Bueno, aquí les dejo el 2do capítulo de THE WHISPER. Espero que lo disfruten. POR FAVOR dejen sus comentarios en el blog, ya que son muy útiles. Leí todos los que dejaron anteriormente. Así que, GRACIAS por el APOYO recibido, especialmente a Giovana, Nana, Luli, Aleja, Karen y Celeste, mis primeras lectoras. De verdad, GRACIAS POR TODO. Erica. Bueno, al fin, después de tantos meses, volví a salir de mi casa. Taylor no dejaba de mirarme. Aprovechaba cada oportunidad que tenía para hacerlo. Pero esto no era reciente. Sabía que el había abandonado hacía mucho el terreno de la simple amistad. Por eso Patrick odiaba que estuviera con él, aunque fuera por cinco minutos. Pero ahora estaba libre y él ya no interfería. -Vayamos al lago. No me hará mal tomar un poco de sol. Ya casi desaparezco de lo pálida que estoy. -Pero sigues estando hermosa como siempre. -Y tú no has cambiado en nada tampoco Tay. -¿Y eso es bueno o malo? -Si fuese malo no estaría aquí contigo- dije sonriendo. En diez minutos ya habíamos llegado al lago. Era un precioso lugar, lleno de árboles y flores. Y en verano era aún más perfecto. Bajamos del auto. Taylor tomó mi mano y me miró a los ojos. Desvié mi mirada fingiendo buscar un lugar donde sentarnos. Caminamos unos metros y nos tiramos en el pasto. -¿Y qué has hecho todo este tiempo sin mi, eh? -Lo mismo de siempre. Exceptuando que conocí a ese Jasper. Está bastante tocado. -Jajaja. ¿Y qué tiene? Para que tú digas eso- reí. -No lo se. Es como que estuviera escondiendo algo. Es raro. -Eso no lo convierte en un loco. -Bueno, tú entiendes. De todos modos nos llevamos bastante bien. -Yo aún no he hablado con él. -No lo dudo. Siempre encerrada en tu casa, es complicado conocer gente nueva. -¿Y qué me dices de Internet? -Mmm… -Jaque mate Tay- dije sonriendo. -¿Tú cómo estás, Bella? -Bueno, sigo prácticamente igual al primer día lejos de él. No logro superarlo de una vez por todas. Pero al menos contigo puedo estar un poco más alegre. ¡Parece que estoy viva y todo! -Eso me agrada terriblemente Bells. Así vamos a pasar más tiempo juntos. -¿A caso tienes la exclusividad? -No lo se. ¿Me la darías?- dijo mientras se acercó más a mi, hasta quedar pegado a mi hombro. -Taylor… -Lo siento. También es difícil para mi Bella.
Pero quiero que estés bien y no haré nada que te moleste. -Gracias Tay… Qué haría sin ti. Deberías presentarme a Jasper. Así me rodeo de gente nueva y empiezo a salir de este pozo sin fondo de una vez. -Okay. Podemos salir una noche e ir a comer algo. -Cuando quieran. -Lo llamaré hoy a ver si esta misma noche puede. ¿Qué te parece? -Perfecto. Así mantengo mi día ocupado. Taylor se recostó en el pasto y yo seguí sentada junto a él, con mis rodillas flexionadas junto a mi pecho. De vez en cuando le echaba una mirada, a la que él siempre correspondía con una sonrisa cálida. Era reconfortante estar con él. Podía haber silencios abismales sin la más mínima incomodidad. Y lograba que me riera y desplazara un poco mi atención de Patrick. Quizás mamá tenía razón. En un tiempo estaría mejor y podría salir con Taylor, pero no solo como amigos. Me recosté yo también en el pasto y observé las nubes que se habían formado recientemente. Me di vuelta y observé a Taylor. Él hizo lo mismo. No podía negar que era lindo. Alto, bien formado, cabello castaño y ojos miel. En eso nos parecíamos. Era justo mi tipo, pero sentía que no podíamos llegar mucho más lejos. O que no duraría. -Te quiero- dije. No pude contener el impulso. Taylor me miró sin saber que decir. Se acercó un poco más, hasta que nuestras caras quedaron a pocos centímetros. Volví a sentarme abrazando mis piernas, sin siquiera mirarlo. Un minuto después él estaba al lado mío, sentado en la misma postura que yo. No dijo nada. -Perdona Taylor, no pude evitarlo. -No deberías pedir perdón por decirle a alguien te quiero- dijo con un dejo de tristeza en su voz. -No es por eso en sí. Es que te la estoy haciendo más difícil. No quiero generarte falsas expectativas. -Pero hay posibilidades entonces. -No lo se. Eso lo decidirá el tiempo. Por ahora puedo decir que eres mi mejor amigo y que nunca quiero que estemos separados. ¿Prometido? -Prometido. No te va a ser fácil deshacerte de mi Bells- sonrió. -Lo mismo digo Tay. Permanecimos inmóviles, mirando en dirección al lago, sin pronunciar una sola palabra. Inesperadamente comencé a escuchar una débil melodía. No sabía de dónde provenía, pero se oía tan lejana. Agudicé todos mis sentidos y, repentinamente, me vi invadida por una oleada de temor. Miré a todos lados para encontrar el motivo de esa sensación tan fuerte, tan