sábado, 5 de febrero de 2011

Conflicto Eterno: Cap. 6 Inevitable


Cap. 6 Inevitable 




Todo había salido mal esos días, comenzando por ese lunes negro.
Jacob se deleitó en más de un sentido, no solo me regaló los recuerdos más dolorosos de toda mi existencia si no que también plantó nuevamente el miedo en Bella.


Todo el alumnado se encontraba reunido a una prudente distancia para ellos y el director se acercaba a poner un poco de orden.




— Vete a clase de Lengua, Bella, no quiero que te veas implicada—. Le pedí cuando me recuperé de las terribles imágenes que Jacob guardaba en su memoria.




—Es un poco sobreprotector, ¿a que sí? —. Dijo él ignorándome completamente.


Creía que un poco de agitación en la vida la hacía más divertida.


—Déjame adivinar—. Agregó insidiosamente. —¿A que no tienes permiso para divertirte?—


Clavé en él mis ojos, mis dientes se cerraron de golpe pero contraje levemente mis labios amenazantemente.


Bella le mandó callar pero el rió ante sus palabras.
Jacob se atrevió a invitarle a la reservación a “Disfrutar la vida” según él, como si no viviera junto a mi.
¡Si lo único que yo hacía era tratar que ella viviera! Como se atrevía a dudarlo.


—Todavía tengo tu moto en mi garaje—. Añadió.




Claro que aun la conservaría, era solo objeto material que le recordaba a ella.
Vi en sus pensamientos como solía contemplarla horas y horas.
La conservaba esperando que algún día Bella volviera por ella.
Aun cuando se suponía que ya debería haberla vendido o por lo menos eso le había prometido a Charlie.


Respondió a las preguntas de Bella argumentando que no le correspondía a él venderla ya que no le pertenecía.



—De cualquier modo, la conservaré hasta que quieras que te la devuelva—. “Cuando vuelvas a casa por ella”
Pensó mientras sonreía levemente.


—Jake...—. Comenzó a decir Bella pero el resto se perdió en los secretos de sus mente.


El se sintió motivado por dubitativo tono de voz que había utilizado ella, eso era lo único que él esperaba, la duda, la indecisión.


—Creo que lo he estado haciendo mal hasta ahora, ya sabes, acerca de no volver a vernos como amigos—. Dijo el torpemente. —Quizá podríamos apañarnos, al menos por mi parte. Ven a visitarme algún día—.




—Esto, yo... no sé, Jake—.


Jacob estaba en lo correcto en leer esos sentimientos y Bella con su silencio no hacia más que confirmarlo.
Borró de su mente todo lo que le rodeaba y por unos segundo todo lo que existía para él era solamente ella.


—Te echo de menos todos los días, Bella. Las cosas no son lo mismo sin ti—.


—Ya lo sé y lo siento— Contestó tristemente. —Jake, yo sólo...—. Y luego se detuvo sin poder continuar.


No era necesario que leyera su mente, no era necesario que le mirara directamente a los ojos, sabia la pena que la azotaba en ese momento.
Se extrañaban de maneras diferentes, sentían cariños diferentes, pero igualmente intensos.


El silencio que se produjo entonces le hizo comprender a Jacob Black que no tenía oportunidad alguna.
En su mente se disolvieron los recuerdo borrados por la rabia y el rechazo.




—Lo sé—. Dijo tratando de fingir indeferencia. —Después de todo, no importa, ¿verdad? Supongo que sobreviviré o lo que sea. ¿A quién le hacen falta amigos?—. Pero su dolor era más fuerte que la imagen de licántropo duro que quería proyectar y una mueca de dolor se dibujó en su semblante.


Entonces el corazón de Bella comenzó a bombear rápidamente y su cuerpo se inclinó casi imperceptiblemente hacia delante.
Y aunque me había exigido a mi mismo que le dejaría libre si ella así lo quería, pero en ese momento solo pude cerrar en torno a ella mis brazos firmemente.
Me asquee de mi mismo, por ser el egoísta ser que era.
Pero permitir que estuviera junto a el era como pararla frente a un tren sin frenos, solo sería cuestión de tiempo antes que el la arrollara de una u otra forma, hiriéndola o haciendo algo mucho peor.


Fue entonces que llegó el director dividiendo en dos la multitud de curiosos alumnos que se congregaban a nuestro alrededor.


Bella le pidió que se marchara justo antes que el Sr. Greene llegara a nosotros.


—¡He dicho que ya! —. Advirtió con voz amenazante. —Castigaré a todo el que me encuentre aquí mirando cuando me dé la vuelta—.


