lunes, 7 de marzo de 2011

Conflicto Eterno Cap. 18 Jasper


Jasper
Había saltado por la ventana de Bella cuando la noche aun era oscura.

Esme escapaba de la fina llovizna oculta entre los árboles cercanos, permanecería en los alrededores hasta que yo volviera y a toda velocidad me adentré en el bosque.

Mientras corría pensé nuevamente en la idea que me había obsesionado durante la noche.
La imagen de la joya volvía a mi mente, recordando cada detalle, cada pequeño y refinado detalle.
No habría necesidad de buscarla en mi dormitorio para cerciorarme que aun permanecía ahí.
No le había vuelto a ver desde nuestra llegada a Forks, pero sabia que estaría en el mismo lugar en el cual permanecía guardada.
Una casa de llena de vampiros era un lugar seguro, incluso más que un confiable banco.
Ojala sucediera lo mismo con las visiones de Alice, pero ella misma sentía que no podía confiar en su poder, pero ya no podíamos fiarnos de el para actuar.

Nos sentamos como siempre, alrededor de gran mesa del comedor, esa noche debíamos discutir asuntos importantes.

—¡Es inútil, no logro ver absolutamente nada!—. Decia Alice acongojada.

Jasper pasó uno de sus brazos en torno a su cintura para consolarla.

—Deberías tratar de concentrarte un poco más—. Insistí insensible. —Tienes la mente en otras cosas. Le estas dando demasiada importancia a cosas que no la tienen—.

—¡La fiesta de Bella no es algo sin importancia!—.

—Edward—. Intervino Carlisle. —Creo que tu hermana tiene derecho a utilizar su tiempo . Todos estamos preocupados por el asunto de Seattle pero no le podemos pedir más de lo que esta dando—.

—No comprendo lo que esta sucediendo.
Alice, tus poderes han sido más estables y fuertes que nunca antes. Algo estamos haciendo mal—.

—O tal vez es algo que no estamos haciendo—. Me respondió Jasper.

—Creo… — Dijo Alice con la vista clavada en la mesa. —Creo que mis poderes me están abandonando. No existe otra solución—.

—No creo haber escuchado jamás algo parecido—. Le contestó Carlisle tranquilamente. —Con el tiempo los poderes de un vampiro tienden a intensificarse.
De ahí que los vampiros más antiguos sean más poderosos.
Lo único que disminuye con el tiempo en nuestra existencia es la fuerza de los neófitos, creo que puedes descartar esa teoría Alice, el problema tiene otra raíz—.

—¿¡Pero cual!?—. Inquirió ella.


—La mejor manera de solucionar este asunto es actuar—. Agregó Emmett mientras se ponía de pie. —Debemos ir a Seattle de inmediato y terminar con este asunto.
Podríamos hacerlo sin llamar la atención—.

—Pero no sabemos cuantos son, ni en donde se ocultan—. Dijo Carlisle pensativo.

—Eso será muy simple yo puedo ir ahora mismo y hacer un reconocimiento de la zona—. Se alejó de su silla y comenzó a caminar hacia la puerta.

—Que ni se ocurra dar otro paso en dirección a esa puerta—. Le dijo Rosalie desafiante.

—¿Alice?—. Preguntó Carlisle. —¿Que pasaría si Emmett fuera ahora a Seattle?—

Cerró sus ojos, tratando de buscar las respuestas que no acudían a ella.

—¡No lo se, no puedo verlo!.
Se que la resolución de Emmett es fuerte y que irá si ustedes lo dejan pero no logro ver absolutamente nada.
¡Maldita sea! ¿Que me esta pasando?—.

—No te sucede nada, nada malo hay en ti—. Repetía Jasper mientras volvía a consolar a Alice.

—Entonces pensemos en otra cosa….— Les dije devanándome los sesos. —Pensemos en irnos, eso es.
Digamos que nos marchamos ahora, esta misma noche. ¿Que sucedería si nos vamos con Bella donde nadie nos pueda encontrar. Serviría de algo?—.

—¡Ya te dije que no lo se, no lo se!. Todo esta en blanco. No tengo las respuesta que tu necesitas—.

—Esta bien, esta bien—. Dijo Carlisle. —Creo que esta noche no lograremos nada—.

—Pero Carlisle debemos tomar una decisión—. Expresé molesto.

—No podemos tomar una decisión como esa de la noche a la mañana, además estoy seguro que Esme también tendrá cosas que decir—.

El tenia razón, de nada serviría actuar a ciegas, sabia que Carlisle siempre querría lo mejor para todos.

—Tienes razón, deben disculparme. Es sólo que no me gusta sentirme tan desorientado—.

—Si, a mi tampoco me gusta, me siento inútil y temo no poder ver nada nunca más—. Agregó Alice débilmente.

—Perdóname—. Le dije nuevamente a mi hermana. —No ha sido mi intención angustiarte. Creo que tal vez sólo estas cansada y pensándolo mejor, eso de realizar la fiesta te distraerá un momento—.

—Si ya no hay nada más que hacer—. Dijo entonces Emmett. —Creo que saldré un momento a estirar las piernas—.

—¿Tienes pensado alguna actividad en particular?—. Le preguntó Rosalie.

—¡Por favor!—. Les interrumpí. —Serian tan amables de llevar sus pensamientos a otro lugar—

—Perdón—. Respondió Emmett mientras me cerraba un ojo y salía por la puerta de la cocina seguido silenciosamente por Rosalie que no podía levantar la mirada de vergüenza.

Siempre era un fastidio para mi cuando ellos se ponían así de cariñosos.
Trataba con todas mis fuerzas de bloquearlos pero aun así me enteraba.

Mi familia se dispersó dentro y fuera de la casa, cada uno dedicado a sus asuntos y yo me dirigí hacia mi dormitorio.

Tal y como lo había pensado, encontré la pequeña caja donde guardaba las pocas joyas de mi madre en el mismo lugar donde la había dejado y la contemple largamente mientras trataba de recordar su rostro.

Pensé entonces con ellos, pensé en la alegría que sentirían si hubieran podido conocer a Bella y por un momento vi la imagen completa, me había ilusionado aun más de lo que me atrevía a reconocer y ahora soñaba con otros tiempo, Bella llevando un gran vestido blanco. Mi madre y mi padre siendo testigos de nuestro amor, tomados fuertemente de la mano.
Yo esperaría de pie junto al altar vestido con mi traje de gala del ejercito mientras las medallas ganadas en combate colgaban de mi pecho.

Tomé el pequeño anillo en mi mano, pronto la joya cumpliría el propósito por el cual había sido confeccionada, adornaría el delicado dedo anular de Bella, pronto brillaría nuevamente después mucho, de demasiados años.

Llegó entonces la claridad del alba y pronto comenzaría un nuevo día.
Dejé la joya en su caja, cambié mis ropas y baje las escaleras ansioso por ver a mi futura novia.
Pero algo se interpuso en mi camino.
La pequeña figura de Alice me bloqueaba el paso, me esperaba en la salida principal, sosteniendo dos retazos de tela a la altura de los ojos y preguntó:

—¿Cual te gusta más?—.

Estaba seguro que mi opinión no tendría valor alguno y si era así, entonces por que me retenía?

—¿Importa realmente lo que piense?—. Le contesté.

—No mucho—. Pero la verdad es que esto es muy relajante para mi, pero ahora no se que hacer. —Se muy bien cuales son tus preferencias y tus gustos, pero es que no puedo decidir entre una o la otra y estoy sometiendo a votación que manteles usar.
¿A ti cual te gusta más?—.

—Creo… que tu elección será la correcta—.

—¡Edward! Por favor!. ¿Te molestaría darme una mano?—.

—Alice estoy atrasado para ir al Instituto y creo que tu también—.

—No. No puedo estar atrasada por que no iré. Tengo demasiadas cosas que hacer—. Dijo estirando su brazos hacia mi, sin dejar de mover los pequeños cuadrados de tela.

—Veo que no me dejaras libre—. Dije y ella movió su cabeza negando lentamente.