intensa e inentendible. Pero no encontré nada que llamara mi atención, todo permanecía en calma. La melodía seguía sonando dulcemente. Era tranquila, llegando incluso a ser relajante. Parecía que mi mente estaba jugando sucio conmigo, otra vez. Pero no sentía que fuese yo misma la que generaba ese sonido, era alguien más. El piano continuó reproduciendo sus frágiles notas hasta que no fui capaz de seguir oyéndolo. Junto con él se fue mi estado de alerta y temerosidad. Lentamente regresé a la realidad. Al parecer, Taylor no se había dado cuenta de nada en lo absoluto. -Taylor, ¿escuchaste eso? -¿Qué cosa? -Mmm, nada, no importa- mentí. Frente a nosotros se proyecto una sombra de alguien a nuestras espaldas. Me di vuelta para observar de quién se trataba. -Jasper- dije asustada. ¿Por qué? No había motivo para que lo estuviese. -Tú debes ser Bella. -Si- suspiré. -Taylor. -Jasper. ¿Qué te trae por aquí? No es común verte en espacios abiertos. Siempre en casa. Oye, ahí encontré un parecido entre tú y Bella. Mientras Taylor seguía parloteando observé detenidamente a Jasper. Me recordaba a Patrick, aunque no encontraba semejanzas entre ellos. Su piel era aún más pálida que la mía, sus labios finos de un tono rosa claro. Sus ojos apenas proyectaban un hilo de vida en ellos. Eran de un color que jamás había visto, más claros que el tono miel de los míos. Su pelo era de un castaño oscuro con algunos reflejos dorados, contrario al color rubio del cabello de Patrick. Seguí analizando su estructura ósea. Era alto y delgado, la musculatura bien desarrollada. Vestía unos jeans azul oscuro y una remera gris. Volví a ver su rostro. Miré sus ojos y solo allí me di cuenta de que él me estaba observando también. Estaba haciendo exactamente lo mismo que yo. Sentí cómo me escrutaba de pies a cabeza. Un escalofrío recorrió instantáneamente todo mi cuerpo. Había algo en él que no llegaba a comprender y que era invisible a los ojos de la gente común. Pero yo no lo era y a veces maldecía por ello. Taylor interrumpió el hilo de mis pensamientos. Nos estaba mirando fijo a ambos. -Siento que me perdí de algo. ¿Bella, a qué tierra lejana te fuiste ahora? -Mmm…Olvidé su nombre- dije sonriendo. Pero aún no podía apartar la mirada de ese ser tan extraño y fascinante. -Bueno, Jas, es una extraña coincidencia que estés aquí. Hoy pensaba llamarte para que saliéramos los tres. Verás, Bella tenía curiosidad por conocerte. -¡Taylor!- exclamé ruborizándome. -Bueno, espero no ser una decepción- dijo Jasper mirándome a los ojos. Otro escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Qué era lo que había en él? Se que ocultaba algo -podía sentir el miedo que antes me había sorprendido- ¿pero qué? -Mmm, no se. Dímelo tú- dijo alguien en mi cabeza. No otra vez. Ya había tenido suficiente con Patrick… ¿Qué todo debía recordármelo? Fulminé a Jasper con la mirada. Había sido él. Jasper se dio cuenta de que podía escucharlo. Cambió su cara imperceptiblemente y adopto una expresión mezcla de sorpresa, confusión y algo que no logré descifrar. Pero de algo estaba segura: esto jamás le había pasado y no esperaba que alguna vez le sucediera. -A juzgar por como te mira no lo creo Jas. -¡Taylor!- Bufé. -Bueno, y qué tienen planeado hacer. -No lo se. Bella, ¿qué opinas? -Elijan ustedes, a mi me da igual. Hace tanto que no salgo- dije evitando mostrar mi confusión interna. -Pero a mi no puedes ocultármelo Bells. -Ya verás, Jasper. No me conoces del todo- pensé. Maldito ser aborrecible. Ya me conocería ese. Él no conocía mis bloqueos mentales. Ya se iba a topar con uno de ellos. Francamente estaba harta de personas en mi mente, ¿que no podía ser alguien normal? O al menos aparentar que lo era. Ya no podía soportar cosas como esta, no estaba preparada. Luego de terminar mi monólogo mental, concentré mis fuerzas hacia aquello que quería lograr: no escuchar más a Jasper. Sus comentarios eran irritantes y del todo pedantes. No más de él por el momento. Al menos no en mi cabeza. Jasper comenzó a mirarme extrañado. Devolví una sonrisa fría y mal intencionada. Ya no podía entrar más, a menos que yo quisiera. -Pueden venir a mi casa si quieren. A mamá le gusta tener visitas así que no creo que le incomode. Sobre todo si, después de tanto tiempo, me ve hablando con gente de mi edad. Y seguro que le agradará conocerte Jasper- lo miré con malicia. -Seguro Bells. Hace mucho que no pasamos una noche de chicos, jaja- dijo riendo Taylor. Era verdad. Ya extrañaba nuestras noches juntos, al estilo pijamada. Pero no tenía nada que ver con esos estúpidos rituales de nenas de mamá. -¿Y tú Jasper? -No creo que haya inconveniente- dijo con tono inseguro. -Bueno, a las ocho los espero en casa. -Tengo que irme. Nos vemos entonces. Adiós Taylor, adiós Bella- dijo Jasper cambiando el tono al pronunciar mi nombre. La sensación de miedo e inseguridad se fue diluyendo con cada paso que Jasper daba al alejarse de nosotros. Definitivamente, algo había detrás de esa fachada. Observé por última vez a Jasper, hasta que desapareció entre unos árboles a unos metros de nosotros. -Oye Tay, ¿te quedas a dormir, no? -¿Volvemos a como era antes? -Volvemos a la normalidad- mentí. -¡Esa es mi Bella!