sábado, 5 de febrero de 2011

Conflicto Eterno: Cap. 10 Remembranzas


Cap. 10 Remembranzas

Rosalie no sólo le había contado su historia humana y la forma en la cual nació a nuestra vida.
También le comento sobre nuestros días en Denali.
No estaba preparado para algo como eso. Al parecer mi hermana se había abierto mucho más de la cuenta.

—¿Ah, sí?—. Contesté incomodo.

—Mencionó algo sobre un grupo de vampiresas... y tú —.

Definitivamente no estaba preparado para algo como eso y recordé aquel tiempo en Alaska.

Era uno de los primeros días de invierno.
Pronto el sol permanecería oculto por casi seis meses y vivir cerca de un Parque Nacional que mide aproximadamente 24.585 mk2 era ideal para mi familia, sobre todo con la abundante y diversa vida silvestre que existía en la zona.

Solo se necesitaba una pequeña caminata para encontrarse cara a cara con Osos Grizzly, Caribus, Alces, Lobos, Zorros, Cabras silvestres, etc.
Claro que la mayoría permanecía hibernado pero ese no era un problema, sobre todo para Emmett que disfrutaría de su pasatiempo favorito: Despertarlos.
Y no podía dejar de sentir cierta lastima por los pobres animales.

Eleazar y su compañera Carmen, Tanya, Irina y Kate vivían en la gran casa que todos habíamos construido en medio de las blancas colinas nevadas.
Era amplia, protegida por grandes y gruesas paredes, tan blanca como la misma nieve que la rodeaba.

Tanya era sin duda una vampira muy hermosa, apetecida y deseada por los hombres que quedaban fascinados por su apariencia.
Y ella se regocijaba de las licenciosas palabras que ellos le dedicaban.
Irina y Kate en esos años, compartían también su secreto gusto por los placeres humanos.
A sus ojos eran suaves, cálidos, hermosos con todas sus imperfecciones.
No comprendía su fijación por ellos, que ciego había estado.

Aquella tarde me encontraba solo, todos habían decidido salir de casa mientras que yo trataba de sacarme una tonada de la cabeza y anotaba las partituras que se agolpaban en mi mente.

Le escuche un par de segundos antes de que entrara por la puerta.
No tenía ganas de enfrentar sus tontos intentos de conquistarme.
Desde la primera vez que nos encontramos, pensó que tal vez yo podría ser un compañero para ella.
Pero Tanya era familia para mi. Nunca podría verla de otra manera, por mucho que ella insistiera.

Esa estadía había sido particularmente molesta, al parecer las tres hermanas se habían puesto de acuerdo para ver con quien perdía mi tan incomprendida virginidad.
¿Por que no sólo me dejaban tranquilo?

Me escabullí hasta mi habitación, tratando de evitarle, pero a los pocos minutos estaba parada delante de mi puerta y sin siquiera golpear abrió de ella.

—Yo vengo por ti y tu me cierras la puerta. Así no se comporta un caballero.
Pero no importa… —.

"Yo no soy una dama" Terminó de decir en su mente.

—Disculpa Tanya, no estoy de humor para tus juegos hoy—. Y no lo estaría ni mañana, ni pasado, ni nunca si ella seguía tratando de ganar la apuesta que tenía con sus hermanas.

Se paró delante de mi, bloqueando la salida del dormitorio.

—Yo te enseñaré que mis juegos son bastantes agradables—.

Y caminó hacia mi dispuesta a besarme.

Giré con ella entre mis brazos, tratando de evitar su rostro que se abalanzaba sobre el mío.
Mi espalda tocó la pared y me detuve pensando en el posible daño estructural que podría sufrir la casa.

—Tanya por favor, de verdad que no estoy de humor—. Le dije cortes pero apáticamente.

No quería tener algún altercado con ella por algo tan estupido, sin embargo yo no era un títere con el cual se podía jugar y tomar a voluntad. 

—Me harías el favor de no intentar besarme—

—¿Y por que no? ¿Acaso no soy lo suficientemente bonita para ti?—. Preguntó haciendo un hermoso puchero.

Y vi que verdaderamente sufría frente a esa posibilidad.

—No seas ridícula, eres hermosa, no es culpa tuya. Yo soy el que tiene problemas—.