Entonces todos comenzaron a huir del estacionamiento dirigiéndose a sus respectivas clases.
El director se sorprendió al vernos implicados en tremendo escándalo matutino y solicitó amablemente que se le explicara la situación.


—¿Qué ocurre aquí? ¿Algún problema?—


Le tranquilice explicándole que nada sucedía en realidad y que ya nos dirigíamos a nuestras clases.




—Excelente—. Dijo complacido no sin antes dar una determinada mirada sobre Jacob. —Creo que no conozco a su amigo —. Agregó reconociendo en él un posible problema. —¿Es usted un estudiante del centro?—.


El lenguaje corporal que denotaba falta total de respeto hacia su autoridad no hizo más que confirmar su obvia pregunta.


Y cuando Jacob ratificó su teoría, le pidió que hiciera desalojo del instituto so pena de llamar a las autoridades si era necesario.


¡Fantástico! Esa sería la magnifica forma de comenzar la mañana.
El padre de Bella incluido en la función.
Además no era muy difícil de adivinar que lado tomaría él.
El mío no, por supuesto. Y seguramente también me culparía de arrastrar a Bella.


Creo que Jacob imaginaba lo mismo que yo en ese momento ya que se mofaba amplia y abiertamente de las palabras del director.




—¡Sí, señor!—. Dijo Jacob cuadrando los hombros y levantando su mano hasta tocar un costado de su frente con la punta de los dedos, imitando de esa forma un saludo militar.
Luego se subió a su motocicleta y se retiró velozmente.


Claro que al señor Greene no le gustó la escena ni mucho menos el actuar de Jacob y se volteó para indicarme que “ mi amigo” no era bienvenido en el recinto educacional.






—No es amigo mío, señor Greene—. Le aclaré. —Pero le haré llegar la advertencia—.


Y eso sería de una u otra manera.


Luego de aclarado ese pequeño malentendido nos dirigimos a clases, no sin antes confirmar que ella se encontraba en condiciones de hacerlo.


La clase ya había comenzado al ingresar al salón y todos levantaron la miradas de los libros al abrir la puerta. Como era de esperarse éramos la comidilla de todo el instituto.
El señor Berty los dedicó una severa mirada al escabullirnos a nuestros puestos.
Muchos especulaban sobre el incidente, barajando diferentes hipótesis pero siempre atinaban al motivo principal… Bella.


Una vez en nuestros puestos ella arrancó ruidosamente una hoja de su libreta y comenzó a escribir mi interrogatorio.
Exigió saber lo sucedido y traté de ser lo mas sincero que me permitían los pasados acontecimientos haciendo hincapié en que su seguridad jamás se vio comprometida.
Después de leerla vi una mueca de desaprobación en su rostro y luego de borrar obsesivamente las palabras que había escrito volvió a interrogarme silenciosamente.


Ahora estaba preocupada por su padre y moví mi cabeza negando de plano sus miedos.
Estiré mi mano para tomar el papel y explicarle que todo se había desarrollado muy lejos de su casa pero ella me ignoró y continuó escribiendo un poco más abajo.




—No puedes saber qué pasa por la mente de Victoria, sencillamente porque no estabas aquí. Florida fue una mala idea—.


Tomé el papel que aun estaba en sus manos y le aseguré que por ningún motivo hubiera permitido que se marchara sin mi y mucho menos tan lejos. Además el factor de mala suerte era un factor importante en mi decisión.


Me sentí un poco más aliviado cuando el tono de nuestra platica escrita dio un vuelco y comenzamos a bromear sobre su mala suerte.


Pero de un momento a otro me miró un tanto desconcertada y me fue imposible leer en su rostro el significado de esa mirada.
En un susurro pregunté que sucedía pero ella dudó un momento para luego volver a escribir nuevamente y esta vez solo eran seis pequeñas palabras pero que me comprometían profundamente.




“La próxima vez me lo contarás“.




Pero en su rostro aun podía leer el miedo que le habían producido las revelaciones de Jacob, no era justo negarle algo que le traería algo de tranquilidad.
Entones dejé escapar un suspiro resignado y moví mi cabeza de forma afirmativa.






Me sentí liviano al contarle todo lo sucedido.
En menos de quince minutos todo lo que había planeado en una semana quedó en el suelo.


