejé llevar por el deseo infinito que siempre sentía por ella.

Una y otra vez mis labios bebieron el suave néctar de su boca que al bajar por mi garganta quemaba como si fuera lava de las profundidades mismas de la tierra.
Una y otra vez mis manos recorrieron su figura, el contorno de sus caderas, su largo cuello, su pequeña cintura mientras su cuerpo se contorneaba y se pegaba un poco más a mi.
El deseo hormigueaba en mi cuerpo, en mis entrañas, en mi bajo vientre, entre mis piernas.
Luche contra el. No quería verme forzado a separarme de ella. Quería seguir así, juntos, besándole sin parar como si fuera la primera vez que me permitía realmente hacerlo.

El ardor de su sangre quemaba mi boca, pero que exquisito era ser sometido a esa tortura.
Quería sufrir, quería ser victima de ella.
Un beso más, una caricia más y me prometía que luego me separaría de Bella . Pero no podía hacerlo y tampoco podía seguir.
Jadeante de deseo alejé mi boca de la suya, jadeando, demasiado hambriento de ella.
Apoyé mi frente en la suya, un segundo más para calmarme.
Quería decirle que la deseaba, querida decirle que sufría al no poder fundirme en ella. Pero estaba cien por ciento seguro que una vez que esas palabras salieran de mi boca seria imposible detenerme, seria rendirme ante mi mismo, sería sucumbir…Y que dichoso, que feliz, que increíble seria hacerlo.

—Será mejor que me marche o llegaremos tarde al Instituto. No seria bueno que perdieras los últimos días de clases junto antes de los exámenes—. Le dije poniéndome en pie volviendo a ser dueño de mis emociones.

Y unos minutos después salté por su ventana para ir a casa y cambiar mis ropas antes de ir al instituto.

Corría pensando en lo sucedido anoche.
Mientras yo sufría los mil tormentos Bella había estado a salvo en la reservación y lo más importante de todo es que ella lo había disfrutado.
Yo por mi parte ahora estaba más tranquilo y resignado, por fin había encontrado una razón que me llenara por completo y que me mantuviera en paz conmigo mismo.
Ya nada volvería a ser tan difícil o eso esperaba.

Al llegar a casa mi familia en pleno se encontraba reunida, al parecer, convencidos por Alice, habían pasado la noche hablando y planeando una gran fiesta para celebrar la graduación.
Y temí un momento al escuchar lo que tenia planeado mi hermana.
Seria sin lugar a dudas el mayor evento realizado en el pueblo en más de cien años.
—Si Bella es tan testaruda como se que es—. Dijo Alice. —Esa será la única oportunidad de vivir una fiesta de graduación. Si yo fuera tu no contaría que con que se graduara de la universidad—.

—No digas eso, acaso haz visto algo nuevo y no me quieres decir?—. Pregunté sobresaltado.

—No, todo esta igual, no he visto nada nuevo. Pero será mejor que lo pienses. Todos estamos muy contentos con la idea de la fiesta y espero que tu también lo apruebes pero quiero que sepas que se hará con o sin tu aprobación—.

Miré al resto de mi familia y Carlisle me sostuvo la mirada.

—Creo que seria muy bueno, todos hemos estado muy nerviosos estas últimas semanas y nos haría bien divertirnos—.

—¿Pero y el bajo perfil que debemos mantener?—.

—Creo que no nos afectará, por el contrario, creo que nos hará ver un poco más… humanos—.

—Si, no nos estropees la fiesta—. Decia Emmett completamente convencido por Alice. —No nos haría mal un poco de movimiento—.

Entonces tomó a Rosalie entre sus brazos y le dio una vuelta.
Rosalie rió de buena gana recordando la última vez que habían bailado juntos.

—Esta bien. Si todos están de acuerd…. —. Traté de decir pero mi molestosa hermana me interrumpió.

—¡¡Sii!— Gritó Alice abrazando a Jasper. —Gracias, gracias. Será una fiesta espectacular—.

Ver las ideas en su mente me causó una especie de mareo, tan rápido, tantos colores, tantas formas…. Demasiadas cosas y detalles pensados sólo en un segundo.

—Wow… Espera un poco, pero tengo una sola condición—.

Entonces todos se paralizaron en su lugares y lentamente voltearon a verme.

—Debes decirle a Bella—.

—Pero Edward…—

—No, debes hacerlo. No me gustaría exponer a Bella innecesariamente esta vez. Les pido que todos sean cuidadosos—. Y evité mirar a Jasper.

No estaba dispuesto a hacerlo y todos entendieron el doble sentido de mis palabras.

—No te preocupes, puedes contar conmigo—. Dijo Jasper entre avergonzado y triste.

Alice tomó su mano y le contempló con los ojos y la mente llena de amor y devoción.

—Será una fiesta increíble, todos lo disfrutaremos ya lo veras—. Agregó Esme.