- dijo abrazándome. -Vámonos de aquí. Ya estoy aburrida de mirar agua y más agua. -Cómo quieras. Nos levantamos lentamente del suelo y nos dirigimos a donde Taylor había aparcado su nuevo coche. -¿Qué hora es?- pregunté. -Doce y media. -Con razón estoy hambrienta. -¿Quieres ir a comer conmigo? -Mmm… ¿Qué tienes planeado Taylor? -Bueno, Port Lake no es precisamente el lugar con más opciones. Podemos ir a Trixie’s o a casa. -Hace cuanto que no piso Trixie’s. La última vez fui con… -No debería haberlo mencionado, disculpa. -No te preocupes, tú no tienes la culpa. Cosas que pasan. -En todo caso podríamos ir a Blake City, no es muy lejos. Y ahora tengo auto- dijo sonriendo con orgullo. -Supongo que está bien. Podríamos llamar a Alison y a Kate. Hace mucho que no las veo… Ya deben odiarme. -Nada de eso, te extrañan. Bueno, todos te extrañamos estos meses. De todos modos no creo que quieran venir juntas. -¿Por? ¿De qué no me enteré? -Hace un tiempo que están peleadas. Nunca me contaron qué pasó exactamente. Solo se que, según Kate, Alison la traicionó. Ya sabes, ellas no son mis mejores amigas que digamos. Ni siquiera suelen dirigirme la palabra normalmente. -Oh. Estar tan alejada de la sociedad me hizo perder muchas cosas. Entonces es mejor que vayamos solos o que invites a unos de tus amigos. Hablaré con ellas a solas y veré qué es lo que verdaderamente sucedió. -¿Y si dedicamos este día solo para nosotros dos? Hay muchas novedades que contar. -No de mi parte. Pero me encantará que me cuentes las tuyas. -A Blake City entonces. Arrancó el auto y tomamos la carretera principal. -Bueno, veamos, nunca fui muy buena con la nueva tecnología…Pero no creo que este stereo muerda- dije riendo. Probé con el primer botón que tuve a mano y comenzó a sonar una música espantosa a todo volumen. -¡Cámbiale, cámbiale! -Bella, no desesperes. Taylor mantuvo la calma que yo había perdido y cambió de estación. Luego bajó el volumen. -¿Esto está bien? -¿Música campirana? ¿Te parece que ese es mi estilo Tay? -Solo bromeo. Se perfectamente qué música te agrada y qué detestas. Te conozco demasiado bien Bells. -Siempre hay secretos que nadie sabe Taylor. Nunca estés tan seguro de conocer perfectamente a alguien. -¿Así que tienes secretos conmigo?- preguntó apenado. -Con todos. -Pensé que era tu mejor amigo Bells. -Lo eres. -¿Algún día me los contarás? -Si te los contara dejarían de ser secretos. -Eso sería un no. -No lo se Taylor. Siempre te he contado todo. Pero es un tipo diferente de secreto. No es algo… Común. -Ay, vamos Bella, ¿qué puede ser tan raro que no puedas contármelo? -No se lo conté a nadie Taylor, exceptuando a mi madre. Es complicado. Además tiene que ver con Patrick. -Ah… Entiendo. Bueno, si un día quieres decírmelo, sabes que estoy para lo que necesites. -Lo se, y estoy agradecida por ello- dije mostrándole la mejor de mis sonrisas.- Pero también hay una parte de mí que aún no conoces. Una que me trajo muchos problemas…Y algunas soluciones. -¿Qué es lo que escondes Bella? -Digamos que podrías llamarla una “habilidad especial”. Yo por mi parte prefiero denominarla “la maldita suerte que me tocó”. -¿Es tan malo? -En ocasiones no. Pero es… Incómodo. La mayoría de las veces interviene de manera inesperada y estrepitosa en mi vida aparentemente normal… Es tan irritante- dije ofuscada. -Si tanto te molesta no hablemos de ello. -Pero no es solo ello. El problema es que no puedo contárselo a nadie. Digamos que la primera reacción de cualquiera sería enviarme a un psiquiatra. -Okay, okay. Espera un segundo. ¿Qué rayos es Bella? Empiezas a preocuparme. -¿De veras quieres saberlo? -¡Por supuesto que si! -Pues bien, tú lo pediste. Más te vale aparcar el auto en el primer lugar que encuentres. No quiero que choquemos. -Mmm… ¿? -Mira, se muy bien lo que te estoy diciendo. Por favor, ¡aparca el coche ya! -¡Ya! ¡Está bien! El único lugar disponible para aparcar era la banquina, ya que todavía nos encontrábamos en la carretera camino a Blake City. En este momento no