—Mmm…—. Si quería salir pronto de ahí no tendría más salida que cooperar. —El de la derecha—.

—Ni siquiera lo haz visto bien—.

—¿A ti cual te gusta más?—

—No es gracioso—. Respondió bajando sus brazos molesta. —Tu ya sabes cual es el que a mi me gusta más—.

—Pues ese también es mi preferido—. Me moví cerca de ella y le bese en la frente. —Se que harás un bello trabajo. Ahora debo irme y trata de descanzar—.



Bajé de mi coche frente a casa de Bella mientras un par de humanas transitaban bajando la calle. Me dedicaron solapadas miradas al mismo tiempo que intercambiaban comentarios sobre mi fisonomía.
Nunca dejábamos de generar la misma reacción en los ignorantes humanos.
Caminé humanamente hasta la entrada y sin reparo abrí la puerta suavemente.
Lo que vi me resultó francamente desconcertante.
Bella estaba de pie de espaldas a mi, al parecer sostenía el periódico entre sus manos y permanecía completamente absorta en la lectura de este, al punto de no ser consiente que yo me encontraba ahí.
Me recosté junto al marco de la puerta contemplando la escena. ¿Cuánto tiempo podría permanecer en ese estado?
Pero algo no estaba bien, no del todo. Algo faltaba en el ambiente, algo que debía estar y no lo estaba. Algo importante.

—¿Bella?—. Pregunté después de un minuto al sentir que su corazón no latía.

Al sonido de mi voz volvió el fundamental palpitar, al mismo tiempo que Bella giraba en un salto vi que sus manos temblaban.

Corrí junto a ella tomando sus manos entre las mías.

—¿Te he sobresaltado? Lo siento, tendría que haber llamado—.

Pero no era mi inconciente actuar lo que le había asustado.

—¿Has visto esto? —. Me respondió extendiendo hacia mi el periódico que hace unos pocos segundos atrás atrapaban su completa atención, pero no necesité verlo para saber que era lo que perturbaba de tal manera a Bella.

—Todavía no he leído las noticias de hoy, pero sé que se está poniendo cada vez peor—.

Tomé el periódico entre mis manos y leí rápidamente todo el articulo, los humanos se sentían sobrepasados por los acontecimientos y trataban de explicar los extraños acontecimientos.

Mi familia y yo tendríamos que actuar antes que la cosas siguieran empeorando. Debíamos evitar la visita inminente de los Vulturis, cuando situaran sus ojos en la región nada evitaría una visita inminente.
Todos estábamos concientes que anhelaban volver a reunirse con nosotros, era fundamental no darles aquella oportunidad.
Lamentablemente Alice no podía guiarnos en esta oportunidad, por mas que se esforzaba no lograba ver que nos deparaba el futuro. Debíamos movernos a ciegas.
Tendríamos que hacer algo y debíamos actuar enseguida.

—¿Qué dice Alice?—. Inquirió en ese momento Bella siguiendo el hilo de mis pensamientos.

—Ése es el problema —. Le dije recordando la pasada reunión.
Le hablé de la incapacidad de mi hermana y de sus temores relacionados a sus poderes.

—Alice cree que esta perdiendo su don—.

Los ojos de Bella se abrieron repentinamente como platos al mismo tiempo que pregunta si eso era posible.

—¿Quién sabe?—. Le respondí. —Realmente nadie había realizado algún estudio sobre nuestra especie y le hablé de las teorías de Carlisle, mejor ejemplo de ello eran los mismo Aro y Jane.

—Entonces, ¿qué es lo que va mal?—

—Creo que la profecía que se cumple por sí misma.
Estamos esperando que Alice vea algo para actuar, y ella no visualiza nada porque no lo haremos en realidad hasta que ella vea algo. Ése es el motivo por el que no nos ve. Quizá debamos actuar a ciegas—.

Después de todo actuar como Emmett sería la única salida.

—No—. Dijo Bella con la voz temblorosa.

Yo también sabia que había motivos para tener, pero de algo estaba completamente seguro. El movernos a ciega no serviría de nada, necesitábamos la ayuda de un especialista en neófitos y afortunadamente contábamos con uno.

—¿Tienes muchas ganas hoy de ir a clase?—. Le pregunté.

Sólo quedaban pocos días para los exámenes finales y era muy poco probable que los maestros entregaran nuevas materias.
Bella aceptó de buena gana mi idea.

—¿Qué vamos a hacer?—.

—Vamos a hablar con Jasper—.



Al llegar la mitad de mi familia se encontraba reunida en la sala viendo la televisión, Alice no lograba distraer su mente del la crisis sensorial que estaba atravesando, incluso su hobby favorito no eran suficiente para distraerla de su repentina y extraña falta de visión; sentada en el último de los escalones, intentaba sin éxito ver algo que nos ayudara.

Emmett y Rosalie ya estaban de vuelta y agradecí que esta vez no se tardaran días enteros en volver a casa.
Seguramente Carlisle no querría tomar ninguna decisión si es que alguno de nosotros no estaba presente.

—Hola, Edward. ¿Qué? ¿Escaqueándote, Bella? —. Dijo despreocupadamente pero hablándole sólo a Bella.

—Hemos sido los dos —. Le respondí.

—Ya, pero ella es la primera vez que ella va al instituto. Quizá se pierda algo—. Agregó Emmett sin dejar de reír.

Verdaderamente tener sus arrancadas con Rosalie lo ponía de un humor desesperante.
Le ignoré y caminé hacia Carlisle mientras le entregaba el periódico.
Seguramente no necesitaba leerlo para enterarse de lo sucedido ya que en la televisión se comentaba sobre lo mismo pero de todas formas le pregunté:

—¿Has visto que ahora están hablando de un asesino en serie? —.

Carlisle suspiró y extendió su mano para tomarlo al mismo tiempo que decia que durante toda la mañana dos especialistas se habían dedicado a debatir esa posibilidad en el noticiario.
No había duda que no podíamos permitir que esa situación continuara.

—Pues vamos ya —. intervino Emmett, lleno de entusiasmo… como era usual en él.
—Me muero de aburrimiento—.

—Pensé que había quedado claro que no intentarías tal cosa. Lo único que lograran es que nos maten, si los vulturis nos encuentran ahí que creen que harán? . Emmett, tu no iras a Seattle—. Decía Rosalie desde el segundo piso en un susurro perceptible sólo para nosotros.

—Ella siempre tan pesimista —. Agregó Emmett.

Moví mi cabeza afirmativamente.
Rosalie tenía una visión muy pesimista pero tarde o temprano tendríamos que ir.

—Esto me preocupa—. Decia mientras bajaba las escaleras y se reunía junto a nosotros.
Nunca nos hemos visto envueltos en este tipo de cosas. No es asunto nuestro, no somos los Vulturis—.

—No quiero que los Vulturis deban aparecer por aquí—. Comenté.

Por lo menos no aun, no ahora que Bella podría recapacitar sobre mantener su condición humana.
Que ellos llegasen sólo aceleraría las cosas y eso nos concedería mucho menos tiempo para actuar.

En ese momento Esme se lamentaba profundamente por todos los humanos que estaban siendo exterminados en Seattle. Ella creía que no estaba bien dejarlos morir de ese modo tan atroz,

“—Si es que realmente estaban muertos—. Pensó Jasper en es momento. —A mi juicio, todo parece indicar que no lo están… No todos por lo menos, no completamente.
Creo que gran mayoría aun “existe” y creo que los están preparando—”

—Oh —. Exclamé buscando los ojos de Jasper. ¿Podría ser?.

Sabíamos que los crímenes eran cometidos por neófitos pero no había pensado en aquello que creía Jasper.
Y verdaderamente podría ser posible, estaba ahí delante de todos. Los hechos eran innegables.

¡Él tenía la razón! ¿Como no lo habíamos visto si estaba ahí, delante de nuestros ojos?.
Eso cambiaba todo.

Mientras tanto mi familia ya se sentía intrigada por el intercambio mental de Jasper y mi monologo así que me serené .