Si tan solo él comprendiera que solo había conseguido angustiarla hasta el punto de pedirle a mi padre que la transformara inmediatamente.
Agradecí que Carlisle fuera un ser racional y se negara ante su petición argumentando que todo estaría bien, que no debía preocuparse con siete vampiros para protegerle además Alice estaría pendiente de algún cambio significativo.
Pensaba que por el bien de su padre debíamos apegarnos al plan original.
Lo que para mi era mucho mejor que nada en ese momento.


Toda mi familia ayudó esa vez a convencerle que todo estaba bien y que, como había dicho mi padre, no existía motivo alguno para estresarse o para pensar que en algún momento estaría en verdadero peligro.
Y aunque Alice pensara que yo era un exagerado no me arrepentí de haberla llevado a Jacksonville, sin duda que había sido lo correcto.
Solo había una forma de que Bella se convierta en una Vampira de forma inmediata, pero al parecer la idea no le agradaba mucho y por una parte me sentía aliviado pero por otra sumamente ofendido.






Mis hermanos habían programado salir de cacería ese fin de semana.
Después de consultar con Alice decidí que era completamente seguro dejar sola a Bella por un par de días y accedí ir con ellos.


Como todas las noche le observé dormir hasta temprano en la madrugada.
No podía evitar sentirme extraño, aprensivo al pensar en dejarla.


—Baja de una vez. ¿Qué estas esperando?—. Decía la voz de Emmett en los alrededores.


Pero quería contemplarla solo un poco más.


—¡Será mejor que bajes o nos iremos sin ti!—. Pensó amenazante esta vez.


—Todo estará bien Edward, Alice te contactará si algo cambia—.


Jasper tenía razón, ella me llamaría si alguna complicación se presentara.


Me incliné sobre su escritorio y escribí una nota recordándole lo que había dicho la noche anterior.


“Volveré tan pronto que no tendrás tiempo de echarme de menos. Cuida de mi corazón… lo he dejado contigo“.


La dejé junto a ella, donde pudiera leerla cuado despertará y en esas pequeñas palabras le confiaba mi corazón.


Di un último vistazo antes de saltar por la ventana, estaría contando los minutos hasta volver a verla.






Decidimos viajar hasta el National Park Mt Baker.
Hace mucho tiempo que no salía de cacería, por mi tranquilidad mental, me conformaba con cazar pequeñas presas en las cercanías de la ciudad, todo con el fin de no alejarme demasiado de Bella.
Por ella cualquier sacrificio valía la pena.
Pero ella insistió en que debía ir y ahí estaba yo, sentado en la parte trasera del Jeep de mi hermano mientras trataba de no preocuparme demasiado.




Ante nosotros se habría un parque sin fin, un parque era aun más antiguo que yo.
Ingresamos como turistas comunes y corrientes sin despertar sospecha alguna, solo tres hermanos disfrutando de la vida salvaje.


Instalamos las carpas y toda la fachada humana correspondiente.
Quería disfrutar, quería correr tras un puma como me había alentado Bella a hacerlo, pero simplemente no podía, me sentía intranquilo, nervioso.
Opté por cargar mi teléfono celular, aun cuando mis hermanos se rieron de mi.


—¿Y que piensas hacer con el móvil?—. Pregunto Emmett.


—Déjalo ya Emmett —. Dijo Jasper y comenzó a quitarme toda la carga que llevaba en mi cabeza.


Sin embargo volvía a mi una y otra vez, se cansó de tratar de calmarme a la tercera vez, luego se dio por vencido.


—No tienes remedio— Agregó derrotado.


Pero no era voluntario lo que experimentaba.
No quería cargar con esa permanente angustia a todos lados cuando no estaba junto a ella.
Sabía que no debía.
Carlisle tenía razón, ella tenía derecho, debía tener su libertad.
Pero yo sabía muy bien que esa libertad estaba ligada a los licántropos o más bien a uno en particular…
Por eso le había pedido a Alice que le vigilara constantemente, por eso cargaba mi celular.
Sacudí la cabeza y traté de relajarme, tal vez después de todo el correr tras un gran gato calmaría mi ansiedad.




Nos adentramos en el corazón del bosque, pronto llegaría la nieve y todo el lugar estaba repleto de animales preparándose para el invierno.
Tal vez Emmett tuviera un poco de suerte y cogiera un oso antes que comenzaran a invernar.


A Jasper le daba lo mismo un oso, un alce o un puma. De todas formas no eran sus presas favoritas, para el toda la sangre animal tenia el mismo repulsivo sabor.
Prefería alimentarme lejos de él para no asistir a lucha interna cuando se alimentaba.


