lunes, 31 de enero de 2011

Conflicto Eterno: Cap. 4 Jacksonville


Cap. 4 Jacksonville
 
Había aprendido a no sobrestimar a Victoria.
Me sentía nervioso, inquieto y aunque Alice aseguró que no se presentaría hasta el fin de semana y que no había ni la más mínima y remota posibilidad de encontrarnos con ella en Seattle, sentí la necesidad de adelantar el viaje.
Unas 24 horas de distancia nunca estaban de más. Solo para estar seguros.
Volamos hacía el Este, dirigiéndolos hacia el Océano Atlántico.
Ampliando la distancia entre Bella y Victoria.
En un intento inútil, desesperado.
Huyendo de sus garras, cruzando el país.

¿Pero que sucedería la próxima vez? ¿Cómo lograría mantenerle a salvo?
"—Un problema a la vez, un problema a la vez—". Pensé mientras Bella dormitaba a mi lado, con su cabeza descansando en mi pecho.

—No te preocupes por nada cariño—. Dijo Esme al partir esa mañana. —Todo saldrá bien—.
—¡Si!. Ya veté. ¡Acabaremos con esa loca!—. Agregó alegremente Emmett.

"—No es justo que te marches—". Pensó Rosalie. "—No es justo que te marches y nos dejes con este problema—".

Mis músculos se tensaron mientras sentía remordimiento por mi partida.
Mi padre intervino, contemplándonos un momento.

—¿Todo esta bien? ¿Rosalie, Edward?—.

—Todo esta bien Carlisle—. Dijo ella. —Todo esta bien—.

Sabía que ella tenía razón, sabía que hacia mal.
Pero también sabía que la especialidad de Victoria eran los trucos, las astutas maniobras.
No dejaría a Bella, no lejos de mi, de mis brazos, de mi cuidado, de mis ojos.
Aun cuando toda mi familia pensará que hacia mal en ello.

El sol se había ocultado hace un par de horas y agradecí la diferencia horaria.
Habíamos volado al encuentro de la noche.

Ahora todo dependía de mi familia.
Debían poner fin a esta estúpida situación.
Le esperarían y no le dejarían escapar.
Alice coordinaría las maniobras, atenta solo a monitorear el futuro de Victoria, a ver cada una de sus decisiones y movimientos.
No debía volver a escapar.

Nuevamente me sentí inquieto, confundido.
Tal vez todo dependía de mi, pero me era imposible separarme de Bella. Nunca más lo haría.
Apreté un poco más su cuerpo contra mi costado, hasta que dejó escapar un suave y sugerente quejido.

—Perdón—. Dije en un susurro soltando mi agarre. —¿Te he herido?—.

—Solo me haz impedido respirar un momento. ¡Pero no me sueltes por favor!. Aférrame a tu pecho solo un poco más—. Contestó alzando sus ojos que habían adquirido un exquisito brillo.
Me incliné un poco hasta que mi labios tocaron su frente.
"Ok… estamos en el avión, con un montón de gente. Será mejor que… solo…."
Me permití inhalar una vez, llenando mis pulmones, absorbiendo directamente el exquisito aroma que inundaba por completo el reducido y encapsulado avión.
—No tienes remedio—. Le dije sonriendo, completamente fasinanado.
El llegar a nuestro destino nos tomo siete horas y quience minutos. Incluyendo la escala en Chicago.

—¡Bella!—. Gritó su madre al vernos y corrió hacia nosotros.

Solté su mano por primera vez en el día y Bella corrió también a su encuentro.
Deshicieron su abrazo después de casi un minuto y al voltear a verme tenían ambas los ojos llenos de lagrimas por la emoción.

Su madre parpadeó unas cuantas veces mientras me miraba asombrada.
Recordaba claro en su memoria que mis ojos eran oscuros.

En ese tiempo, cuando estábamos dando caza a James, mi última prioridad era el alimentarme. Hoy sin embargo, veía mis ojos color ámbar.
A diferencia de Charlie, ella no guardaba rencor hacia mi. Por el contrario en su mente solo había gratitud….Como si yo fuera digno de merecerla.

—¿Mamá?—. Le llamó Bella al ver que esta seguía contemplándome sin decir palabra. —Recuerdas a Edward … ¿Verdad?—

—He…. Si… Claro, Edward. !Claro que lo recuerdo¡. Es solo que… Que…
No. No olvidenlo.
¿Cómo estas querido? ¿Fue muy molesto el viaje, tienen apetito?—.