—Creo que es mejor que se lo expliques a los demás —. Le dije a Jasper ya que sin duda él era el indicado para hacerlo. —¿Cuál podría ser el propósito de todo esto? —.

¿Quien podría estar creando un ejercito de neófitos?.
Hace muchos años había escuchado la historia de Jasper, en su mente primero y luego de sus propios labios cuando se sintió seguro en muestra familia.
Ahora el turno de Bella había llegado, se develaría otro secreto del mundo vampírico en el cual ella se había adentrado, pero aun sabiendo que eso era fundamental, me debatía internamente.
¿Acaso era realmente necesario que ella conociera toda la historia?.
¿No podía protegerla también de esto?,.
¡Maldita sea!.
No, Bella debía saber, debía, para estar preparada y nosotros también.

—¿De qué habla? —. Preguntó Alice que se había acercado movida por la curiosidad.
—¿En qué estás pensando?—. Inquirió a Jasper ahora.

Pronto, él sintió el peso de ser observado atentamente.
Jasper siempre era el observador, nunca el observado, siempre retirado, siempre concentrado en su lucha interna.
Ahora todos esperaban sus palabras y él no sabia por donde comenzar.
Había sido un hombre que poseía voz de mando, hoy en cambio luchaba por encontrar las palabras, el tono preciso. Sabia muy bien las consecuencias que tendrían sus palabras y por eso no quería causar en Bella un temor mayor. Él, al igual que yo, sólo quería que estuviera al tanto, que comprendiera.

—Pareces confusa —. Le dijo a Bella entonces aun sabiendo que eso era así.

—Todos estamos confusos —. Agregó Emmett, impaciente como siempre.

—Podrías darte el lujo de ser un poco más paciente —le contestó Jasper—. Ella también debe entenderlo.
Ahora es uno de nosotros—.

Vi el rostro de Bella notoriamente sorprendido.
Seguramente ella no sabía lo agradecido que estaba Jasper, además la valentía que Bella había demostrado en Italia, había despertado en él un sincero sentimiento de admiración.


—¿Cuánto es lo que sabes sobre mí, Bella? —. Le preguntó sin dejar de mirarla.

Se sorprendió al escuchar que no era mucha la información que Bella tenía de él.
Por razones obvias yo nunca había abordado ese tema con ella, siempre me sentía extraño cuando hablaba de mi familia.

“—¿Acaso Bella no sabe nada sobre mi?—” Inquirió sorprendido Jasper , hablándome sólo en su mente.
Levanté la mirada y sus ojos me confirmaron lo que había en el tono de su “Voz”… Incredulidad, asombro.

—No —. Dije respondiendo a su silenciosa pregunta. —.Estoy seguro de que entiendes por qué no le he contado esa historia, pero supongo que debería escucharla ahora—.

Y sin duda que habría evitado sacar a la luz la historia de Jasper, pero ahora era imperante. Nada más podía quedar en tinieblas.

“—Claro, claro. Tienes toda la razón, tal vez yo habría hecho lo mismo, pero Alice ya me conocía al momento de encontrarnos. Te entiendo, pero no te preocupes, haré mi relato apto para humanos… o más bien, apto para Bella—.” Me aseguró mentalmente al mismo tiempo que abría el puño de su jérsey para dejar al descubierto una de las marcas de su cuerpo y las exponía a la luz de una lámpara cercana.

Con la yema de sus dedos dibujo el contorno de una de ellas mientras se sumergía en lo más profundo de sus recuerdo.

Esperé la reacción de Bella y al darse cuenta de lo que realmente estaba viendo se sobresaltó.

—Jasper, tienes una cicatriz exactamente igual que la mía—. Dijo ella para contemplar la cicatriz que el encuentro con James le había dejado.

—Tengo un montón de cicatrices como la tuya, Bella—.

Lentamente Jasper subió la manga de su jersey, dejando al descubierto su marcado antebrazo.
Bella le contempló por un momento sin comprender muy bien lo que estaba delante de sus ojos, pero cuando logró ver, contempló la marca de su propia mano para luego volver a mirar la piel de mi hermano.

Sorprendida le pregunto:

—Jasper, ¿qué fue lo que te pasó?—.


Seguramente Bella ya estaba asustada y dudé un momento en seguir con esa conversación.
Debía calmarme, ella era fuerte. Más fuerte de lo que yo creía, de eso estaba seguro.
Bella podría con esa información, debía hacerlo.

—Lo mismo que te ocurrió a ti en la mano —. Contesto él sin inmutarse.

Las cicatrices que tenían su cuerpo eran tantas que sólo dedicando mucha atención era posible distinguir donde comenzaba y terminaba cada media luna.
Rió de mala gana al recordar el dolor que le había causado cada una de ellas.
Sólo un vampiro era capaz de dejar ese tipo de cicatrices pero en todos mis años de vida jamás había visto uno que tuviera tantas como él.
Lo mismo había sucedido con Emmett y nos podría haber matado del susto cuando le vimos esa lejana mañana hace ya tantos años.


Como era de esperar, Jasper logró despertar la curiosidad de Bella que no dudó un momento en preguntar por que le había sucedido algo como eso mientras sus ojos pasaban del rostro de este a su brazo que permanecía levemente descubierto.

Él hablo sobre lo diferente que había sido su nacimiento y su crianza como neófito comparada con la nuestra.
La palabras que tendría que formular Jasper, los recuerdos que tendría que evocar, lograrían abrir la mente de Bella.
El velo de nuestra condición seria por fin descubierta ante sus ojos y aunque era verdad que mi familia y yo formábamos un grupo completamente diferente a la norma, que éramos una excepción a la regla, en el fondo, nuestra naturaleza era sin duda la misma, guiados y movidos por el mismo deseo… La sangre.

—Antes de que te cuente mi historia, debes entender que hay lugares en nuestro mundo, Bella, donde el ciclo vital de los que nunca envejecen se cuenta por semanas, y no por siglos—.

De esta manera comenzaba Jasper el relato de su vida haciendo una leve introducción sobre los espacios que suelen ocupar la mayoría de los vampiros, sobre la secreta y conveniente proximidad invisible que mantienen con los seres humanos.

—Hazte una idea—. Siguió él ilustrando. —,por ejemplo, del mapa del hemisferio occidental. Imagina un punto rojo simbolizando cada vida humana. Cuanto mayor es el número de puntos rojos, más sencillo será alimentarse sin llamar la atención, es decir, para quienes vivimos de este modo—.

Podía ver, pero también podía sentir como todo el cuerpo de Bella se estremecía levemente con las palabras de Jasper; en otros tiempos, en otras circunstancias le habría alejado, le habría protegido pero no hoy, no ahora.
Con todos mis sentidos seguiría vigilante a cada palpitar fuera de tomo, a cada lapsos en su respiración cuando fuera más larga de lo normal, a los pestañeos nerviosos de sus ojos y así determinar cuando debía concluir el relato.



Mi familia se había retirado cada uno a sus distracciones, ya habían escuchado esa historia y ahora sólo Alice, Bella y yo seguíamos cada palabra de Jasper.
Habló sobre los clanes sureños, de sus luchas por poseer ciudades y así poder alimentarse libremente.
El resumen fue extenso pero necesario.

Pero Jasper omitió detalles violentos y viscerales pasando por alto los tres días que agonizó al nacer a esta nueva existencia.

—¿Pero por que? —. Preguntó Bella refiriéndose a las luchas por poseer determinadas ciudades.

—¿Recuerdas el mapa con los puntos rojos?. Luchan por controlar las áreas donde se acumulan más puntos rojos—.



La fecha exacta de esos acontecimientos estaba perdida en la memoria de Jasper y por lo tanto para mi también.
Sin embargo no tiene importancia ya que sólo fue cuestión de tiempo hasta que un vampiro más avezado que otros se diera cuenta de las ventajas que conllevaba el vivir en una gran zona poblada de humanos y de esta forma alimentarse hasta que su sed estuviera saciada.
Y era inevitable que otros le imitaran haciendo gala cada uno de diferentes técnicas para lograrlo.
Pero entre todos uno sobresalió y su nombre era recordado hasta hoy. Sobre todo por las consecuencias que sus actos arrastraron.