—Todos estaremos atentos—. Dijo Emmett. —¿No es así Rose?— Le preguntó pasando su brazo por los hombros de mi hermana y apretándola contra su costado.

—Así es, todos lo haremos—. Confirmó Rosalie también.

Mi familia entendía mi preocupación y una vez más estaban dispuestos a tenderme una mano.

—Gracias—. Les dije un poco más tranquilo. —Tal vez sea un buena idea después de todo—.

Alice y yo nos despedimos.
Ella manejaría el coche de Bella y me seguiría hasta su casa.
Una vez ahí los tres nos dirigimos rápidamente al instituto, si aceleraba un poco con suerte llegaríamos justo a tiempo.


El día escolar pasó rápido, sin contratiempos.
Alice se debatía internamente, no pasó un solo segundo sin pensar en otra cosa que no fuera en los arreglos y preparativos para la próxima fiesta.
Una y otra vez le vi organizar todo en su mente. Era simplemente insoportable.

Pero fue al salir de clases que incité a mi hermana para que hablara de una vez con Bella.
Durante todo el día Alice había dedicado a evitar el tema aun y cuando yo le había pedido que lo hiciera de una vez.
Y cuando nos dirigíamos a nuestro carro se animó a hacerlo.
¿Como reaccionaría Bella al saber de sus intenciones?

—He visto... —. Dijo Alice imitando a las charlatanas cuando fingen adivinar el futuro.

“—¿Estas seguro que quieres que yo le diga?—. Preguntó rápidamente en su mente. —¿No sería mejor que lo hicieras tu y que utilizaras todos tus encantos para convencerla?—”

Traté de propinarle un golpe con mi codo pero ella lo vio venir y esquivó el que hubiera podido ser un certero llamado al orden.

—Vale —. Dijo un tanto malhumorada. —Es Edward el que quiere que lo haga, pero intuyo que te encontrarás en más dificultades si soy yo quien te da la sorpresa—.

—¿Y por qué no me lo dices en cristiano? —. Preguntó Bella confundida.

—No te comportes como una niña. Sin rabietas, ¿eh?—.

Pero con cada palabra solo lograba confundir y asustar un poco más a Bella.
Entonces Alice le miró a los ojos y sin saber muy bien que decir agregó…

—Tú...—. Comenzó a decir. Y yo sabia que aquella no era una buena manera de hacerlo.
Alice también lo vio venir y dando un pequeño giro continuó. —…bueno, todos nosotros, vamos a tener una fiesta de graduación—. Eso estaba muy bien, debía desviar la atención de Bella, que ella no sintiera que seria el centro de la fiesta. —Nada del otro mundo ni que deba preocuparte lo más mínimo, pero he visto que te iba a dar un ataque si intentaba hacer una fiesta sorpresa —.

Alice estaba tan contenta que prácticamente caminaba dando saltos de ahí para acá.
Traté de pararla ya que me estaba mareando con tanto brinco pero era muy rápida aun moviéndose humanamente.

—Y Edward ha dicho que te lo debía decir, pero no será nada, te lo prometo—. Continuó justo cuando escapaba bajo uno de mis brazos para ir a refugiarse a espaldas de Bella.

Ella suspiró profundamente resignada, estaba conciente que de nada le serviría discutir. Ella ya sabia lo testarudo que los vampiros solían ser, de nada le serviría oponerse.

Estuvo de acuerdo en ir y prometió que odiaría cada minuto que permaneciera en la fiesta.

Mi molesta hermana no detuvo ahí sus odiosos comentarios.

— Y a propósito—. Agregó. — Debo decir que encanta mi regalo. No debías haberte molestado—.

Realmente no era “Su” regalo ya que Alice nos había visto a los dos disfrutando del concierto.
Lo vio venir hace una semana atrás y había estado impaciente y fue muy iluso de mi parte pedir que pretendiera no saber nada, solo hasta que Bella se decidiera.

—¡Pero si no lo tengo!—. Dijo Bella aun más confundida con el nuevo comentario de Alice.

—Oh, ya lo sé, pero lo tendrás—.

—Sorprendente —. Dije en voz alta. —¿Cómo algo tan pequeño puede ser tan insoportable?—.
Pero eso era otro talento natural de mi hermana.

—¿No podrías haber esperado unas cuantas semanas para decírmelo? . Ahora estaré preocupada mucho más tiempo—.

¿Unas cuantas semanas? ¿Mucho más tiempo?.
¿Que quería decir?


La misma pregunta se formulo mi hermana, quien frunció el ceño al mismo tiempo que buscaba la respuesta en el rostro de Bella y hablándole lentamente preguntó:

—¿Tú sabes qué día es hoy?—.

Bella respondió a la aparente casual pregunta con el mismo tono despreocupado que no denotaba ninguna expectación por el acontecimiento tan humanamente esperado para todo el resto del ovejuno grupo de estudiantes.

—¿Lunes?—.

¿Acaso ella no estaba tan emocionada como ellos?.
Aun para Bella esa fecha debería significar algo, sobre todo con el verdadero significado que tenia de trasfondo.