—Estamos bien Renée—. Le conteste mientras mi prometida nos miraba nerviosamente. —Bella se encuentra más cansada y hambrienta que yo—.

— Si. Bella me contó que sigues un estricto régimen alimenticio. Seguir uno como el tuyo no me vendría nada de mal—.

—En realidad es mi madre la que lo diseño para nosotros, le pediré que te llame para que te de algunos consejos. ¿Te parece?—
—Estupendo, estupendo. Ahora es mejor que nos marchemos para que descansen—.

La casa de Renée era tal y como la había imaginado ya que la descripción que le había dado a Bella, aquella tarde en el hospital…

"Mmm. ¡Maldición¡…"

Dejé escapar un suspiro y Renée se volteó a verme.
—Ya veo que estas más cansado de lo que pensaba, no te preocupes cielo tu cuarto ya esta listo—


En la entrada de la casa había un gran roble, un árbol de tal tamaño debía ser tal vez tan antiguo como yo.

Al descender del coche pude sentir el agradable aroma del mar en el aire, estaba muy cerca, solo a unos minutos tal y como Renée lo había descrito.
—Bienvenidos—. Dijo un hombre desde el porche de la casa.

Comprendí que debía ser Phil.
Caminó hacía nosotros y estiró su mano para saludarme uno par de metros antes.

—Soy Phil y tu debes ser Edward—. "—!Rayos¡ Que porte tiene este chico y que buen brazo. Sería un increíble jugador—" Pensó este al verme.
—Muchas gracias por invitarme—. Respondí.

Phil saludó con un gran abrazo a Bella, muy parecido al de su madre. Él también le quería tal vez tanto como el mismo Charlie.
Eran en resumidas cuentas un par de personas muy buenas y la diferencia de edad era casi imperceptible.
Aunque en su mente Renée era mucho más infantil que él.
Tenía una extraña forma de ver las cosas, era interesante, digna de estudiar.

Nos acomodaron en nuestros dormitorios, separados estratégicamente por un corredor y el dormitorio principal justo en medio.

—Lamentablemente no tiene baño propio pero puedes usar el que esta al fondo el pasillo—. Dijo su madre. —En unos cuantos minutos la cena estará lista, descansa mientras tanto—.

—Muchas gracias Renée. Lo intentaré—.
Cuando se fue presté atención a los ruidos de la casa concentrándome en los provenientes del cuarto de Bella y al escuchar que charlaba con su madre saqué el móvil de mi bolsillo y marqué el número de Alice.



—Ok. He salido cuando vi que me llamabas, podemos hablar tranquilos—.
—Te pedí que no estuvieras pendiente de nosotros, estamos bien. Concéntrate en Victoria—.
—Si lo sé es que no he podido evitarlo. ¿Lo están pasando bien? Sabes que me hubiera encantado ir con ustedes, habría sido tan divertido, además las grandes tiendas cierran muy tarde—.

—Recuerda que no ha sido un viaje de placer—.

—Es verdad…..
Veo…. Veo que mañana será un día muy soleado, sin bruma matutina, tendrás que arreglartelas todo el día para estar en dentro de casa—.

—No hay problema, eso ya esta cubierto.
Estaré atento mañana, mándame un mensaje en cuanto todo termine y yo te llamaré cuando pueda ¿Ok?—.

—Esta bien, no te preocupes. Pondremos fin a esta locura—.
—Y Alice…. —. Esperó en silencio al otro lado de teléfono. —Por favor, tengan cuidado—.
—Tranquilo hermanito, tranquilo. Crees que podrá contra todos nosotros? Disculpa que destruya tus sueños, pero esta vez no te necesitaremos a si que disfruta tu fin de semana—.
—Muchas gracias por las reconfortantes palabras—. Le dije sarcásticamente. —No estoy menospreciando sus capacidades, es sólo que…. Sólo tengan cuidado ok?—.

—Esta bien, esta bien lo tendremos. Ahora déjame tranquila que quiero estar atenta—. Y dicho esto cortó la llamada.

Pasaron solo un par de minutos y escuche los pasos de Bella.
Abrí la puerta justo antes que ella diera un golpe a esta.
—Hola. ¿Puedo pasar?—.

Sonreí ante su ridícula pregunta e hice un gesto con la mano para que entrara.
—He venido por ti para la cena y estoy preocupada por el asunto. Puedo decirle a Renée que no sueles comer nada tan tarde o algo así—.
—¿Te sentarás a mi lado?—. Pregunte.
—Si. Creo que si. ¿Por que?—
—Por nada, pero espero que hoy tengas mucho apetito—. Le dije sonriendo.