Él logró, a pesar de ser un vampiro joven e inexperto, masacrar dos aquelarres y de esta forma tomar control sobre la zona de Houston, pero no se sintió conforme con su victoria y avanzó hacia Monterrey teniendo ahí también un éxito rotundo.

—¿Y cómo lo consiguió? —. Preguntó Bella.

Y ahí estaba la respuesta a todas nuestras interrogantes, la sombra que pendía sobre nuestras cabezas era la misma que hace tantos años había aniquilado a esos primeros aquelarres, exterminados todos en la lucha.
Benito había creado el primer ejercito de Vampiros neófitos y hoy esa amenaza corría tras nuestros pasos.

La fuerza y el salvajismo que caracterizan a los neófitos los hacían armas destructivas muy eficientes pero eso no significaba que tenerlos aseguraba una batalla.

Todos sabíamos lo fuertes que eran en su primer año, aun Emmett que había sido el último sabia lo que podía esperar de ellos.
En innumerables oportunidades nos habíamos encontrado con uno o con dos, pero jamás con un grupo.

Por su parte, Esme había sido una neófita tranquila y su educación fue extremadamente fácil, casi no le había dado trabajo a Carlisle que encontró en ella un eco de su propia conciencia.
Emmett en cambio siempre fue muy fuerte y con él era mucho más difícil razonar. Y en algunas oportunidades su sed fue más grande que la voluntad, al contrario de Rosalie que siempre estuvo consiente de su fuerza, de su sed.
Así, ella se ha controlado desde su comienzo y se enorgullece de ser la única que no ha probado sangre humana en todos sus años de existencia.


—A un neófito se le puede enseñar a que se controle razonando con él—. Continuó Jasper. —Pero diez o quince neófitos juntos son una pesadilla. Se vuelven unos contra otros con tanta rapidez como contra el enemigo. Benito debía estar creando continuamente otros nuevos conforme aumentaban los enfrentamientos entre ellos y también porque los aquelarres derrotaos solían diezmar al menos la mitad de sus fuerzas antes de sucumbir—.

Tendíamos esperanzas.
Si en el futuro cercano fuera inevitable el enfrentamiento, tendríamos una oportunidad. Pensé mientras Jasper entregaba una descripción detallada de lo que un neófito era.

El relato siguió su curso, narrando al la lucha en el sur y el resultado desastroso de esta hasta que los Vulturis aparecieron, aplicando castigo capital a todos los implicados en la masiva conversión sistemática de nuevos vampiros con el fin servir como guerreros.

Sin piedad, ejecutaron a cada aquelarre que violó esa regla, descuartizando y lanzando a las llamas los cuerpos, aniquilando todo a su paso.
Sólo algunos logran sobrevivir, no por suerte o por misericordia sino como mensajeros, para que la lección y la amenaza se mantuviera en el tiempo.

—Bastó para que la fiebre de la conquista sureña no se extendiera y el resto del mundo permaneció a salvo. Debemos a los Vulturis nuestra actual forma de vida—. Dijo Jasper con una mezcla de terror y respeto en su voz—.

Pero al paso del tiempo, cuando los Vulturis regresaron a Italia las reyertas continuaron, sólo que esta vez a una menor escala. Claro que esporádicamente los noticiaros eran sacudidos por muertes y desapariciones sospechosas. Los Vulturis volvían y exterminaban a los faltos de juicio.

—Pero quedaban los demás, los precavidos... Los solapados pero no menos ambiciosos, los más inteligentes—.

—Fueron esos quienes te convirtieron —. Inquirió Bella.

Corría 1861 cuando Jasper se unió al ejercito confederado, sólo tenia diecisiete años.
Su vida humana había transcurrido en Houston, Texas y no dudó un momento en mentir sobre su edad con el fin de cumplir sus sueños.
Su carrera militar también fue efímera, aunque un poco mas extensa que la mía. Logró ascender de manera vertiginosa aun sobre hombres con mas edad y experiencia que él.
En ese tiempo Jasper fingía tener sobre los veinte años.

Adjudicaba su rápido ascenso al supuesto carisma que su padre le atribuía, aunque dicha aptitud era mucho mas que un simple carisma que se vio potenciado al nacer a esta nueva vida.

—Además por otra parte, el ejército confederado era nuevo y se organizaba como podía, lo cual daba mayores oportunidades. En la primera batalla de Galveston, que bueno, en realidad, fue más una escaramuza que una batalla propiamente dicha, fui el mayor más joven de Texas, y eso sin que se supiera mi verdadera edad—.

Los recuerdos humanos terminan por disolverse en la memoria del tiempo infinito cuando se es un ser atemporal, pero por alguna razón sólo un recuerdo es latente y presente sin importar los años, las décadas y los siglos que trascurran.
Y ese recuerdo es el momento en el cual fuimos transformados.

En esa fecha Galveston, estaba en poder de La Union confederada y el ejecito de los Estados Unidos había implementado un bloqueo desde julio de ese mismo año.
Al estar situada en el sureste del estado de Texas, al noroeste del Golfo de México ofrecía a los barcos de La Unión Confederada un puerto idóneo para el embarque y desembarque de sus tropas y no estaba dispuestos a rendirse, por lo menos no en ese momento.

La Marina de los Estados Unidos exigió la rendición incondicional so pena de comenzar el bombardeo.
Sus términos no fueron aceptados por La Unión haciendo hincapié en que la responsabilidad de destruir la cuidad matando a mujeres, niños y extranjeros recaería en sus manos.
De esta manera se negoció una tregua y Los Confederados pudieron evacuar sus hogares.
Jasper estaba frente del ejercito que llevó a cabo esa tarea, debía trasladarlos a Houston lo antes posible y al llegar la noche ya habían logrado su objetivo.


—Había anochecido cuando alcanzamos la ciudad. Me demoré lo suficiente para asegurarme de que todo el grupo quedaba a salvo; me procuré una montura de refresco en cuanto concluí mi cometido y galopé de vuelta a Galveston. No había tiempo para descansar—.

Se encontraba exhausto por el largo y agotador día de trabajo pero su sentido del deber era mas grande que la fatiga de su cuerpo.
Cuando le faltaban sólo un par de kilómetros para llegar a la ciudad divisó un pequeño grupo formado por tres mujeres que viajaban solas, a pie y sin escolta militar ni de ninguna otra clase.
No se detuvo a pensar en lo extraño de la situación, eran tiempos de guerra.
Dio por hecho que se trataba de rezagadas y se dispuso a darles ayuda.
Lo que vío cuando echó pie le dejó helado.
La palidez de su piel, su belleza sin igual que lograba apreciarse a pesar del tenue resplandor de la luna le dejaron casi sin palabras, eran las mujeres mas bellas que él hubiese visto en toda su vida.
Sus voces eran dulces y armónicas que resoplaban en sus oídos como campaniñas.

—Todas ellas parecían lo bastante jóvenes para ser consideradas muchachas—. Continuó Jasper. —Sabía que no eran miembros extraviados de mi grupo, pues no habría olvidado a esas tres beldades si las hubiera visto antes—.

Las tres vampiras sintieron interés por él. Primero por su apariencia, luego por la fragancia de su sangre, pero fue su “Carisma” que ellas percibieron como el don de ser persuasivo lo que generó que esa noche no les sirviera sólo de alimento.
La líder del grupo, María, decidió conservarle.

El instinto de Jasper le decía que algo estaba mal, que debía tomar su caballo y salir de ahí como fuera.
Un escalofrió recorrió su espalda, él presentía que estaba en peligro pero su cuerpo no reaccionaba a la razón de sus sentidos.

A la orden de Maria las otras vampiras se marcharon dejándolos a solas, Jasper vio como ellas desaparecían ante sus ojo cuando se movieron rápidamente.