me importaba lo más mínimo infringir la ley. En todo caso, Patrick podría ayudarnos con una de sus inferencias. Pero… ¿En qué demonios estaba pensando? Eso ya había terminado, él ya no estaba más para ayudarme. Él ya no estaba…y debía aceptarlo por más doloroso que fuera. En fin, no podía creer lo que estaba haciendo. Hablar sobre mis visiones, aunque fuera con Taylor… Era peligroso. No tenía sentido hacerlo. Pero creo que la necesidad de confiar en alguien, sin ningún tipo de barreras, era más fuerte que cualquier tipo de lógica. ¿Y si Taylor no creía en mí? Se que él haría cualquier cosa por estar conmigo, por hacerme feliz… ¿Pero esto? ¿A caso no era demasiado? ¿No estaba poniendo demasiada presión sobre él al contarle este secreto que jamás podría revelar? Ya era tarde para cambiar de parecer. Solo había dos posibles reacciones: una a mi favor y otra en contra. Así que por lo menos tenía un 50% de probabilidades de salir airosa de la situación. Taylor permanecía inmóvil en su asiento, aún con las manos en el volante. Estaba tenso, aún más que yo. Las venas que recorrían su cuello estaban inflamadas a causa de la excesiva cantidad de sangre que fluía a través de ellas. Sus ojos miraban fijo hacia el frente, sin pestañear. Noté que mordía levemente su labio inferior. -¿Taylor?- dije tomando suavemente su brazo izquierdo. Luego entrelacé su mano con la mía. Sentí una extraña energía cosquillear por mis dedos y luego ascender por mi brazo. -Estoy bien- respondió mirándome a los ojos, sin cambiar su expresión seria. -No parece. Es como si el verdadero Taylor se hubiera esfumado. -No seas exagerada Bella- dijo mientras sonreía, mostrando sus relucientes dientes. Había algo diferente en él y podía sentirlo. Cerré mis ojos e intenté concentrarme. Buscaba algo que me diera indicios para saber que sucedía. No iba a correr el riesgo de contárselo a la persona equivocada luego de haberlo ocultado durante tanto tiempo. Cerré mis puños con fuerza y apreté mis dientes. Lo había logrado: estaba en estado de trance. Abrí mis ojos. A esa altura habían tomado un color opaco, se habían oscurecido y tenían una especie de bruma grisácea en frente de ellos. Tomé fuertemente a Taylor y fijé mi mirada en la suya. Intenté captar todo lo que en ella se escondía, interiorizarme en ella. Y la imagen que vi casi me corta el aliento. -¡Jasper!- grité, volviendo a mi estado normal. -No puedo creer que me hayas descubierto Bella. Eres más sorprendente de lo que creía. -Deja en paz a Taylor, él no tiene nada que ver. -Por supuesto que si. Es tu mejor amigo. -¿Y qué? -Vamos Bella, deberías darte cuenta. A él le confías todos tus secretos. -¿Para qué necesitas saberlo? -Bueno, digamos que no es común encontrarme con alguien que pueda bloquear su mente y que no me deje entrar. Sobre todo si lo hace de manera conciente. Necesitaba averiguar más de ti de alguna manera, y esta me pareció la más sencilla. Contaba con que no me descubrieras. -Fallaste. Deberías buscar otro método Jas- dije irónicamente. -Creo que si. Nos vemos esta noche Bells. -Seguro Jas, te estaré esperando. Taylor me miró confundido. -¿Qué esperas Bella? ¿No ibas a decírmelo? -Emm… Si. Pero no se si sea el mejor momento ahora. -¿A caso estás bromeando? ¿Cómo le explicaba lo que había sucedido? Era simplemente imposible. Él no debía saberlo bajo ninguna circunstancia. Este tendría que ser un secreto entre Jasper y yo. No podía creerlo. Tener que guardarle un secreto a ese sucio animal. Ya se las vería conmigo. Esta noche era mi oportunidad y él no podría escapar. -¿Bella? -Si, si. -¿Si qué? -Nada. Está bien Taylor. Confiaré en ti, sólo debes prometerme que bajo ningún punto de vista se lo contarás a alguien. Menos que menos a Jasper. -Lo juro, pero… ¿Por qué se lo contaría a Jasper? -No lo se. En realidad no haría falta que se lo contara. Jasper entraría en su mente y listo, tendría toda la información a su alcance. ¿Cómo no había pensado en eso antes? ¿Y mamá? A lo mejor no se le había ocurrido esa posibilidad. -Bien, es difícil decidir por donde empezar. -Dijiste que era una especie de habilidad. -Si, es cierto- comencé a titubear. -¡Ya dilo Bella! -Tengo visiones del futuro- dije abruptamente. -A ver, espera un segundo. ¿Estas queriendo decir que puedes saber qué es lo que va a pasar antes de que pase? -Si, no es muy complicada la frase que utilicé- sonreí. -Bueno si Bella, yo cocino hot dogs con mi visión láser. Ya dime la verdad Bella. -Taylor, mírame. ¿Me estoy riendo? ¿De veras te parece que es una broma? -Por favor, dime que si. -Lo siento, pero no lo es. Juro que no estoy mintiendo