La cena fue amena, muy divertida para ser sincero. Su madre era una mujer muy divertida, extrovertida.
Bella me vigilaba por el rabillo del ojo cuando me llevé a la boca el tenedor con la extraña cosa verde que estaba en mi plato. Lo mastiqué un par de veces y lo tragué rápidamente.

—¿Te han gustado los espárragos?—. Dijo Renée.
—Ho. Si. Son mis preferidos—. Le contesté mientras Bella ocultaba una sonrisa tras su vaso con gaseosa.

En solo una milésima de segundo, el plato de Bella tenía un par de espárragos más y el mío un par menos.
Al darse cuenta, me miró por unos segundo mordiéndose los labios al comprender que tendría que comer por dos ese fin de semana.
Ayudé a Bella a levantar los platos cuando terminó la cena.
Nuestras manos se rozaban cada vez que ella me entregaba un cubierto, un vaso, en una pequeña pero agradable y silenciosa caricia.
Era la falta casi total de contacto que tenía mis músculos agarrotados y anhelaba que llegase pronto la hora en que todos se fueran a dormir para pasar la noche junto a ella, para tenerle en mis brazos, acariciar su rostro, su cuerpo y besarle hasta que el sol se perfilara en el horizonte marino.
Tal vez fue por mi deseo contenido, o simplemente nuestros intentos por ocultar nuestra necesidad mutua que incrementó la curiosidad de su madre por nuestra relación.
Tal vez fue el mutuo silencio que se instaló entre nosotros o con la masoquista separación voluntaria de nuestros cuerpos.
Creo que fue un poco de todo aquello lo que gatillo que Renée estuviera atenta a cada uno de nuestros movimientos, a cada una de nuestras miradas.
Me sentí aliviado cuando Phil se puso de pie y se excusó por irse a la cama, se despidió explicando que tendría que trabajar al día siguiente.
Comenzó entonces la rutina para dormir.
Los abrazos y las buenas noches para todos, cada uno a sus dormitorios, el ir de venir, el sonido del agua corriendo mientras cepillaban sus dientes.
Mientras tanto me recosté sobre la cama con las manos detrás de la cabeza, prestando atención a cada uno de los movimientos, de los ruidos.
Cerré los ojos cuando escuche el agua de la ducha corriendo.
Solo había una persona en la casa que podría estar tomando una ducha a esa hora… Bella.
Tendría el cabello mojado cuando fuera a su dormitorio, jugaría con el entre mis dedos mientras le abrazaba y tarareaba su nana para hacerla dormir.
En cierta forma me sentía aliviado de que el día humano llegará a su fin.
No me había preparado mentalmente para estar tan cerca de ella sin poder actuar como lo hacíamos siempre. Y verdaderamente nunca vi que nuestro interactuar fuera diferente al resto de las parejas o que en el hubiera algo extraño hasta que nos vi bajo el peculiar punto de vista de su madre.
De todas formas sólo tenía que soportar un día más y pronto estaríamos nuevamente en casa y sería nuevamente toda mía.

Lentamente los ruidos fueron disminuyendo en intensidad y en frecuencia hasta que después de un par de horas toda la casa estuvo en completo silencio.
Entonces llegó el momento de hacer la usual visita al dormitorio de mi prometida.
Giré lentamente la manilla se su puerta, ella me esperaba sentada sobre su cama.

—Pensé que nunca se dormirian—. Dijo ella tristemente.
—Si, están muy contentos de tenerte en su casa—.

—De tenernos, de tenernos—. Me corrigió
—Es verdad, están contentos de tenernos aquí—.
—Y yo estoy contenta de tenerte aquí—. Dijo Bella en un susurro acercándose un poco más a mi.
—Bella…—. Logré decir antes que ella se abalanzara sobre mi y comenzara a besarme apasionadamente.
Sabía que en cuanto comenzara a besarla sería imposible para mi detenerme.
Todo mi ser la anhelaba inmensurablemente, incontrolablemente.
No podía empezar algo que estaba seguro que no podría detener.

Sabía que mis labios buscarían más que sus labios.
Sabía que mis manos no pararían en sus hombros, que mi cuerpo reaccionaría a sus caricias hasta fundir mis defensas y mi autocontrol.
Simplemente no podía permitir que eso sucediera, aun y cuando era lo único que deseaba en ese momento y que seguramente querría por siempre.