Jasper volteó entonces para observar a Maria y le vio contemplarle con curiosidad.
Él era un ser racional y jamás en toda su vida presto atención a supersticiones, ni magia, ni ninguna de esas “Tonterías” sobrenaturales, pero de pronto se sintió inseguro.

—¿Cómo te llamas, soldado? —Preguntó María.

—Mayor Jasper Whitlock, señorita —. Contestó sin poder ir en contra de sus buenas costumbres sureñas.

—Espero que sobrevivas, de veras, Jasper . Tengo un buen presentimiento en lo que a ti se refiere—.

Avanzó los escasos pasos que los separaban hasta quedar frente a él, a escasos centímetros e inclinó su cabeza como si fuera a besarle. Jasper fue incapaz de moverse a pesar de que todo su ser le gritaba que escara, que de eso dependía su vida.

María posó su mano delicadamente en su nuca pero él podía sentir la fuerza con la cual le aferraba.
Sus labios buscaron los suyos besándolo suavemente en un comienzo pero los sentidos de Jasper le arrastraron salvajemente. Toda su conciencia fu arrastrada por los labios dulces y fríos de Maria.
Ella retiró su boca dejando escapar una excitada risa que no hizo más que provocar aun más a Jasper.
Él jamás se había comportado de esa manera, era todo un caballero pero había algo en ella, algo que le hacia actuar sin tomar en cuenta lo que estaba bien o no.
Maria buscó su cuello y lo besó concienzudamente y fue ahí cuando sucedió.
Un segundo antes ella pasaba su lengua por su cuello y al siguiente sintió como lo desgarraba para beber su sangre.
Trato de luchar pero su agarre era demasiado poderoso, jamás había sentido un agarre tan fuerte y mucho menos proveniente de una mujer.
Sintió la calidez de su sangre bajando por su espalda y por su pecho. Un momento después Maria lamía la herida evitando que siguiera sangrando, ella quería que él sobreviviera.
Jasper cayó al suelo mientras el veneno comenzaba a esparcirse por su torrente sanguíneo y el sentía el dolor que pronto se convertiría en un tormento, en una agonía sin fin.

Lo último que recuerda de esa trágica noche es a María inclinándose sobre él para lamer la sangre de su pecho.

Mi cuerpo se tensó ante ese recuerdo.
No era necesario que Bella estuviera al tanto de esos detalles.

—A los pocos días me iniciaron en mi nueva vida—. Agregó Jasper consiente de mi estado. —Se llamaban María, Nettie y Lucy y no llevaban juntas mucho tiempo. María había reunido a las otras dos, las tres eran supervivientes de una derrota reciente. María deseaba vengarse y recuperar sus territorios mientras que las otras dos estaban ansiosas de aumentar lo que podríamos llamar sus “apriscos“.
Estaban reuniendo una tropa, pero lo hacían con más cuidado del habitual. Fue idea de María. Ella quería una fuerza de combate superior, por lo que buscaba hombres específicos, con potencial, y luego nos prestaba más atención y entrenamiento del que antes se le hubiera ocurrido a nadie. Nos adiestró en el combate y nos enseñó a pasar desapercibidos para los humanos. Nos recompensaba cuando lo hacíamos bien...—.

Y Jasper era un neófito ejemplar, María siempre le recompensaba, lo llevaba lejos de los otros, lejos de todos y le dedicaba noches enteras donde le permitía alimentarse a destajo y saciar su sed para luego entregarle su cuerpo y saciar otras necesidades que él mantenía.
Al otro día ella dedicaba toda su atención a otro neófito.
Esto hacia que él se esforzase siempre en ganar su atención, Maria lo dominaba y Jasper llegó a pensar, en ese entonces, que le amaba.

—Pero María tenía prisa, sabedora de que la fuerza descomunal de los neófitos declinaba tras el primer año a contar desde la conversión y pretendía actuar mientras aún conserváramos esa energía—.

Jasper se convirtió el sexto miembro del grupo de Maria pero a las pocas semanas el numero de integrantes creció en un sesenta y seis por ciento. Todos eran varones ya que ella sólo quería soldados.
Pero tener a diez hombres juntos era complicado y diez neófitos era mucho, mucho peor.
Pronto él se vio involucrado en peleas dentro del grupo pero siempre fue más rápido, más fuerte y aunque María se molestaba por tener que reemplazar a todos los que eliminaba Jasper ella estaba complacida por su gran hallazgo.

—Me recompensaba a menudo, por lo cual gané en fortaleza.
Ella juzgaba bien a los hombres y no tardó en ponerme al frente de los demás, como si me hubiera ascendido, lo cual encajaba a la perfección con mi naturaleza. Las bajas descendieron drásticamente y nuestro número subió hasta rondar la veintena...—

Era un número considerable, sobre todo después de lo vivido tiempo atrás con los Vulturis pero los nuevos neófitos de Maria no eran como los otros.
Con ayuda de Jasper se transformaron en un grupo organizado que era capaz de trabajar en armonía, incluso las vampiras fueron afectadas por su poder.

Con el tiempo y al ver lo talentoso que era, María comenzó a encariñarse sinceramente con él y fue otorgándole mayor responsabilidad dentro del grupo.


—En cierto modo, yo adoraba el suelo que pisaba—. Reconoció . —No sabía que existía otra forma de vida. Ella nos dijo que así era como funcionaban las cosas y nosotros la creímos—.

Lo mismo podía estar pasando en Seattle.
Alguien estaba creando y manipulando a los nuevos vampiros. Alguien no les estaba dando toda la información, la formación adecuada.

¿Pero quien o para que podrían estar formando un ejercito? ¿Y que tenía que ver con Bella y con nosotros todo ese asunto?
Quien fuera no temía la reacción de los Vulturis.
Sólo dos explicaciones podía haber. No sabia de ellos o simplemente no le importaba, aunque eso parecía absurdo, que vampiro no podría temerles?.

Habíamos estado muy cerca de morir, yo por sobre todos sabía de lo que eran capaces, sabia que Aro sentía celos de mi familia, que Alice y yo habíamos despertado su interés; Jasper también al ser visto en los recuerdos de mi hermana.
Aro utilizaría a Bella para tenerme y mi familia sería arrastrada al protegernos.
Ellos no podían llegar a Forks, era imperante que eso no sucediera, tendríamos que actuar antes que fuera demasiado tarde.

El relato de Jasper había proseguido.
Sin prestar demasiada atención en sus palabras escuche como él se situó al mando del nuevo ejercito de neófitos mientras atacaban Monterrey y dando un ataque certero y silencioso se apoderaron de la ciudad.


—El éxito la volvió avariciosa y no transcurrió mucho tiempo antes de que María fijara los ojos en otras ciudades. Ese primer año extendió su control hasta Texas y el norte de México. Entonces, otros vinieron desde el sur para expulsarla—.

Acarició entonces el contorno de algunas de las cicatrices de su brazo mientras volvía a hablar de los combates y lo feroces que habían sido.
Jasper sobrevivió, pero su grupo fue diezmado. Más de un año duró la lucha donde el grupo de vampiras también sufrió perdidas.

—Ganamos tantas batallas como perdimos. Nettie y Lucy se volvieron contra María, que fue la que prevaleció al final.
Ella y yo fuimos capaces de conservar Monterrey. La cosa se calmó un poco, aunque las guerras no cesaron. Se desvaneció la idea de la conquista y quedó más bien la de la venganza y las rencillas, pues fueron muchos quienes perdieron a sus compañeros y eso no es algo que se perdone entre nosotros—.

María volvió a formar un grupo de nuevos vampiros que no superaban la docena.
Jasper se había convertido en prácticamente su compañero, para él y ella los neófitos eran sólo la artillería, perros de lucha sin valor ni propósito más que el de servir a sus fines de conquista.
Cuando cumplían el año de vida y antes que sus fuerzas disminuyeran, eran eliminados sin compasión alguna y el encargado de esa tarea no era otro que Jasper.

—Mi vida continuó por el mismo sendero, de violencia y de esa guisa pasaron los años. Yo estaba hastiado de aquello mucho antes de que todo cambiara—.