—No te preocupes… Sea cual sea, yo lo solucionaré, déjalo en mis manos. Te prometo que te gustará—.

Con su mano acarició mi rostro y por un momento mi cuerpo disfrutó aquel contacto.
Nunca me había permitido pensar en lo que podría ser mi existencia con una compañera a mi lado tal y como lo hacia el resto de mi familia.

Amar y ser amado sería sin duda lo más increíble que podría sucederme, los días y las noches dejarían de ser una pesada carga.
Pero no encontraría el amor en Denali, no ahí con Tanya o con sus hermanas.
Yo solo era un juego para ella, uno entre muchos. 

Se acercó un poco más a mi y su mano descendió por mi rostro acariciando mi cuello, mi pecho, hasta llegar a la pretina de mi cinturón. 
Detuve su impetuosa mano sintiendo un extraño calor que subía por mi rostro.
Nunca antes había permitido que se acercara tanto a mi, nunca alguien me había acariciado de esa manera.

—No estoy para juegos—. Le dije molesto sin soltar su mano.

—Por que no sólo te dejas llevar, alguna vez tendrá que pasar—. 

—Si, pero no será contigo o con cualquiera de tus hermanas.
Deben buscar otro entretenimiento este invierno, lamento no poder ayudarles en eso—.

Su risa sonó hiriente, burlona. 

—Supongo que no nos hemos esforzado lo suficiente en ocultar nuestras intenciones, pero pensamos que sería más fácil si sabias que todas estamos dispuestas para ti—.

—Y se los agradezco infinitamente, supongo que cualquier hombre se sentiría honrado de tener la atención de tres bellas vampiras como ustedes, pero debo rechazar tan generoso ofresimiento—.

Se alejó de mi con clara frustración.

—Es la primera vez que me mandan a volar, pero creo que jamás lo volverán hacer de la forma tan cortés que lo has hecho tu.
Para ser la primera vez debo decir que mi ego ha salido casi ileso—.

—No era mi intención causarte algún dolor o que te sintieras menos hermosa—.

—Mmm. Debo decir que me encantas, aunque seas un ser tan extraño, aun entre nosotros mismos que somos extraños por naturaleza.
Y debo agregar que me fascinas Edward—.

Rápidamente estuvo otra vez delante de mi y se inclinó hasta que sus labios se posaron sobre los mios, sacó su lengua y lamió lentamente de abajo hacia arriba una sola vez mi boca para luego separarse tan rápido como se había acercado.

—Eres exquisito y no creas que me daré por vencida tan facil—.

Eso era fácil de ver, ahora era más que una simple apuesta para ella, me había transformado en algo personal.

Esa fue la primera y la última vez que se aproximó a mi de esa manera. Sus hermanas simplemente dejaron de intentarlo después de ese día, Tanya dio por terminada la apuesta considerándome un caso perdido pero en su interior jamás lo haría realmente.


—No te preocupes —. Dijo de pronto Bella y fui consiente de mi involuntario silencio. — Ella me aseguró que no habías demostrado preferencia por ninguna, pero, ya sabes, me preguntaba si alguna de ellas lo hizo, o sea, si manifestó alguna preferencia hacia ti —. 

¿Debería hablar de esa insignificancia con ella? Aquello no significaba nada para mi, nada en absoluto. 

—¿Quién fue? —. Inquirió ahora molesta. ¿Acaso eran celos los que notaba en su tono de voz?. —¿O hubo más de una?—.

Pensé en la posibilidad de contarle todo lo ocurrido pero no quería que Tanya fuera el fantasma que era Jacob Black para mi.
No quería que compartiera mi pena y mi sufrimiento.
Y sobre todo por que no había nada que valiera la pena contar de todas maneras, nada había sucedido.

Yo tan sólo había esperado, sabía que un día tendría a alguien con quien compartir todas esas experiencias.
Había valido la espera de mi cuerpo y mi alma.
Me encontraba dormido, hibernando en mis soledades hasta que Bella entró en mi vida.

Solo de ella habían sido mis primeros beso y de ella también serian los últimos.

—Alice me lo dirá. Voy a preguntárselo ahora mismo—. 

Intentó alejarse de mi con la firme intención de salir de la cama e ir a hablar con Alice.
Cerré en torno suyo mis brazos, convirtiéndolos en una jaula de hierro.