Taylor. Se que es difícil de creer, pero es cierto. -¿Puedes demostrarlo? -¿Cómo? Taylor tomó una moneda de su bolsillo. -Dime en qué mano está. -Esto es estúpido. -Dime. -Derecha. -Okay, suerte de principiantes. -Ahora está en la izquierda. Luego la dejaras en tu mano izquierda para confundirme y por último dejarás caer la moneda detrás de tu asiento. ¿Contento? -Eso no prueba nada, fue… Pura coincidencia. -Taylor, si no quieres creerme, no lo hagas. Solo no se lo cuentes a nadie, es lo único que pido. Pero debes saber que fui totalmente sincera contigo. -Bella, no puede ser real lo que dices, solo piénsalo. -El mundo no es cómo tú lo ves. Hay cosas de las que nadie se percata. La realidad es un poco diferente a lo que todos piensan. No creas que a mi no me sorprendió, de hecho pensé que estaba volviéndome una especie de neurótica o psicótica… O algo por el estilo. Pero realmente está sucediendo y no puedo hacer nada para cambiarlo. -¿Dices que hay más gente como tú? -Seguramente. -Es complicado digerirlo Bells. -No te estoy presionando. Tómate tu tiempo. -Mmm… -Si quieres podemos suspender el almuerzo. -No. Además ya estamos a mitad de camino. Estaré bien. Solo es… Algo que no me esperaba. -Por algo no te lo había dicho antes. Retomamos la carretera hacia Blake City en silencio. Una vez allí, aminoramos la marcha en busca de algún lugar donde poder almorzar. Ninguno de los dos estaba muy animado para ese entonces. Decidimos aparcar frente a un local llamado Stanley’s. -Aquí está bien. ¿Tú qué dices? -Que quienes les ponen nombres a los locales no tienen mucha imaginación- sonreí complacida. Debía buscar un tono casual que no le recordara aquello que lo había perturbado tanto. -No lo dudo. Bajamos del auto y cruzamos la calle. A decir verdad estaba un poco avergonzada. Había revelado mi secreto más íntimo a quien yo más necesitaba en estos momentos y la única respuesta que había obtenido era una simple y completamente estúpida duda. Se que esperaba ese resultado pero de todas formas me afectaba. Debería haber esperado a hablarlo en otro momento, uno en el que estuviera lista para el rechazo de Taylor. Pero ya no lo hacía solo por él. Ahora quería que Jasper supiera cuál era mi secreto. Esta noche sería la oportunidad perfecta para averiguar qué tramaba y qué demonios ocultaba él. Entramos a Stanley’s sin llamar la atención. Nos dirigimos a una mesa que se encontraba al lado de la ventana, desde donde podía verse el auto recientemente aparcado. No tardó en llegar una camarera escuálida y torpe con su anotador listo para tomarnos la orden. Su voz era particularmente inquietante: una mezcla de pavo agonizando y bocina descompuesta. -¿Qué desean ordenar? -Que te calles- pensé. Por un minuto disfruté mi chiste privado. La mire de arriba abajo, advirtiendo las múltiples arrugas que se formaban en su delantal.- ¿Cuál es el menú de hoy? -Emm… Déjame ver- contestó nerviosa, buscando quién sabe qué en sus bolsillos. Había logrado afectarla sin tener que hacer algo evidente. -No voy a morderte querida- dije aprovechándome de la pobre mesera incauta. -Pues bien, hoy el menú consta de spaghetti con salsa- dijo mirándome avergonzada y enojada. -¿Sabes qué? Mejor danos un menú a cada uno y cuando estemos listos para ordenar te llamaremos. -Como usted diga. Se alejó contoneándose suavemente, aunque casi tropieza en el intento. -¿Y todavía le quedaban energías para coquetear contigo?- dije riéndome. -Bella- respondió Taylor conteniendo una sonrisa. -¿Qué? Solo intento ser… Graciosa. Hace mucho que no hago bromas. -Sip. Pero pobre chica, mira cómo quedó: ¡hecha un desastre! -Se recuperará. Bueno, eso espero. No podía coordinar ni siquiera sus pasos, así que no me sorprendería que se ahogara en un vaso de agua. -Me gustaría ver eso. -¿Y desde cuándo eres así Taylor? ¿A caso te estás convirtiendo en un peligroso psicópata asesino de camareras torpes?- estallé en risas mientras pronunciaba las últimas palabras. -O quizás de adivinas- concluyó guiñándome un ojo. -Entonces debería huir despavorida. -Bueno, ¿qué almorzamos? -¿Hamburguesas? -¿Segura? Antes te tomaba como una persona más… Sofisticada. -Lo soy. Pero con alguien como tú, uno debe acostumbrarse a la normalidad, ¿no? -Me hieres Bella- dijo con falso pesar. -Mejor llamo a la mesera antes de que te pongas a llorar como una niñita- dije sonriendo. La mesera no tardo en aparecer. Al parecer había estado planeando y practicando cada movimiento que fuese a hacer. Pobrecilla. -¿Ya están listos para ordenar? -Pues por algo te llamamos. No me gusta hacer perder el tiempo a la gente. Y menos a alguien como tú, querida. Es que te ves tan ocupada- ¿Qué no podía dejar de ser así de maliciosa? Estaba a punto de darle un síncope a esa chica. ¿Cuántos años tendría? ¿Veinte quizás? ¿Y aún era así de insegura y torpe? -Bien… ¿Qué desean?