Décadas pasaron delante de sus ojos, sumido en una espiral de violencia sin fin, pero algo cambió en él cuando nació una amistad entre Jasper y un neófito llamado Peter.

—Me caía bien, era... «civilizado»; sí, supongo que ésa es la palabra adecuada. Le disgustaba la lucha a pesar de que se le daba bien.
Estaba a cargo de los neófitos, venía a ser algo así como su canguro. Era un trabajo a tiempo completo.
Al final, llegó el momento de efectuar una nueva purga. Era necesario reemplazar a los neófitos cada vez que superaban el momento de máximo rendimiento. Se suponía que Peter me ayudaba a deshacerme de ellos. Los separábamos individualmente. Siempre se nos hacía la noche muy larga. Aquella vez intentó convencerme de que algunos de ellos tenían potencial, pero me negué porque María me había dado órdenes de que me librara de todos—.

Esa noche Jasper descubrió el verdadero significado del amor. Vio que su amigo estaba dispuesto a enfrentarse a él aun y cuando no tuviera oportunidad alguna, sin embargo Peter lucharía por mantener con vida a Charlotte, otra neófita de la cual estaba enamorado.


—Los sentimientos de Peter cambiaron y se descubrieron cuando ella apareció. Él le ordenó a gritos que se fuera y salió disparado detrás de ella que habia huido al ver lo que estaba por suceder.
Pude haberlos perseguido, pero no lo hice. Me disgustaba la idea de matarle.
María se enfadó mucho conmigo por aquello... Peter regresó a hurtadillas cinco años después, y eligió un buen día para llegar—.

El estilo de vida que había estado llevando hasta ese entonces comenzó a pasarle la cuenta. No entendía por que se sentía tan abatido y desmotivado. Ya no encontraba alegría en las luchas y mucho menos en tener bajo su cargo el entrenamientos de otros.
María no entendía el cambio que se habría producido en él, ella jamás se sentía abatida y la culpa no formaba parte de su estilo de vida y no entendía por que él no podía ser como ella.

—Comencé a notar un cambio en sus emociones cuando estaba cerca de mí—. Continuó Jasper. —A veces era miedo; otras, malicia. Fueron los mismos sentimientos que me habían alertado sobre la traición de Nettie y Lucy.
Peter regresó cuando me estaba preparando para destruir a mi única aliada y el núcleo de toda mi existencia—.

Fue Peter quien le habló de una nueva vida, de una vida libre de luchas. Y de todo un sin fin de opciones con las que él jamás hubiera podido soñar.
Sólo bastaron pocas palabras para que Jasper no dudara en abandonar a Maria, él no quería matarla y la opción de irse era mucho mejor.
El tiempo que había existido era tan largo cómo el que Carlisle y yo habíamos convivido como hermanos.

—Aunque el vínculo entre nosotros no fuera ni por asomo tan fuerte. Cuando se vive para la sangre y el combate, las relaciones son tenues y se rompen con facilidad. Me marché sin mirar atrás—.

Se entregó a la vida nómada con Peter y Charlotte durante algunos años, fue difícil acostumbrarse a ese nuevo estilo de vida, era un mundo nuevo para él, era un mundo pacifico pero aun así la tristeza que cargaba en su ser no desaparecía.
Y fue su amigo quien se dio cuenta lo que sucedía ya que su estado empeoraba después de cada caza.
Pensó en las posibilidades de que eso fuera cierto.
En su cuerpo, en su mente no existía rastros de humanidad después de tanto tiempo viviendo dedicado completamente a la matanza y la carnicería.

—Yo era una pesadilla, un monstruo de la peor especie, sin lugar a dudas, pero cada vez que me abalanzaba sobre otra víctima humana tenía un atisbo de aquella otra vida—.

Cada vez que sus presas quedaban paralizadas por su hermosura, Jasper recordaba a María y a sus compañeras, él era para sus presas lo mismo que ellas habían sido para él aquella lejana noche cuando fue por última vez el Mayor Jasper Whitlock.
El recuerdo era mucho más fuerte que la sed, que el hambre. La reacción de sus victimas hacia eco en su memoria ya que él era capaz de saber y sentir cada una de las reacciones de su presa, viviendo, sintiendo en carne propia mientras les mataba.

—Has sentido cómo he manipulado las emociones de quienes me rodean, Bella, pero me pregunto si alguna vez has comprendido cómo me afectan los sentimientos que circulan por una habitación. Viví en un mundo sediento de venganza y el odio fue mi continuo compañero durante mi primer siglo de vida. Todo eso disminuyó cuando abandoné a María, pero aún sentía el pánico y el temor de mi presa.
Empezó a resultar insoportable—.

Jasper languideció sin poder evitarlo, se sintió incapaz de estar en presencia de sus amigos y vagó lejos de ellos.
Eran civilizados pero no compartían el pesar de Jasper que no soportaba seguir matando, incluso a seres humanos aunque debía seguir haciéndolo.
Él no sabía que había otra opción.
Luchaba contra su sed, luchaba hasta que le era imposible seguir postergando su necesidad pero al final siempre debía ceder.
Su cuerpo estaba acostumbrado a saciar sus necesidades de manera inmediata, debió autodiciplinar su mente y su cuerpo, después de un siglo de existencia viviendo de esa forma.
Aquella era una tarea que aun seguía en proceso.
Claro que ahora era mas fácil pero no podía bajar la guardia.
Incluso el resto de mi familia no podía hacerlo, el único inmune era Carlisle.

Jasper llegó al tiempo feliz de su vida.
Todo cambió el día que se encontró con Alice.
Sus pensamientos cambiaron, dejó atrás los recuerdos tormentosos y sangrientos y pasó a ese día en Filadelfia.


—Estaba en el exterior cuando comenzó la tormenta y era de día, una práctica con la que aún no me encuentro cómodo del todo. Sabía que llamaría la atención si me quedaba bajo la lluvia, por lo que me escondí en una cafetería semivacía. Tenía los ojos lo bastante oscuros como para que nadie me descubriera, pero eso significaba también que tenía sed, lo cual me preocupaba un poco—.


Alice había visto hace mucho tiempo que Jasper se uniría a ella.
E impaciente como ella es, decidió que mejor sería temprano que tarde.

—Ella estaba sentada en un taburete de la barra. Me esperaba, por supuesto —. Agregó Jasper riendo entre dientes. —Se bajó de un salto en cuanto entré y vino directamente hacia mí—.

De inmediato supo lo que ella era y desconcertado pensó que le atacaría, para él no existía otra explicación.
Pero ella le sonreía y las emociones que emanaban de su ser eran completamente desconocidas para él.


—Me has hecho esperar mucho tiempo —. Dijo Jasper haciendo alusión a las palabras de Alice quien se había movido hasta estar junto a nosotros otra vez.

—Y tú agachaste la cabeza, como buen caballero sureño, y respondiste: «Lo siento, señorita» —. Dijo Alice quien el recuerdo le devolvió su buen humor y le entregó a Jasper una sonrisa.

—Tú me tendiste la mano y yo la tomé sin detenerme a buscarle un significado a mis actos, pero sentí esperanza por primera vez en casi un siglo—. Agregó Jasper mientras alzaba las manos para tomar las de Alice.

—Sólo estaba aliviada. Pensé que no ibas a aparecer jamás—.

Y desde entonces ambos han sido inseparables.
En innumerables oportunidades vi como eran capaces de ver estado en el cual se encuentran con solo una mirada. Como si pudieran leer sus mentes.

Intercambiaron sonrisas por un momento y luego Jasper se volteó para seguir el relato.

—Alice me habló de sus visiones acerca de la familia de Carlisie. Apenas di crédito a que existiera esa posibilidad, pero ella me insufló optimismo y fuimos a su encuentro—.

—Casi nos da algo del susto —. Dije interrumpiendo a Jasper en su relato.

“—Ok. Adelante, puedes seguir contando la historia. Se han terminado los malos recuerdos, con Alice llegó la felicidad a mi existencia—“ Declaró Jasper en su mente.