—Sí, lunes... Estamos a día cuatro—. Aclaró Alice, no sin antes hacer una mueca de frustración y al no ver algún cambio aparente en el rostro de Bella, aun con la nueva información.

Le tomó por el codo, obligándole a dar media vuelta y enfrentar un gran anuncio amarillo en el cual se recordaba la fecha de la próxima graduación.

Entonces su rostro cambió de pronto, su piel se volvió mas pálida de lo normal, tal vez casi tan blanca como la nuestra. Su respiración de detuvo por un momento mientras inhalaba.

¿Verdaderamente ella no era consiente del tiempo?.

—¿Estamos a cuatro? ¿A cuatro de junio? ¿Estás segura?—. Preguntó asombrada. —¡No puede ser! Pero ¿cómo es posible?—.

La ansiedad se dio paso entre aquellas pequeñas palabras.
Su expresión se perdió de pronto mientras mirada hacia el frente sin ver nada realmente.

Sabia que Bella sentía una verdadera fobia por aquellos eventos sociales y sobre todo le molestaba ser el centro de atención, pero yo deseaba que disfrutara y toda mi familia también lo quería.
Era algo que recordaría por todo el resto de su vida humana y el resto de su existencia a mi lado… Si es que yo permitía que llegase ese día.

Alice también se percató que algo no estaba bien pero simplemente decidió ignorarlo. No daría pié atrás.
La fiesta se haría aunque tuviera que llevar a Bella amarrada y siguió hablando sin parar sobre detalles y pormenores que para ella, eran sin duda de una importancia trascendental.

“—Ni pienses que esta vez dejaré que me impongas restricciones Edward—”. Dijo Alice en mi mente mientras daba un respiro a sus locas planificaciones. “—Esta vez lo haremos a mi modo auque a Bella le de un ataque escénico. ¿Ok?—”.

Le miré por el espejo retrovisor pero ella volteó para mirar por la ventanilla mientras volvía ha hablaba, sin decir nada realmente importante.
Colores, texturas eran sus temas favoritos y lo serian por el resto de la semana.
Hablar con ella sería una perdida de tiempo, Alice desataría toda su imaginación y no escatimaría esfuerzos ni dinero para hacer de esa fiesta “La Fiesta” y fuera recordada en los años venideros.

Alice anhelaba que llegase el día que yo tanto temía… Pero ese día llegaría aunque yo no quisiera, aunque me negase a chequear el calendario, aunque me mintiera a mi mismo ese día llegaría y ahora solo faltaban siete días.
Y mientras tanto, la homenajeada se encontraba sumida en un mutismo desconcertante.

Ella y yo, aterrados con la proximidad del día. Pero era lógico que nuestros motivos eran diferentes, muy diferentes.


Todo el camino Bella había mantenido el mismo estado, casi catatónica, silencio y solo silencio.
No respondió a las palabras de Alice cuando esta descendió del coche en el lugar acostumbrado.


“—Buena suerte con eso—” Dijo mi hermana en mi mente antes de cerrar la puerta.

Como si la suerte hubiera estado de mi lado alguna vez en mi existencia.
Pero si lo había estado, lo estuvo cuando decidió poner a Bella en mi camino. Si, ese había sido mi golpe de suerte, lamentablemente Bella no podría decir lo mismo ya que el día en que me topé con ella habían comenzadoo sus problemas.

Pero ya no maldecía a la suerte, mucho tiempo había pasado desde que había decidido asumir y aceptar el destino.
Solo había algo que me negaba a aceptar y eso era que Bella me negase el brillo de sus ojos y el sonido de su voz.

Le miré antes de arrancar nuevamente pero sus ojos continuaban perdidos.
Apreté mis manos en el volante.
Quería tomarla por los hombros, sacudirla suavemente, quería borrar con un movimiento de mi mano todo lo que perturbara su mente en ese momento pero me contuve de hacerlo, el estrecho espacio que nos brindaba el interior del automóvil no me permitiría tomarla entre mis brazos para reconfortar su cuerpo si era necesario.

Conduje con la angustia tensando cada músculo de mi cuerpo hasta que por fin nos detuvimos frente a su casa.
Tome su brazo después de abrir la puerta, era aterrador contemplarla en ese estado, era como si… su cuerpo… fuera solo una cáscara, como si fuera un recipiente vacío, carente de toda vida.
El silencio continuó mientras caminábamos hacia su casa sin siquiera reaccionar a las finas gotas de lluvia que comenzaban a caer.
Una vez adentro me senté en su sofá junto a ella mientras su mirada permanecía perdida, mirando siempre al frente, pero estaba seguro que no era el paisaje que se apreciaba por su ventana lo que la tenia tan abstraída.