Y lo pude sentir, lo sentí mucho antes que nuestros labios siquiera se rozaran.
Pude ver todo claramente en mi mente, pude ver que sería lo mas increíble e intenso que habría sentido en toda mi existencia.
Y fue tan intenso que no pude hacer nada mas que alejarme antes de empezar.
Cuando aun era prudente e inteligente de mi parte hacerlo.

Como me fue posible me separé de ella.

—Será mejor que te duermas—. Le dije besando su frente. —Debes disfrutar el día de mañana con tu madre—.

—No quiero hacerlo, quiero que me beses otra vez—. Contestó casi infantilmente.
—Entonces creo que será mejor que esta noches duermas sola—.
Traté de no arrastrar los pies mientras me dirigía hacia la puerta nuevamente, pero Bella tomó mi mano y me detuve antes de alcanzar el picaporte.

—No. Me dormiré pero por favor no te vallas. No podré dormir sin ti—.
Y yo no podría soportar las largas horas de la noche en otro lugar que no fuera ahí junto a ella.
Me recosté en su cama y ella abrazó mi cuerpo como si fuera la más blanda de las almohadas, olvidando que mi cuerpo era duro y frío como una piedra.
No mucho después se hundió en un profundo sueño.
Un sueño tranquilo, donde tal vez no había espacio para mi esa noche, donde mi nombre no salio de sus pensamientos inconscientes.
Solo el sonido del mar se colaba por la ventana abierta llenando el silencio de la noche.
Pronto amanecería y solo me quedaría esperar la llamada de mi familia, una llamada que esperaba poner fin a sólo uno de los tantos problemas que acarreaba mi negación de perder la humanidad de Bella.

Con la primera claridad del alba abandoné su dormitorio.
Me sentía cansazo de luchar contra mis deseos y mi naturaleza pero al mismo tiempo tranquilo conmigo mismo, vencedor y sobre todas las cosas más capas que nunca de soportar la tentación que representaba Bella para mi.
Estaba seguro que nunca sería tan difícil para mi como lo había sido el día anterior.
Y por una parte estaba feliz, feliz de ser más fuerte que nada, fuerte para amarla completa y eternamente.
Ya llegaría el día en que ella fuera para mi como yo era suyo, mientras tanto aguardaría con templanza y decisión el futuro, fuera cual fuera.
Esa mañana Bella y su madre durmieron hasta el medio día.
Phil por el cotrarío se había levantado muy temprano y ya se habia marchado muchas horas atras.
Cuando Renée fue por mi para desayunar me tendí en la cama y fingí dormir profundamente.
Seguramente a Bella no le haría gracias comer tanto por la mañana.
Cuando escuche que ya habían terminado me levanté para hacer acto de presencia en la mesa.

Renée estaba muy emocionada por mostrarnos cuanto pudiera ese día, tenía la secreta esperanza que Bella se sintiera atraída por la cálida ciudad y se mudara indefinidamente con ella.
Convincentemente dije que me era imposible acompañarlas ya que debía entregar un trabajo pendiente para el instituto.
Muchas preguntas rondaban la mente de su madre, preguntas que no podía formular estando yo presente.
Agradeció internamente que me quedara en casa dándoles un poco de privacidad.
Verdaderamente no tenía trabajo alguno que terminar, lo único que podía hacer era esperar.
Esperar que ellas volvieran, que terminara la tarde, esperar el llamado de Alice.
Tiempo, tiempo, tiempo.
Tiempo que era mi enemigo y la manecilla del reloj se empecinaba en avanzar lentamente, casi arrastrándose milésima a milésima, haciendo insoportable la espera.

Una hora transcurrió y luego otra lentamente hasta que volvieron.
La mente de su madre ahora estaba más serena, más tranquila.
Ya no buscaba explicaciones sobre la naturaleza de nuestra relación o sobre nuestros sentimientos.
Tenía claro que amaba sobre todas cosas del mundo a su hija y eso, por ahora, le era suficiente.
Desconocía que palabras habría pronunciado Bella para tranquilizarle pero veía que habían dado resultado.

De esta forma transcurrió la tarde… secretamente esperando hasta que por fin llegó la noche. Solo un poco más, esperar un poco más.
Se repitió el ritual de la cena.
Decidí que era inútil comportarme como un idiota, de todas maneras por más que quisiera el tiempo no avanzaría con mayor rápidez.