- dijo con cierto malestar. -Dos órdenes de hamburguesas con patatas. -¿Desean algo para beber? -Un agua mineral por favor. -Para mí una coca. -Enseguida- dijo mientras regresaba al mostrador. Observé cómo cuchicheaba con una de sus compañeras mientras dirigía su mirada en mi dirección. Hice una mueca imperceptible de disgusto. -¿Puedo hacerte una pregunta? -Claro Taylor. -¿Cómo funciona? Ya sabes… Tu don, o cómo quieras que se llame. -No se. A decir verdad son imágenes que vienen a mi mente sin que yo quiera. No busco nada en particular, solo se presentan y ya. Pocas veces intenté concentrarme en algo definido, pero así es más costoso llegar a un resultado. Es más fácil esperar a que ellas vengan. -Ah… ¿O sea que tu no las manejas, son más bien inconcientes? -Exacto, algo por el estilo. -¿Algo más que puedas hacer? -Mmm… Si. -¿A si? -Sip. -¿No piensas decirlo? -En realidad no soy yo. Bueno, si. Seguramente para hacer lo que yo hago debes tener una capacidad especial o algo así. -No entiendo. -Si lo digo, debo contar parte de mi pasado. Es más complicado aún. -Ajá. -¡Qué va! Si ya te conté el resto, vamos a terminar de develar el misterio. Pero otra vez tengo que pedirte que no se lo digas a nadie- dije, mientras pensaba en Jasper. Más noticias interesantes para él. ¿Tendría alguna ventaja sabiendo esta información? Por supuesto, ¿pero yo? ¿Podría averiguar algo sobre él? -No diré nada. -Todo empezó con Patrick, hace un poco más de cinco meses atrás- comencé a explicar, vigilando que nadie nos estuviera prestando la suficiente atención como para escuchar lo que yo decía. Miré a nuestra mesera acercándose nuevamente, esta vez con nuestras bebidas. -Aquí tienen. -Gracias- respondimos Taylor y yo. Esperé a que se alejara para continuar hablando. No podía correr más riesgos de los que ya había tomado. Taylor no sería un problema, pero de Jasper podía esperar cualquier cosa. Me tranquilicé un poco. Al menos podría enterarme por adelantado si es que estaba por suceder algo peligroso. -Al principio me pareció solo mi imaginación. Ya sabes, esto…estaba locamente enamorada de él- corregí inmediatamente. Taylor lo advirtió, pero permaneció inmutable ante mi relato.- Pero pronto fue sucediendo cada vez más y más seguido. -¿Qué cosa? -Podía oírlo en mi mente. Manteníamos conversaciones sin siquiera tener la necesidad de pronunciar alguna palabra. Se que suena a locura, pero si puedo tener visiones, ¿por qué esto no podría suceder? Miré atentamente a la reacción de Taylor. Aguardaba a que se levantara y saliera disparado hacia su coche. O a que se desmayara en medio del restaurante, si es que así podía llamarse a este lugar. Lo miré directamente a los ojos, pero el desvió su mirada hacia la ventana. Su silencio duró varios interminables minutos y se vio interrumpido por la llegada de la mesera con nuestras órdenes. Francamente el apetito se había borrado de mi estómago. -¿Necesitan algo más?- se dirigió directamente a Taylor, sin siquiera echarme una mirada. -No, gracias. -Si cambian de parecer estoy a su servicio- concluyó la mesera. Luego se fue, sin más que decir. -¿No vas a decir nada?- pregunté suplicante. -¿Es por eso que lo extrañas tanto? -Es parte de ello, si- acepté. -Bueno, no es más raro que lo de tus visiones. Además ya habías dicho que no eras la única que tenía otras capacidades. ¿A eso te referías al decirme “el mundo no es como tú lo ves”? -Sip. -Entiendo… O más bien trato hacerlo. -Al principio no es fácil. -¿Y cómo te acostumbraste? -Jamás me acostumbré. Siempre me sorprendía con algo nuevo. -¿A qué te refieres? -Verás, sus capacidades iban más allá de una simple conversación mental. Pero es un tema que prefiero no discutir. -¿Es por ti? -Nop. -¿Aún sigues defendiéndolo? -No lo defiendo. -¿Entonces? -Lo protejo. ¿De qué? -No lo se- dije mientras pensaba en Jasper. Una cosa era que supiera de mi y otra muy distinta que supiera de Patrick. Eso no iba a permitirlo. -Pues yo creo que si lo sabes. -Dejémoslo así. No seré yo quien revele sus secretos, no es correcto. -¿El reveló los tuyos? -Jamás. -¿No lo dudas? Ahora que están separados el podría… -Estoy completamente segura. Sabe muy bien que no debe decirlo. Además el entiende el peligro por qué el mismo lo corre también. -Me lo contaste a mí. -Es diferente. -No lo es. -No conté sus cosas, no las verdaderamente importantes. -¿Y