Había sido todo un guerrero pero cuando hablaba de mi hermana se ponía meloso. Hice una mueca y seguí relatando nuestro primer encuentro.

—Emmett y yo nos habíamos alejado para cazar y de pronto aparece Jasper, cubierto de cicatrices de combate, llevando detrás a este monstruito —. Aticé un leve golpe con el codo a Alice para luego narrar como nos saludaba a cada uno por nuestros nombres. —Lo sabía todo y quería averiguar en qué habitación podía instalarse—. Ambos, Alice y Jasper, rieron al recordar ese día. —Cuando llegué a casa, todas mis cosas estaban en el garaje—.

En su defensa mi hermana agregó que mi habitación contaba con la mejor vista y que por eso había decidido quedarse con ella—.

Reímos, por primera vez en toda mañana reímos dejando todos los malos recuerdos atrás. Y por ese breve momento me sentí libre.

—Es una historia preciosa —. Dijo entonces Bella.

Le miramos sorprendidos, ¿Que había de hermoso en el relato de Jasper?

—Me refiero a la última parte, al final feliz con Alice—. Agregó mientras su cara comenzaba a tornarse delicadamente sonrosada.

En eso tenía razón, la vida de Jasper había cambiado, aquellos sólo eran recuerdos, pero hoy necesitábamos de esos recuerdos para sobrevivir.

—Ella marca la diferencia. Y sigo disfrutando de la situación—. Le contestó Jasper.

—Una tropa... — Susurro Alice que había comprendido el motivo por el cual Jasper estaba contando su historia.
—, ¿por qué no me lo dijiste?—

—Creí que había interpretado incorrectamente las señales—. Dijo él a modo de
defensa. —¿Y por qué? ¿Quién iba a crear un ejército en Seattle? En el norte no hay precedentes ni se estila la vendetta. La perspectiva de la conquista tampoco tiene sentido, ya que nadie reclama nada. Los nómadas cruzan las tierras y nadie lucha por ellas ni las defiende—.

Pero no había otra explicación, él lo había visto antes.
En Seattle se estaba organizando un ejercito de neófitos que posiblemente no superaba los veinte.
La situación sólo empeoraría y los Vulturis aparecerían sin que pudiéramos evitarlo.

—De hecho, me sorprende que lo hayan dejado llegar tan lejos—.

—¿Qué podemos hacer? —. Preguntó Carlisle que volvía a estar pendiente de nuestra conversación.

Y Jasper sabía que sólo había una salida, eliminarlos, destruirlos y debíamos hacerlo pronto, antes que los Vulturis de involucraran.

—Os puedo enseñar cómo hacerlo, aunque no va a ser fácil en una ciudad. Los jóvenes no se preocupan de mantener la discreción, pero nosotros debemos hacerlo. Eso nos va a limitar en cierto modo, y a ellos no. Quizá podamos atraerlos para que salgan de allí—.

Pero ahora yo tenía casi todas la piezas de ese acertijo.
No sería necesario que nosotros tratásemos de alejarlos de la ciudad y eso era simplemente por que el objetivo era mi familia.

—¿A nadie se le ha ocurrido pensar que la única posible amenaza para la creación de un ejército en esta zona somos... nosotros?—. Les dije a todos.

—El grupo de Tanya también está cerca —. Replicó Esme tratando de negar lo innegable.

—Los neófitos no están arrasando Anchorage, Esme—. Le recordé. —Me parece que deberíamos sopesar la posibilidad de que seamos el objetivo—. Dije esta vez mirando a cada uno.

—Ellos no vienen a por nosotros —. Aseguró Alice para luego detenerse a pensar mientras trataba con todas sus fuerzas de ver algo. —, o al menos... no lo saben, todavía no—.

El puñado de imágenes era desconcertante. No comprendía como Alice lograba soportar esas visiones sin sentido.
Dejé de merodear su mente frustrado en extremo.

—¿Qué ocurre? —. Pregunte nervioso y curioso. ¿Podría ser posible que ella lograse ver algo concreto en esas extrañas sucesión de borrosas imágenes? —. ¿De qué te has acordado?—.

—Destellos —. Contestó ella. —No obtengo una imagen nítida cuando intento ver qué ocurre, nunca es nada concreto, pero sí he atisbado esos extraños fogonazos. No bastan para poderlos interpretar. Parece como si alguien les hiciera cambiar de opinión y los llevara de un curso de acción a otro muy deprisa para que yo no pueda obtener una visión adecuada—.

—¿Crees que están indecisos? —. Inquirió Jasper incrédulo .

—No lo sé...—. Respondió ella.

—Indecisión, no—. Me apresuré a decir.

El responsable de los neófitos debía conocernos, conocía los poderes de Alice, conocía de que era capaz. Sabía que ella no podría ver hasta que se tomara alguna decisión.
Fuera quien fuera se ocultaba de Alice jugando con los limites de su presencia.
¿Pero quien podría saber que hacer para escapar de ella? Y sólo un nombre lleno mi mente.

Alice se planteaba esa misma interrogante y le respondí.

—Aro te conoce mejor que tú misma—.

—Pero me habría enterado si hubieran decidido venir...—

—A menos que no quieran ensuciarse las manos...—

—Tal vez se trate de un favor —. Dijo Rosalie interesada ahora también. —Quizá sea alguien del sur, alguien que ha tenido problemas con las reglas, alguien al que le han ofrecido una segunda oportunidad: no le destruyen a cambio de hacerse cargo de un pequeño problema... Eso explicaría la pasividad de los Vulturis—.

Me sorprendió un poco la idea de Rosalie. Se había mostrado desinteresada durante todo el relato pero los motivos para tomar en cuenta sus palabras eran muy fuertes.

—¿Por qué? —. Preguntó Carlisle entonces. —No hay razón para que ellos...—

—La hay —. Dije discordante. —.Me sorprende que haya salido tan pronto a la luz, ya que los demás pensamientos eran más fuertes cuando estuve con ellos—. Aro nos quería, quería que Alice y yo formáramos parte de su guardia, cada uno a su lado. El presente y el futuro, la omnisciencia total. — El poder de la idea le embriaga, pero yo había creído que le iba a costar mucho más tiempo concebir ese plan para lograr lo que tanto ansia. Y también hay algo sobre ti, Carlisle, sobre tu familia, próspera y en aumento. Son los celos y el miedo. No tienes más que él, pero sí posees cosas de su agrado. Procuró no pensar en ello, pero no lo consiguió ocultar del todo. La idea de erradicar una posible competencia estaba ahí. Además, después del suyo, nuestro aquelarre es el mayor de cuantos han conocido jamás...—.

Sentí los ojos de Bella clavos en mi, pero me negué a contemplarla. Ya habría tiempo para calmar su miedo.

Carlisle creía que los Vulturis jamás harían algo como eso, estaba según él, demasiados entregados a su misión de protectores de nuestras leyes, nunca quebrantaría una y mucho menos harían algo como eso, nunca quebrantarían sus propias reglas.

—Esto iría en contra de todo aquello por lo que luchan—. Agregó.

Pero yo pensaba que el poder absoluto corrompe absolutamente y ellos sólo tendrían que limpiar sus huellas después, cometerían una doble traición y nadie lo sabría.
Seria fácil culparnos por cometer algún crimen que avalara su actuar ante los otros vampiros.
No podríamos salir libres de esa situación pero eso no impediría que lucháramos.

Jasper intervino. Creía que Carlisle tenia razón, la imagen que él tenia de ellos era igual de altruista que la de Carlisle.
Él no comprendía, siempre los había visto como salvadores, como restauradores del orden cuando el caos amenazaba con descubrir nuestra existencia.


—Los Vulturis jamás rompen las reglas—. Dijo él. —Además, todo esto es demasiado chapucero. Este... tipo, esta amenaza es... No tienen ni idea de lo que se traen entre manos. Juraría que es obra de un primerizo. No me creo que estén involucrados los Vulturis, pero lo estarán. Vendrán—.