Phil nos habló de su día y de cómo le estaba yendo mucho mejor de lo que había planeado, de sus proyectos y sus jugadores estrella.
Era un buen hombre, amaba a Renée y en esos momentos estaba muy feliz con su vida y de lo que había conseguido por sus propios meritos.
Eran sin duda unas buenas personas.

Imaginé la vida de Bella en esta hermosa y soleada ciudad, un vida llena de luz, de brisa marina, de sueños y esperanzas.
Un vida donde no tendría que correr para salvar su vida, un vida sin pesadillas, ni seres sobrenaturales.
Una vida normal, rodeada de sus iguales.
Pero no había nada que ya se pudiera hacer al respecto, su destino había sido estar frente a mi para chocar con ella inevitablemente.
Ahora lo único que debía hacer era mantener esa humanidad el mayor tiempo posible.
—Buenas noches hija—. Le dijo su madre cuando terminó de lavar los platos.
Guardamos la última de las copas y nos despedimos también.


Esperar, esperar.
Esperar a que todos se despidieran, que todos cepillaran sus dientes, que todos se metieran a la cama, esperar que todos durmieran y cuando esto por fin sucedió fui libre de ir junto a Bella nuevamente.
Esta vez fue más fácil estar junto a ella y a la vez igual de tormentoso.
Había logrado pararme justo en medio de la balanza donde penden mis deseos y prioridades, sentimientos iguales en intensidad y en necesidad de ser satisfechos.
—Gracias—. Dijo Bella sorprendiéndome y le mire desconcertado. —Gracias por obligarme a venir—.
—No sabía que te sentías obligada a hacerlo—.

—No es eso, es solo que de no haber sido por ti simplemente nunca me habría atrevido a enfrentar a Charlie—.
—Se lo que quieres y me siento feliz de poder ayudarte a tenerlo, eso es todo—.
—Entonces si sabes lo que quiero, no te importará darme un beso de buenas noches—.

—¿Tu que crees?—. Le dije sonriendo.
Acaricié su rostro sosteniéndolo suave pero firmemente con una de mis manos.
Con mi mano libre peiné hacia atrás sus suaves cabellos.
Respondió a mi caricia alzando su rostro hacia el mío entreabriendo sus labios dejando salir el delicioso aroma proveniente de su garganta.

Mis labios abrazaron los suyos y su mano tomo posición en mi nuca, acariciándola.
Y sentí que sólo eso podría darle.
No me dejaría llevar por el aroma, por el sonido de su corazón, por el deseo en su respiración.
Bella no moriría esta noche en manos de Victoria y mucho menos en las mías.
Separé mis labios de los suyos y se inclinó un poco más sobre mi, alargando el contacto.
—Duerme amor. Mañana será una largo día—. Le dije sonriente.
En sus brazos yo era la oveja.

—Dormiré en el avión—. Agregó tercamene.

—¿No estas cansada? ¿No ha sido divertido tu día junto a tu madre?—
—A sido fantastico, pero el calor es agotador. Nunca creí llegar a decir esto pero, extraño el clima de Forks.
Es como si la neblina se hubiera metido bajo mi piel.
El sol molesta mis ojos, mi piel esta reseca y eso que sólo hemos pasado un día aquí—.

—Yo veo muy hermosa y suave tu piel—. Dije recorriendo su brazo con un caricia. —No se a que te refieres—.
—Tal vez el calor me esta volviendo loca, no lo se. Creo que tienes razón, es mejor que me duerma.
¿Cantarías mi mana para poder dormir?—.

—Esta bien mi pequeña consentida, cantaré para ti—.

Así Bella se durmió, acunada por la notas musicales que suavemente tarareé para ella.
La noche siguó avanzando y no tenía noticias de mi familia.
Salté por la ventana y comencé a caminar guiado por el ruido del mar, no sería conveniente despertar a todos cuando Alice llamara.

Caminé por la orilla del negro mar.
El viento soplaba en mis oídos con el romper de cada ola.
Deseé más que nunca ser humano otra vez para correr descalzo junto a ella tomados de las manos, bajo el sol y Bella llevando un precioso bañador.
Sueños, sueños, parecía que ese fin de semana no hacia más que soñar y desgraciadamente no todos eran sueños agradables para mi.
Vibró entonces el teléfono en mi bolsillo.
No necesité ver el visor, solo esperaba un llamado.
Marqué entonces el numero de mi hermana.