Mantuvo ese estado de mutismo y yo de expectación, contando cada uno se sus latidos, contando cada vez que pestañeaba, cada movimiento imperceptible que hacían sus labios, tiritando como si estuviera rezando…

No comprendía el motivo real de su comportamiento.
El miedo a figurar no podía ser el responsable de que ella se encontrara en ese estado.
A menos que…
A menos que ese no fuera el verdadero motivo.
¿Que era lo que temía Bella?
¿Temía que todo terminara como en la última fiesta? ¿Temía por todos los humanos en una casa llena de vampiros?

Bella conocía a mi familia, Jasper estaba reformado.
No tenia motivos para temer, además él me había dado su palabra y todos…
No, eso era absurdo. Ella no podía pensar eso.
No podía, no debía. Yo le protegería siempre, de todo y de todos, yo siempre estaría para ella.

Ese impulso de protección me lanzó a rescatarla de ella misma y alzando mi mano para tocar su rostro le dije casi exigente:

—¿Quieres hacer el favor de decirme lo que estás pensando antes de que me vuelva loco? —.

Pestañeó rápidamente como si hubiera despertado de un trance, se volteó entonces levemente y mis ojos pudieron contemplar la totalidad de su rostro y vi el estado en el cual se encontraba.

El color había huido de su rostro, unos círculos negros se habían dibujado alrededor de sus ojos y sus labios estaban blancos… Era como sí estuviera…. Como si hubiera muerto.

—Habla de una vez, Bella—. Dije tratando ocultar mi angustia.

—La fecha me ha pillado con la guardia baja—. Contestó en un susurro. —Eso es todo—.

Sus palabras tuvieron un efecto contrarío a lo que yo esperaba.
Carecían de total sentido para mi y solo consiguieron preocuparme aun más de lo que ya me encontraba.

—No estoy segura de qué hacer ni de qué le voy a decir a Charlie ni qué... ni cómo... —. Dijo al ver que esperaba alguna respuesta satisfactoria pero no pudo continuar.

—Entonces, ¿todo esto no es por la fiesta?—. Pregunté desconcertado.

—No, pero gracias por recordármelo—. Respondió luego de elaborar una mueca de disgusto.

Bella no estaba preocupada por una estrambótica fiesta, tampoco temía por su vida o por la de alguien más. No. Bella por fin temía convertirse en vampiro y todo lo que implicaría que eso sucediera.
No era suficiente el amor que ella sentía por mi, tenia otros amores quizás aun mas importantes que el que sentía por mi.
El amor a su padre y a su madre era lo único que yo sabia que la ataría a la vida humana.

—No estás preparada —.

Era fácil ver que así era, pero no podía evitar sentirme feliz y triste a la vez.
Mi lado egoísta la quería a mi lado por siempre.

—Sí lo estoy … Debo estarlo—. Dijo con el dolor marcado en cada silaba, en cada letra.

El convertirse seria para ella una verdadera maldición.
Si Bella lograba que Carlisle le transformara en unos días, ella se arrepentiría por el resto de su existencia.
Yo debía evitarlo, debía evitar su eterna condenación.

—No debes estar de ninguna manera—. Aseguré.

Y las razones que tenia Bella no eran suficientes para abandonar lo que era bueno y seguro para ella.
Cayo, Jane, Victoria y quienquiera que fuera el ser que había estado asechándola no eran motivos suficientes para dejar el sol, la familia, los amigos, el futuro. No eran suficientes para dejar la vida.

—Esas son razones de más para esperar—.



—¡Eso no tiene sentido, Edward!—.

¿No tenia sentido? ¡¿Que no tenia sentido?!.

Por que le era tan fácil ver lo que estaba frente a sus ojos.
Acaso no comprendía que lo único que haría seria perder.
Perdería a todos los que ella quería.
Perdería todo.
Pero por sobre todas las cosas, ser una de nosotros significaría perderse a si misma por siempre.

Tomé firmemente su rostro entre mis manos y me concentre en controlar los gritos que luchaban por salir de mi boca.
Quería gritarle, quería despertarla, que abriera de una vez los ojos y me viera realmente, que viera lo que estaba por hacer.

—Bella. Ninguno de nosotros tuvo ninguna oportunidad. Ya has visto lo que ocurrió...—.

Hablé de mi hermana Rosalie, nadie era un mejor ejemplo de lo perdido que ella.
Le hable sobre nuestra lucha interna por reconciliarnos con nosotros mismos al ser esclavos de nuestros instintos, de nuestra sed constante.
No permitiría que Bella pasara por lo mismo, no dejaría que sufriera aquella tortura eternamente.
Ella debía tener la oportunidad de escoger, de escogerme libremente sin sentirse obligada.

—Yo ya he efectuado mi elección—.

—Tú crees que has de pasar por todo esto porque pende una espada sobre tu cabeza—.

Que sentido tenía hacerlo?. ¿Que pasaría cuando la amenaza terminara?
Ya tendríamos tiempo para ocuparnos de ellos que amenazan su vida, nos ocuparíamos de todos los problemas.
Yo sabría protegerla y cuando todo hubiera pasado, cuando no existiese nada ni nadie que le obligara a pensar en su transformación como única salida, entonces solo ahí ella seria libre de decidir si se convertiría o no en vampiro.