Y en eso era en lo único en lo cual estábamos de acuerdo.
El silencio se dejó caer luego de las palabras de Jasper. ¿Cuándo sucedería eso? ¿Cuanto tiempo teníamos? ¿Podríamos evitarlo?

—En ese caso, vayamos... —. Vociferó Emmett. —¿Qué estamos esperando?—.

“—Edward—“. Me llamó Carlisle en su mente. “ —Siento que no tenemos otra salida, siento que la subsistencia de nuestra familia esta en juego.
No quiero perderlos, no quiero exponer a Esme a una lucha, no quiero que salga lastimada al no estar preparados. Si Jasper esta en lo cierto debemos saber como enfrentarnos aunque si él tiene razón sobre el número de neófitos no creo que sea de mucha ayuda. Sin embargo tenemos que darles una oportunidad, deben poder defenderse, debemos darles una oportunidad—”. Dijo resignado pensando en Alice, Rosalie y sobre todo en Esme.

En sus ojos no existía más que amor, amor por su familia, por sus hijos, que éramos nosotros, amor por todos nosotros y ví también lo mucho que le dolía tomar esa decisión, toda su existencia había evitado las confrontaciones buscando siempre una salida diplomática, pero estaba vez sólo había una forma de salir con vida.

Asentí moviendo levemente mi cabeza, esta vez sólo había una solución y esa era pelear.

—Vamos a necesitar que nos enseñes a destruirles, Jasper —. Expresó entonces Carlisle resignado.

—Necesitaremos ayuda—. Dijo Jasper reaccionando como un resorte. Él también había sacado la cuenta y al igual que Carlisle, no le gustaba el resultado. —¿Crees que el aquelarre de Tanya estaría dispuesto...? Otros cinco vampiros maduros supondrían una diferencia enorme y sería una gran ventaja contar con Kate y Eleazar a nuestro lado. Con su ayuda, incluso sería fácil—.

—Se lo pediremos —. Respondió Carlisle pensando que sería demasiado egoísta al arrastrar a otros en nuestros problemas.

Jasper vio su vacilación y le tendió un móvil.
—Tenemos prisa—.

Manipuló la tan característica calma de Carlisle para infringirle la necesidad de urgencia.
Carlisle respondió al estimulo y tomó el teléfono para luego dirigirse hacia las amplias ventanas mientras marcaba los número que le comunicarían.

Tomé a Bella de la mano y le guié hasta el sofá donde nos sentamos.
Era duro para Carlisle que aun trataba de encontrar otra salida a nuestra desventaja numérica.
Me concentré en la mente de mi padre.

El tono de marcado se alargó un eterno segundo hasta que por fin contestó.

—Jasper —. Dijo ella seguramente al ver el número de este en el visor de su teléfono móvil, pero su voz no era la de siempre. Sonaba monocorde, impasible.

—Hola Tanya—. Contestó Carlisle que también se había percatado del tomo de su voz.
—Espero que todos estén bien—. Continuó él, pero al no tener respuesta decidió exponer inmediatamente el problema. —Bueno te estoy llamando por que estoy seguro que están al tanto de lo que esta sucediendo en Seattle en estas últimas semanas…—

—Si estas llamando para pedir nuestra ayuda creo que haz perdido tu tiempo Carlisle.
Justamente hace un par de días hemos estado hablando sobre ese tema, Irina esta dolida por la perdida de Laurent. Es verdad que sólo un año vivió con nosotras pero ella llegó a amarle profundamente—.

—Maldito, maldito sea Laurent, que se pudra en el más profundo abismo del infierno al que pertenece...—.

Susurré alejándome de la mente de mi padre.
Quería tomar el teléfono entre mis manos y decirle que Laurent no valía nada, que era un egoísta, un ser repugnante que no dudó en abandonar a sus amigos cuando se vio en problemas.

Maldito por querer lastimar a Bella cuando se encontraba desprotegida…. Si no hubiera sido por los licántropos…

Expulsé el aire de mis pulmones, tratando de que este acto lograra tranquilizarme y volví a la mente de Carlisle que escuchaba a Tanya que continuaba hablando.

—Sabemos también que todo ese asunto esta relaciona con esa humana de la cual Edward esta encaprichado y que fue a causa de ella que Laurent volvió a Forks. Irina no puede perdonar, no se conforma con haberlo perdido, no de la forma en que todo sucedió—.

—Eso es ridículo Tanya.
Somos prácticamente familia. No puedo creer que estén molestos con nosotros por todo ese asunto.
Además te recuerdo que Laurent trató de matar a Bella y que los licántropos no hicieron más que protegerla como lo harían con cualquier otro humano—.

—Pero no puedo creer que los estés defendiendo. Carlisle, ¡Ellos son nuestros enemigos!—.

—Tal vez tengas razón pero nosotros hemos logrado vivir en armonía—.

—Esta bien, te ofrezco lo siguiente.
Si quieren nuestra ayuda tendrán que ayudarnos ustedes también—.

—Por su puesto, lo que tu quieras—.

—Queremos exterminar a esos malolientes perros, a todos ellos. Que no quede uno solo.
Pero no podemos hacerlo sin que tu estés de acuerdo, es en tus tierras que ellos viven.
Esa es nuestra única condición—.

Tanya debía estar loca.
No había otra explicación para que le propusiera eso a Carlisle.

—Eso está fuera de cuestión —. Respondió él evitando alzar la voz, pero aquello le estaba costando
trabajo. —Tenemos un trato. Ni ellos lo han quebrantado ni nosotros vamos a romperlo—.


—¿Quieres decir que los prefieres a ellos?.
Entonces no cuentes con nuestra ayuda—

—Lamento oír eso... —

—Lo siento Carlisle. Ustedes son como nuestra familia, pero Irina es mi hermana y Laurent también lo era.
Tendrán que arreglárselas sin nosotros—.

—Por supuesto, haremos cuanto esté en nuestras manos... Solos—.

De un golpe sonoro cerro el móvil.
No esperaba una reacción como esa. Se sentía abatido, defraudado.

No se movió, necesitaba digerir las palabras de Tanya.
Era verdad, Tanya tenia toda la razón… estábamos solos.

Emmett no comprendía la escena que había presenciado y se lo expliqué.

—El vínculo de Irina con nuestro amigo Laurent era más fuerte de lo que pensábamos. Ella les guarda bastante ojeriza a los lobos por haberle matado para salvar a Bella. Ella quiere... —.

Me detuve.
Las intenciones de Irina causarían en Bella gran dolor, no quería que se sintiera responsable por la negación del clan de Tanya.

Bajé mis ojos para contemplar su rostro.
Sus ojos gritaban lo que su rostro quería ocultar.

—Sigue —. Me pidió valientemente.

—Pretende vengarse. Quiere aplastar a toda la manada. Nos prestarían su ayuda a cambio de nuestro permiso—.

—¡No! —. Exclamó Bella.

Le pedí que se tranquilizara, no había motivos para que se preocupara.
Carlisle jamás aceptaría la descabellada petición y lamentablemente yo tampoco.
Laurent había recibido lo que merecía, ni mas ni menos. Nunca dejaría de sentirme en deuda con los licántropos.

—Esto pinta mal —. Agregó Jasper. —Son demasiados incluso para un solo enfrentamiento. Les ganamos por la mano en habilidad, pero no en número. Triunfaríamos, sí, pero ¿a qué precio?—.

Trató de ser frío en sus pensamientos pero sus sentimientos por mi hermana eran demasiados fuertes. Él también quería protegerla.

Bella comprendió sus palabras y su corazón volvió a dejar de latir.

La tomé en mis brazos y la senté en mis piernas como si fuera una niña pequeña que necesitaba ser consolada.
Mis brazos rodearon su cuerpo y la estreché contra el mio.

—Todo saldrá bien Bella, te prometo que todo saldrá bien—.

Quería decirle que nada nos sucedería, que todos estaríamos a salvo pero no podía prometer eso, no con los números en nuestra contra.

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