—Cuentame—. Dije saltandome los buenos modos.

—Todo a salido mal, todo, todo, todo.
No he podido ver.
Bueno al principio si, pero después todo se borró cuando los Quileutes se mezclaron en el asunto.
—¿Cómo, que los Quileutes…? Un momento… ¿Pero que quieres decir con que todo ha salido mal? ¡Charlie! ¿Que ha pasado con él?—
—Cómo?. ¿Charlie?… No, esta bien, se ha marchado temprano rumbo a la reservación. Le hemos seguido de cerca hasta que nos fue imposible seguir adelante.—
—¿Que ha pasado entonces?—

—Bueno nos adelantamos…
Cada uno apostado en una parte del bosque cerca de la casa de Bella.
Ella llegaría desde el Este y todo estaba a nuestro favor. Emmett y Rosalie le cerrarían el paso en caso que quisiera huir nuevamente. El resto esperaría mi señal y nos lanzaríamos sobre ella…—.
Esperé en silencio, aguardando que continuara con el relato.
—¡Rayos! Alice, no te quedes callada—. Cuando me fue imposible seguir haciendolo.
 
—Esta bien, esta bien, es que aun no entiendo como….—
—¡Por favor, me estas matando!—.
—Ok. Luego no se lo que ha pasado, le vi acercarse y al parecer ella alcanzó a sentir nuestra presencia y corrió por el bosque hasta llegar a la línea del tratado y fue lo último que pude ver.
Jasper corrió tras ella y Emmett se le unió unos segundos después, como eran los mas rápidos pronto le dieron alcance y la habrían atrapado, pero Victoria… No lo se…
Jasper dijo que zigzagueaba sobre la línea como si ella estuviera dibujada en el suelo.
Además comprendimos el por que no pude ver nada.
Mientras corríamos tras Victoria vimos un pequeño grupo de Licántropos que también hacia lo propio a su lado de la línea y pocos minutos después se les unieron toda una jauría de ellos.

Nunca había visto tantos juntos, era impresionante. Todos se movían como un mismo individuo, como si fueran un cardumen de peses o algo por el estilo.

Me sentía ciega, desorientada. No podía ver nada relacionado a nuestro futuro.
Tratamos de atraparla cada vez que estaba a nuestro alcance pero era imposible. Cada vez que estábamos cerca, ella cruzaba la línea y los Licántropos tampoco podían, también se les escabullía de las garras una y otra vez.

Victoria lanzaba grandes risas cada vez que cualquiera de los dos grupos fallaban en su intento y eso solo incrementó la furia y la desesperación.
En ese momento Emmett se adelantó a Victoria y creyendo que preveería sus movimientos se lanzó sobre ella… y de verdad que habría sido una muy buena maniobra….
Estuvo a centímetros de alcanzarla y nadie logró percatarse que del otro lado había un Licántropo con exactamente la misma idea que Emmett en ese momento….
Y entonces Emmett dio un gran salto hacia delante, pero como te decía, Victoria fue más rápida o mas astuta o tal vez ambas cosas.

—¿Pero que ha sucedido Alice?. ¿Emmett... Todos están bien?— Dije angustiado por todos ellos.
No podía creer lo que estaba escuchando.
Una vez más había cometido una tremenda estupidez.
Debí estar ahí, debí ayudar a mi familia.
—Emmett no pudo hacer nada y cayó en picada sobre este Licántropo, el cual obviamente se molestó y por poco comienza la guerra ahí mismo.
Lanzó un zarpazo que por poco le da en pleno rostro a Emmett, por suerte logró esquivar el ataque y de un salto volvió a nuestro lado de la línea.

Pero el licántropo estaba verdaderamente molesto e intentó atacar a nuestro hermano y no le importaba el tener cruzar para hacerlo.

Entonces Rosalie saltó justo en medio de los dos, protegiendo a Emmett como nunca le había visto antes.
Pronto se presentaron otros licántropos mostrándonos su dientes y todo eso.
Todos estabamos sumamente alterados.
Jasper calmó los ánimos y Carlisle pidió habar con el líder de la manada y unos segundo después se presentó el que aparentemente era su líder, un hombre verdaderamente enorme, tal vez más grande que Emmett—.

—¿Pero y Victoria?—. Dije tratando de no gritar. —¿Que ha pasado con Victoria?—.
—Edward… —.
—¡Dimelo!—.
—Victoría logró escapar—.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente. Entretenido. Gracias

Blog Widget by LinkWithin