—Si aún lo deseas, pero no por miedo. No permitiré que nada te fuerce a hacerlo—.

—Carlisle me lo prometió. Después de la graduación—. Respondió.



—No dejaré que Carlisle lo haga, no hasta que estés preparada. Y por sobre todas las cosas, no mientras te sientas amenazada—.

Me enfrentaría a él si era necesario.
Carlisle no podría pasar sobre mi resolución. No lo permitiría.
Le quería como a un padre y por mucho tiempo le había visto como uno, muchos años llevábamos viviendo de esa manera, como padre e hijo pero mucho antes también vivimos como hermanos.
Le quería como a un padre, pero no lo era en realidad y no dejaría en sus manos el destino del alma de Bella, no lo dejaría en las manos de nadie.

Vio en mis ojos la resolución inamovible de mis palabras.
Pero aun si hubiera vacilado estaba seguro que Bella hubiera aceptado en silencio tal y como lo hacia en ese momento.
Habría aceptado aunque solo hubiera dicho un simple “NO”.
Ella tenia miedo.
Me lo decían sus ojos abiertos como dos ventanas a su alma y yo no quería que lo estuviera.

—Venga, venga —. Dije para luego besar su frente. —No hay de qué preocuparse—.

Una risa nerviosa salió de sus labios.

—Nada salvo una sentencia inminente—.

Le pedí que confiara en mi, pero ella ya lo hacia y seguí observando su hermoso rostro prestando atención a cada movimiento silencioso de su cuerpo. El suave y delicado subir y bajar de sus pecho cada vez que inhalaba y exhalaba. Cada palpitar de su corazón haciendo eco en mi cuerpo hasta que por fin se tranquilizó.

—¿Puedo preguntarte algo?—. Dijo entonces.

—Lo que quieras—.

Me miró a los ojos con una extraña expresión en el rostro y luego se mordió el labio inferior al mismo tiempo que bajaba la mirada.
Me sentí intrigado por su lenguaje corporal pero la pregunta era trivial, tan solo quería saber que le regalaría a Alice para la próxima graduación.

—Según Alice, parece como si fueses a comprar entradas para un concierto para nosotros dos—.

—¡Eso era!. El concierto de Tacoma—.

El don de Alice era infalible y Bella hace una semana exactamente había visto en el periódico el anuncio del próximo evento.

Le agradecí de antemano por su futuro obsequio, era un gran idea sin duda ya que Alice estaba muy emocionada.

—Espero que no estén agotadas—.

Y eso era muy probable pero de todas formas la intención era lo que contaba y Alice lo aceptaría.

Suspiró entonces y en una primera instancia pensé que podría sentirse presionada ahora que sabia el regalo que esperaba mi hermana pero recordé su expresión y sus nervios. Algo rondaba la cabeza de Bella, algo que la tenia intranquila.

—Había algo más que querías preguntarme —.

Ella se sorprendió, no esperaba que me diera cuenta de lo que le sucedía pero yo había logrado leer en su rostro lo que me era negado en su mente. Tenia un montón de practica leyendo todas sus expresiones.

—Pregúntame—. Le incité.

Se inclinó sobre mi pecho y cerré mis brazos en torno a su cuerpo.
Sabía que lo hacia para ocultar su rostro de mis ojos, pero no me importaba. Anhelaba siempre tenerle así, cerca, calentando mi cuerpo.

—Tú no quieres que yo sea vampiro—.

No estaba preparado para una pregunta como esa, pero no dudé en mi respuesta. Yo no quería que Bella fuera una criatura maldita y temida, una vampira sedienta.
La única sed que quería que ella sintiera era la sed por vivir y tal vez, solo tal vez, sed de mi, de mi amor.


—No, no quiero —. Contesté. —Pero ésa no es la cuestión —.
Quería que comprendiera, que por una vez pudiera ver las cosas como yo lo hacia.

Dijo que le preocupaba saber como yo me sentiría respecto a eso, pero no comprendí cual era el verdadero significado de su palabras.

Después de uno segundos y al ver que esperaba alguna respuesta pidió que le hablara con la verdad sin tener encuestas sus sentimientos pero dude un momento. ¿Qué sentido tenía su pregunta?
Y decidí acceder solo si ella me explicaba el por que de su pregunta.

Pero le habría hablado con la verdad aun y cuando ella se negase a responderme. Se lo debía.
Ordené las ideas en mi mente, tratando de encontrar en ellas la luz que sus ojos tanto necesitaban.
¿Podría ser este mi último intento por salvarle?
No, no lo sería pero tal vez, si hablaba con elocuencia, si le miraba a los ojo y le robaba con cada célula de mi cuerpo, tal vez y solo tal vez ella por fin comprendiera.