No existía nada que preguntar y con eso sólo ganaría que mis hermanos de burlaran de mi delante de ella.

—Es tarde —. Agregue tratando de convencerle. 

No quería que Emmett me echara en la cara el amante perfecto que era.
De todas maneras todo se lo había enseñado Rosalie asi que en realidad no era ninguna proeza de su parte.
Diferente era con Jasper que podía influenciar a Alice a niveles más allá de la razón. 
Tan intensos eran sus encuentros que debían alejarse de todo y de todos para estar juntos.

—Además, creo que Alice ha salido...—. Dije como último recurso tratando de persuadirla.

Bella pensaba que era algo realmente malo, su corazón se aceleró vertiginosamente, vi la expresión de terror en su rostro y sus manos comenzaron a sudar.

Estaba seguro que en cualquier momento sería victima de un ataque de ansiedad.

—Cálmate, Bella —. Le pedí mientras besaba la punta de su nariz. —No seas ridícula.

—¿Lo soy? Entonces, ¿por qué no me dices nada?—

Pero solamente no había nada que decir, nada había pasado, ni con ella ni con nadie más.
Lo estaba sacando todo de quicio.

Pero Bella seguía insistiendo, quería detalles.

Estaba seguro que no se rendiría sin tener alguna respuesta y le confesé que Tanya había demostrado interés en mi y que como todo un caballero había rechazado sus intenciones.

—Fin de la historía—.

—Dime una cosa, ¿qué aspecto tiene?—

La describí tal y como era, una vampira como el resto de nosotros. 
De piel clara, ojos dorados por la dieta.

—...y, por supuesto, es extraordinariamente guapa—. 

Me encogí de hombros por sus palabras.

Todos nosotros éramos hermosos a los ojos humanos, ella no era la excepción.
Pero yo no era un humano y a mis ojos Tanya no era más que otro miembro de mi familia, para mi solo había una persona que encarnaba la belleza en todo el significado de la palabra.
Solo en sus ojos me veía reflejado, solo en sus brazos encontraba el calor que mi cuerpo necesitaba.

—Aunque, ¿sabes qué?—. 

—¿Qué? —. Me respondió.

Acerqué mis labios a su oído exhalando suavemente mi aliento como una caricia, consiente del efecto que tendría sobre ella.

Solo sus besos quemaban mi resistencia y prendía mi fuego.
Solo sería ella, por siempre.

—Las prefiero morenas—.

—Eso significa que ella es rubia—.

En efecto, su cabello era de un color rubio rojizo, largo hasta la mitad de la espalda.

—No es mi tipo para nada—. Agregué.

Bella permanecío en silencio con los ojos abiertos contemplando la oscuridad de la noche.
Su cuerpo estaba relajado ahora y me dediqué a jugar con mis labios otra vez recorriendo el largo de su cuello, esperando alguna respuesta de su parte.

Descendí hasta su clavícula rozándole solo con mi labio inferior. Al llegar ahí le besé sumamente y comencé a subir de nuevo, esta vez separando mis labios y rozando su suave piel.
Llegué nuevamente al borde de su mandíbula y apreté su piel con mis labios, sin embargó no obtuve reacción alguna de parte de ella.
Debía estar pensando en mis palabras, desmenuzándolas una por una.
Me concentré otra vez en su cuello y volvía a descender acariciando, besándolo hasta que por fin dijo:

—Supongo que entonces está bien —.

—Um —. Respondí sin dejar de lado mi tarea. —Eres aún más adorable cuando te pones celosa. Es sorprendentemente agradable—. 

Era un gatito furioso tratando de parecer una pantera.

—Es tarde —. Dije apartándome de su cuello. —Duerme, Bella mía. Que tengas dulces sueños. Tú eres la única que me ha llegado al corazón. Siempre seré tuyo. Duerme, mi único amor—.

Bella era exquisita en todos los sentido de la palabras, solo ella habitaría en mi corazón por siempre.

Tarareé su nana suavemente.
Enroscó sus brazos a mi alrededor y se acurrucó contra mi pecho.
Su respiración se hizo mas regular y acompasada hasta que calló profundamente dormida.

Acaricié su sedoso cabello deseando que el sol no se perfilara en el horizonte, deseando que esa noche durara por siempre.

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