las tuyas? -Me arriesgo. -¿A qué? -No lo se. -¿Por qué lo haces? -Confío en ti. -¿Al cien por ciento? -¿A caso no puedo hacerlo? -Sip. Prometí no decirlo y cumpliré mi promesa. -Que bien, supongo que me deja más tranquila. -Siempre supones. -Ahora si. Uno nunca sabe que puede llegar a suceder. Y en mi caso, la mayoría de las veces sucede lo contrario a lo que espero. -¿Simple mala suerte? -O una jugarreta del destino. Apenas toqué mi hamburguesa. Bebí mi agua mineral a grandes sorbos, el calor ya me estaba agobiando. Taylor devoró su comida en pocos minutos. Ni bien terminamos pedimos la cuenta. La mesera se apareció instantes después. Esta vez no se tomó la molestia de hablar, sabía que ninguno de los dos respondería de buena gana. Pagamos y nos dirigimos hacia la puerta de salida. -Presumida- dijo la mesera en voz baja. Seguramente pensó que no la escucharía, pero se había equivocado. -¿Qué dijiste?- gruñí. -Nada señorita. -No soy estúpida, ¿sabes? La mesera me miró perpleja. No sabía que hacer. Había elegido a la víctima equivocada para sus insultos de poca monta. Caminé con pasos largos hasta donde ella se encontraba. Miré su gafete, para saber exactamente a quien me estaba dirigiendo. Mientras tanto, Taylor observaba desde la puerta. Por ahora no iba a detenerme. -¿Así que tu nombre es Peggy? Con razón esa vocecita tan irritante. -¿Y tú qué te crees? -No, más bien qué te crees tú. Eres una simple y torpe mesera. Caminas y tropiezas con tus propios pies. No deberías enfrentarte conmigo, no te conviene. -¿Ah si? ¿Qué vas a hacer?- pensó un segundo su respuesta.- ¿Escribir en el libro de quejas? Taylor percibió por dónde iba la cosa. Caminó hacia mí y me tomó del brazo. -No vale la pena. -No, no lo vale. Ciertamente era una estupidez, pero era demasiado orgullosa como para dejar que pasara por encima de mí. Decidí dejar pasar la cuestión, no sin antes atragantarme con mi propio orgullo y enfado. Después podría descargarme con algo más. Deje que Taylor me tomara por la cintura y me acompañara hasta la salida. -“No deberías enfrentarte conmigo, no te conviene”- imitó Peggy. -Ahora si, tu te lo buscaste. Me deshice del brazo de Taylor que me tenía aprisionada fuertemente y me abalancé sobre la muchacha. No tuvo tiempo siquiera a retroceder. Le asesté un puñetazo justo en el medio de su nariz y en pocos segundos comenzó a brotar sangre a borbotones de ella. Se tapó la cara con sus manos y empezó a llorar, intentando frustradamente lanzar sus palabras de odio. -Te lo advertí y no me hiciste caso. Ahora no me culpes a mi Peggy. Solo una última cosa antes de irme: ve al hospital, eso no va a parar de sangrar: tu tabique está roto- terminé de decir soltando una risita. Todos a mi alrededor miraban la escena sorprendidos, excepto Taylor. Otra de las camareras se acercó a ayudar a Peggy, sin saber exactamente qué hacer. Yo por mi parte caminé sin prisa a la puerta y salí de Stanley’s. Miré atrás esperando a Taylor que aún no había salido. Más le valía no haberse quedado pidiendo disculpas, pero sabía que eso era lo que lo detenía allí. Crucé la calle y me apoyé contra el auto suavemente. Taylor salió dos minutos después. -No hacía falta que lo hicieras Bella. -No te desesperes, sólo es un tabique roto. No va a morirse. -No cambias. -Yo se lo advertí claramente, pero ella no quiso escucharme. -No creo que se haya esperado una reacción como esta. -Debería haberlo hecho. Bueno, para la próxima ya estará preparada. -¿La próxima?- exclamó Taylor abriendo sus ojos como platos. -Si… Me encantará visitarla- dije estallando en risas.- Tay no te preocupes, no creo que regrese. No tengo auto y el único que puede llevarme eres tú, y no creo que quieras volver a traerme a Stanley’s. -Para nada. -Creo que ya es hora de volver a Port Lake. -¿Segura que no quieres dar otra vuelta? ¿O golpear a otra mesera descuidada?- dijo guiñándome un ojo. -Decide tú a dónde quieres llevarme. -Pues yo te llevaría a mi casa y te pondría en la repisa de mi cuarto. Así podría verte todas las veces que quisiera. -Te aseguro que te aburrirías en poco tiempo- dije mientras mis mejillas tomaban un color rosa pálido. -No lo creo- replicó mirándome a los ojos. –Es como si no te dieras cuanta de lo que verdaderamente siento por ti Bella. -Quizás intento no hacerlo. -¿Por qué?