—Podrías hacerlo mucho mejor, Bella. Ya sé que tú crees que tengo alma, pero yo no estoy del todo convencido, y arriesgar la tuya...
Para mí, permitir eso, dejar que te conviertas lo que yo era, simplemente para no perderte nunca, era el acto más egoísta que pudiera imaginar.
—En lo que a mí se refiere, es lo que más deseo en el mundo, pero deseo mucho más para ti. Rendirme a eso me hace sentirme como un criminal. Es la cosa más egoísta que haré nunca, incluso si vivo para siempre.
Es más, si hubiera alguna forma de convertirme en humano para estar contigo, no importa su precio, lo pagaría feliz—.

Esperé en silencio aguantando la respiración, esperé alguna respuesta, alguna reacción a mis sinceras y vehementes palabras pero nada sucedió.
Solo después de unos momentos sus labios se fueron estirando lentamente hasta formar una sonrisa.

¿Por que sonreía?
Una vez ella tenia una reacción completamente contraria a la normal.
Pero enseguida me quedó claro el motivo de su sonrisa.

Bella creía… Ella temía que una vez convertida en un vampiro… Que una vez que fuera diferente ya no fuera tan atractiva para mi.
Pensaba que ya no sería suave, cálida y no olería igual. Y le preocupa que una vez trasformada yo perdiera mi interés en ella.

Solté de pronto la respiración que había mantenido retenida, tratando de no romper a carcajadas.
¿De todas las cosas que implicaban la transformación, lo único que a ella le preocupa era que no me volviera a… gustar?
¿Era posible?

—¿Lo que te preocupa es que no me gustaras luego? —. Pregunte aun incrédulo y fue la expresión en su rostro quien me confirmó que así era.

Para ella el soportar la agonía durante tres días no eran motivos de preocupaciones.
Para ella el despertar con una sed mortal y desesperante no eran mas que trivialidades.

—Bella, para ser una persona bastante intuitiva, a veces puedes resultar de un obtuso...

Ella no era consiente.
Para mi sería volver a respirar después de varios minutos sin hacerlo.
Sería el vaso de agua luego de atravesar el desierto.
Sería descansar por fin después de todo el tiempo que había luchado contra mi mismo.
Sería el relajo de mi cuerpo y de mi mente.
Bella no se daba cuenta lo fácil que sería para mi estar junto a ella ya que no tendría que concentrarme todo el tiempo para no matarle con las mas suave de mis caricias.
Cuando Bella fuera como yo le sentiría por fin tal y como ella era.
Para mi no dejaría de ser suave y calida.
Pero por sobre todas las cosas su aroma no seria nunca más el motivo de mi agonía constante.

—Desde luego, habrá cosas que echaré de menos. Ésta, por ejemplo...

Le miré a los ojos intensamente y mis dedos recorrieron su mejilla. Solo bastó ese insignificante acto para que rostro se tornara exquisitamente rosado y no pude evitar sonreír aun y cuando el veneno llenaba mi boca.

El latido de su corazón era otra característica humana que extrañaría en ella. Era sin dudas el sonido mas maravilloso que yo hubiera percibido jamás.
Un sonido que tranquilizaba, que me acompañaba en las noche mientras vigilaba su sueño.
Era la mejor brújula de su mente, cambiando de ritmo cuando estaba asustada o cuando simplemente se emocionaba mientras le besaba. Entonces sabia cuando parar, cuando debía separarme de ella.

—Lo considero el sonido más maravilloso del mundo—. Me limité a decir. —Estoy tan sintonizado con él, que juraría que puedo oírlo desde kilómetros de distancia. Pero nada de eso importa—.

Pero cuando el cambio llegase para ella yo no sería más prisionero de mi mismo, nunca más tendría que estrujar mi corazón y recular.

Esto —. Dije tomando su rostro entre mis manos. —Tú. Eso es lo que yo quiero. Siempre serás mi Bella, sólo que un poquito más duradera—.

Miró a mis ojos en silencio, tal vez asimilaba mis palabras, luego dejó escapar un suspiro y cerro su ojos como si hubiera sucumbido al agotamiento.

Existiríamos entonces por siempre, ella y yo unidos para siempre, viviendo nuestro Amor Eterno.
Solo una interrogante me perturba.

—Y ahora, ¿me contestarás una pregunta tú a mí?—. Pregunté. —¿La verdad completa, sin tener en cuenta mis sentimientos?—.

Sin pensarlo accedió de inmediato y entonces dije:

—¿Tu no quieres ser mi esposa?—.

Esperaba algún tipo de reacción a mis palabras pero no la secuencia síntomas que se desencadenaron en su cuerpo.
El latir de su corazón se detuvo por un largo segundo, luego su ritmo cardiaco se disparó de pronto a una velocidad verdaderamente increíble para alguien en estado inactivo.
Un escalofrió sacudió levemente su cuerpo y sus pupilas de dilataron.
Era como…
Tan parecido a…
Tan parecido a una presa que esta a punto de cumplir su papel en la cadena alimenticia.

Esperé alguna palabra de su parte, sin dejar de monitorear su corazón.

—Eso no es una pregunta —. Logró decir luego de un minuto

Sentí un extraño dolor en el centro de mi pecho.
¿Como podía ser posible?
Respuestas sicosomáticas para dolores que solo experimentaban los humanos, dolores que solo un vampiro enamorado de una humana podía sufrir.

No me fue posible seguir mirándole a los ojos, me sentía avergonzado ante el evidente rechazo.
¿Pero en realidad me estaba rechazando?.

Tomé su manos entre las mías mientras seguía formulando mis preguntas.

—Me preocupa cómo te sientes al respecto—.

Pero ella se negaba a contestar.

Pedí lastimosamente que contestara mi pregunta, no era justo que jugara conmigo de esa forma.

Necesitaba saber.
Lo necesitaba tanto como necesitaba la sangre para subsistir.
Necesita saber que se uniría a mi para siempre, que seria mía como yo seria suyo.

—¿La verdad? —.

Ho. Bella.
Miénteme si quieres decir que no.
Miénteme si no quieres ser mi esposa.
Dime que no solo quieres ser una inmortal, que también es a mi a quien querrás por siempre.
Miénteme con una promesa, miénteme con el futuro.
Engáñame si quieres pero no me entregues una negación por respuesta.


A quien quería engañar.
Solo a mi mismo sin duda.
Yo sabría afrontar su negación, acataría sus deseos aun y cuando ellos fueran mi propia muerte.

¿Pero por que no quería ser mi esposa? ¿No comprendía lo mucho que eso para mi importaba?

—Claro—. Dije falsamente sintiendo como todo mi interior se hacia repentinamente pequeño. —Podré soportarla, sea lo que sea—. Agregué.

Inspiro profundamente.

—Te vas a reír de mí—.

Levanté hacia ella mis ojos sin poder dar crédito a sus palabras.
¿Acaso era un tema para reír?
¿No había captado el tono y las solemnidad de mis palabras? ¿En lo mucho que todo eso significaba para mi?

—¿Reírme? No puedo imaginar por qué—.

—Verás —. Dijo en un murmullo.

Entonces su rostro fue cambiando de color a una velocidad increíble.
Podía leer en el cada sentimiento cada estado de su mente.
Miedo, vergüenza.

Pero sus palabras emergieron con un leve tono de rabia, mas hacia ella misma que para mi.
Por una extraña razón Bella continuaba pensando que su respuesta podría parecerme jocosa o divertida, pero al contrario.
¿Qué quería decir cuando decia que le daba “Vergüenza”

—No te sigo—. Dije luego de un segundo.

Bella había vuelto a esconder su rostro apoyándolo en mi pecho y no lograba descifrar sus palabras, me miró entonces nuevamente, luego de un momento y su rostro volvió a cambiar de color.
Verdaderamente sentía vergüenza.

—No quiero ser una de esas chicas, Edward—. Agregó intensamente. — ¡De esas que se casan justo al acabar el instituto, como una paleta de pueblo que se queda alucinada por su novio! ¿Sabes lo que van a pensar los demás? ¿Te das cuenta de en qué siglo estamos? ¡La gente ya no se casa a los dieciocho! ¡Al menos no la gente lista, responsable y madura! ¡No quiero ser una chica de esas! Yo no soy así... —.

Entonces Bella no pudo continuar.
Sus palabras habían salido prácticamente disparadas de su boca pero no por ello estaba cargadas con menos intensidad.

Entonces de eso se trababa todo.
No quería solo ser una inmortal libre el resto de su existencia.
No me rechaza. ¡Ella no me rechazaba…! ¡A mi!
Lo que ella tenia era el juicio publico, el ser recordada como la típica chica de preparatoria que se casó con su novio de preparatoria.

No podía creer que solo de eso se tratase.

—¿Es que te parece poco?—. Contestó ella.

—¿No es que estés más entusiasmada por ser... inmortal que por mí?—. Pregunté esperanzado.

Entonces una risa nerviosa, casi histérica sacudió su cuerpo.

¿Por que reía? ¿Se reía de mi?
¿Como podía reír de esa forma cuando no hace mucho me pedía que yo no lo hiciera?´
¿Y por que no respondía a mi pregunta?
¿Por cuanto tiempo más dilataría mi expectación, mi angustia, mi sufrir?

En silencio aguarde sin perder nunca mi secreta esperanza.


—¡Edward! —. Logró decir cuando la risa cesó levemente. —¡Anda! ¡Yo siempre... pensé... que tú eras mucho más... listo que yo!—.

Mi viejo corazón dio un salto y por un momento sentí como si repentinamente volviera a latir.
Sabia que era imposible pero no me importaba analizarlo.
No quería encontrar las respuestas científicas a lo que estaba sintiendo.