- preguntó cabizbajo. -Para no herirte… Y para no herirme. -Mmm… Desearía saber qué decir. Abracé a Taylor. Mi instinto naturalmente protector hacia aquellos que verdaderamente quería gruñía en mi interior, pugnaba por salir de mí. Los dos nos necesitábamos el uno al otro, pero de maneras diferentes. Quería poder decirle que sentía lo mismo que él, quería poder ser lo que él esperaba, lo que él necesitaba. Pero no podía, estaba anclada a mi pasado. -Lo siento-dije dejando escapar una lágrima. -No es tu culpa Bella. Nadie puede manejar lo que siente. -No…- suspiré. -Mejor vamos a casa, ¿si? -Si. Me subí al auto intentando no observar a Taylor. No quería ver lo que decían sus ojos y lo que callaba su boca. No quería que él notara lo perturbada que estaba. No quería mostrar mi propia flaqueza ni como la angustia había ganado la partida otra vez. Pero no era por los motivos de siempre, ya no era Patrick. Era yo misma, era mi desventura, mi incapacidad de conseguir un poco de lo que tanto anhelaba, aún teniéndolo frente a mis ojos: felicidad. Era Taylor. Se suponía que no debía hacer mal el ser querido. Pero a mi me estaba destruyendo. Internamente me desmoronaba, mi pobre fachada sucumbía ante lo irremediable, estaba sufriendo. Y solo por no poder corresponderle. Taylor manejaba tranquilo o eso aparentaba. Su mirada estaba fija en la carretera, aunque su mente parecía concentrada en otra cosa. Era de esperarse. Contuve la respiración por unos segundos, intentando recomponerme. Ya no quería derramar más lágrimas y no quería que Taylor me viera así. Siempre tan fuerte, tan segura de mí misma, tan valiente… Siempre la chica dura que no necesitaba nada, que podía arreglárselas ella sola, que podía hacer cualquier cosa que se propusiera… Siempre una mentira. Eso había sido: una simple y burda mentira. Una historia creada por mi misma para consolarme, para no dejarme caer. Un cuento de hadas completamente perfecto. Un sueño de lo imposible. Yo, si, aunque costara decirlo, yo era mi propia mentira. Mi propia fantasía de ser alguien que no era, alguien que podía sobrepasar cualquier cosa, soportar cualquier herida. Pero las heridas habían sido tan fuertes… Tenía derecho a sentirme débil, a dejarme estar triste. Pero la mentira ya me había tomado, la farsa debía seguir en pie, la obra ya no podía terminar. No quería que el resto supiera que era tan solo una más, que tenía mis debilidades, mis momentos de decepción, mis momentos de terrible agonía. Para los ojos del mundo yo era indestructible, para mí era solo una chica intentando atravesar las duras pruebas que la vida ponía delante de ella. -¿Bella? -¿Si?- respondí. Mis lágrimas aún escocían en mis ojos, a punto de escapar. -¿Puedes hacerme un favor? -Lo que pidas. -Sonríe. -Mmm… -Dijiste que… -Ya se lo que dije. -Solo sonríe… Por favor. -Está bien- dije intentando esbozar una sonrisa. -¿Eso es lo mejor que tienes? -Por ahora si. Y deberías estar agradecido. -Por favor Bella. Todo iba bien. -Tú mismo lo dijiste: todo iba bien. -No me esquives con detalles gramaticales. -No te esquivo a ti, me esquivo a mi misma. -No sabía que podía hacerse. -Si… Y a veces es muy reconfortante. Decidí dejar de hablar y Taylor captó perfectamente mis intenciones. ¿Por qué? ¿Por qué? Él era perfecto, un chico que cualquier chica desearía tener a su lado. ¿Por qué yo no podía verlo de la misma manera? ¿Por qué no podía quererlo como el a mí? Yo no lo merecía y, aún así, lo tenía. -Ya no tengo que pensar más. Bella, por favor, ya no lo hagas, te lastimas… ¡Te lastimas más de lo que ya estás!- pensé. Ya nadie hacía eco de mis pensamientos, sólo ellos mismos rebotando una y otra vez en mi cabeza. -Bueno, ya estamos de vuelta. -¿Tan rápido? -Estuve conduciendo media hora, lo normal. -No me di cuenta de que había pasado tanto tiempo. -Vamos. Te acompaño hasta el porche. -Gracias. Una vez en el porche, Taylor me besó en la mejilla y se apartó rápidamente. Comenzó a caminar hacia su auto, pero lo detuve. -Siento que tengas que verme así, cambiando de humor tan rápidamente y sin razón aparente. De veras lo siento mucho. -Bella, ¿cuántas veces tengo que repetírtelo? ¡No tienes la culpa! Eres humana y no puedes hacer nada contra ello. -Si, soy humana… ¡Pero vine fallada de fábrica!- dije riéndome ruidosamente.- Nos vemos más tarde. -Cuenta conmigo Bells. Esta noche y todas las que quieras. Estaré siempre para ti. -Detesto decirlo, pero la verdad es que no te merezco. -No empieces de nuevo con tus historias. -Pero, ¡tengo razón! -No, no la tienes. Y punto final. No querrás hacerme enojar Bella- dijo sonriendo a medias. Una sonrisa perfecta que yo adoraba más que ninguna. Taylor me abrazó con fuerza y se fue. Me quedé allí, inmóvil, hasta que vi desaparecer el auto al doblar la esquina. Saqué las llaves de mi bolso y abrí la puerta de casa. -Hola mamá, ¡ya llegué!
No hay comentarios:
Publicar un comentario