Bella era y seria mía por siempre, por todo los años, por las décadas y por los siglos venideros.
Sería mi esposa aunque ahora se mostrara no muy convencida de ello.
Yo borraría sus miedos.
Cuando estuviéramos juntos nada importaría, ni las lenguas malhabladas, ni los prejuicios humanos.

Le abracé contra mi pecho mientras la risa fluía libremente también a través de mi.

Que absurdo había sido.
No me importaba mi egoísmo y por ese pequeño momento no me sentí culpable.
Me sentí libre, sin culpas, sintiéndome absoluta y completamente feliz.

—Edward —. Agregó de pronto Bella con un marcado tono de seriedad. —No tengo ningún interés en vivir para siempre si no es contigo. No querría ni siquiera vivir un día más si no es contigo—.

Era un verdadero alivio saber que su decisión aunque ella insistía en que eso no cambiaba en nada su forma de pensar sobre el matrimonio.

Pero era solo sobre ello, nada tenia que ver conmigo, con existir junto a mi.
Y era estupendo saberlo de todos modos, me era mas fácil comprender su punto de vista sobre el asunto pero también quería que ella pudiera ver el mío.
Le miré a los ojos esperando que mis palabras lograran traspasar sus prejuicios.

—Ya ves, Bella, yo siempre he sido un chico «de esos»—.

Hablé recordando mis días mortales… De mis ansias, de mis sueños que solo se limitaban a ser un condecorado soldado.
El único amor que yo había experimentado era el amor por mi madre y nunca sentí ni busque el afecto de una mujer que no fuera el de ella.

—No pensaba en otra cosa que en esa imagen idealizada de la gloria de la guerra que nos vendían entonces los eventuales reclutadores, pero si yo hubiera encontrado... —. No. Eso no era la realidad.

Yo nunca habría encontrado a una mujer como ella.
Era absurdo pensar que cualquier mujer me habría llenado por completo de eso estaba seguro.

—Iba a decir que si hubiera encontrado a alguien, pero eso no sería cierto—. Proseguí. — Si te hubiera encontrado a ti, solo si tu hubiera encontrado a ti no tengo ninguna duda de lo que hubiera hecho.


Yo era de esos chicos.
De esos que cuando descubrían que una mujer reunía todos los requisitos que yo estaba buscando no habría dudado un solo segundo en ponerme de rodillas e intentado por todos los medios posibles conseguir su mano.

—Te hubiera querido para toda la eternidad, incluso aunque la palabra no tuviera entonces las mismas connotaciones que ahora—.

Sonreí agradecido que mi condición impidiera que me sonrojara.
Pensando en todo momento en como habría sido si la vida nos hubiera unido en otras circunstancias, en otros tiempo, en mis tiempos.
Entonces me perdí en sus brillantes ojos un momento, pero algo no estaba bien, algo faltaba.

—Respira, Bella—. Dije alegremente al ver que no lo hacia. —¿No lo ves, aunque sea un poquito, desde mi lado?—.

Su mirada se perdió en la mía por un largo segundo y luego sacudió su cabeza enérgicamente como si hubiera despertado de un trance.

—La cosa es, Edward —. Agregó inmediatamente con la voz temblorosa. —, que en mi mente, matrimonio y eternidad no son conceptos mutuamente exclusivos ni inclusivos. Y ya que por el momento estamos viviendo en mi mundo, quizá sea mejor que vayamos con los tiempos, no sé si sabes lo que quiero decir—.

Había eludido olímpicamente mi pregunta pero yo no me daría por vencido tan fácilmente, no sobre este tema.

—Pero por otro lado pronto habrás dejado atrás estos tiempos. Así que, ¿por qué deben afectar tanto en tu decisión lo que, al fin y al cabo, son sólo las costumbres transitorias de una cultura local?—.

Solo tendrían pasar unas cuantas décadas y todos serian nada mas que un borroso recuerdo para ella.


—¿Te refieres a Roma?—. Pregunto entonces.

Me reí de buena gana.

Ella no debía decir inmediatamente, pero debía tener en cuenta las dos posturas sobre un mismo tema.

—¿No crees?—.

—¿Así que tu condición...?

Y así era.
Mi condición seguía siendo que se casa primero conmigo.
Yo comprendía su punto de vista, pero si ella quería que fuera yo quien la transformara ella debía ser mi esposa primero y luego de eso… Cualquier cosa podría pasar, el futuro no estaba tallado en piedra.


—Chan cha cha chan, chan cha cha chan...—. Tarareó Bella entre dientes.

No volvimos a hablar sobre el tema.
Bella se dedicó a terminar algunos pendientes y luego, como siempre, preparó la cena para su padre.
La noche llegó, el tiempo con su paso inclemente no se detendría.
Avanzaría sin que yo pudiera detenerle.
Pero mientras pudiera me dedicaría a proteger al ser mas importante que hubiera existido jamás en mi vida… en mi existencia.
Y me dediqué, como todas noches a velar el apacible sueño de Bella que dormía placidamente solo a unos pocos centímetros de mi.

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