Me aleje de mis hermanos siguiendo el rastro de mi presa favorita.
De un gran salto subía un árbol para contemplar y seguir a mi presa desde las alturas.
Era un gran animal, hermoso.
El también estaba de cacería y se movía sigilosamente entre los arbustos en busca de su alimento.
Me disponía a enfrentarle cuando mi celular comenzó a vibrar en el bolsillo de mi pantalón.


Solo había una persona que podría llamarme.


—Edward— Dijo la nerviosa voz de mi hermana —Ha desaparecido otra vez—.


—Voy en camino—. Aseguré.


—Espera por favor no….—.


—¡Ahora no Alice!—.


—Presta atención Edward—. Dijo mi hermana sermoneándome. —Que no se te…—. Y corté la llamada.


¿Qué podía decirme?
¿Qué no me volviera loco? Demasiado tarde.
¿Qué ella estaría bien? Era posible, pero tal vez no y para mi era suficiente.
¿Qué no fuera a la reservación? Para eso también era demasiado tarde.


No había nada que se interpusiera entre mis manos y el cuello de ese miserable licántropo.


Corrí hacia el campamento, sin tener indicios de mis hermanos en el camino.
No podía irme sin decir nada, se preocuparían. Pero no pensaba esperarles, haría que Alice les llamará y le explicara las cosas.
Tampoco quería arrastrar a Emmett o que Jasper tratara de calmar mi desesperación, sabía muy bien que debía sentirme así.


¿Y todo estaba sucediendo por un puma o cualquier otro animal que tratará de saciar mi hambre? No valía la pena, simplemente el precio que estaba pagando era demasiado alto.








Le ordené a mi cuerpo moverse rápidamente pero tenía la sensación de que mis piernas simplemente no lo hacían.
Era plenamente consiente que todo a mi alrededor no era más que un montón de siluetas difusas dejadas atrás a mi paso.
Me moví tan rápido como me lo permitió mi cuerpo, haciendo mi mejor esfuerzo.
Pero aun así no era suficiente.


Quería ser más veloz, quería correr tan rápido que mi cuerpo chocara de golpe con la barrera del sonido, correr raudo como el viento huracanado.
Y cuando llegara ahí, cuando lograra hacer eso, me exigiría un poco más hasta borrar la distancia que me separaba de ella.
Pero sabía bien que aunque quisiera, nunca sería tan veloz como me gustaría serlo en ese momento.




No comprendía como habíamos llegado a esa estúpida situación.
¿En que momento habíamos perdido la confianza?
¿En que momento había decidido que yo simplemente no le importaba?
¿Era por eso que había insistido tanto en que me marchara de caza con mis hermanos?
¿Me había engañado, me había alejado para estar junto a él?






Un gran cedro pagó mis arrebatados pensamientos, el cual se tambaleó y cayó en medio de un estruendo.
Pero pensar de esa forma era… era simplemente ridículo.
¿Como podía pensar aquellas tonterías?
Esto era sin duda también culpa mía.
Tal vez… seguramente si no me mostrará tan intransigente… Si no fuera tan intransigente.
¿Pero como no hacerlo?
Ella era mi vida, mi motivo de existir.
No podía depositar su seguridad en las sucias manos de un licántropo.
Y menos en él.


Sólo por ser quien era.
Por la forma en que le miraba.
Por los ridículos suspiros que emitía cuando pensaba en ella.
Por sus sueños de llevar una vida junta a Bella.


Mi padre tenía razón.
Yo sentía celos de Jacob Black.
Sentía celos de todas las cosas que desconocía.
De todas las experiencias vividas, de todos los recuerdos que se grabaron en ella indeleblemente.
Los mismos recuerdos y emociones que le impedían estar lejos de él.
Y esa era la verdad más absoluta.


Bella cegada por cualquier tipo de sentimiento que sintiera por él, aseguraba que no era peligroso.
Pero eso lo estábamos a punto de descubrir.
No pararía, no me detendría.
Los segundos de Jacob Black estaban contados.




El camino se hizo eterno, siempre con la sensación de llegar demasiado tarde para enfrentármele y recuperar lo que por derecho era mío.
Temiendo a cada paso que daba, no ser capas de parar lo inevitable.




Reconocí nuestro terreno cuando ingresé al Olympia National Park.
Pero también reconocí el aroma tan peculiar de mi hermana.
Me sorprendió un poco, no era a ella a quien esperaba encontrar en esos momento.
Sabía que tratarían de detenerme pero no estaba dispuesto a hacerlo.
Me alejé de ella, dejando atrás su rastro, evitando cualquier intento de su parte.
Seguramente no estaría sola pero ni siquiera todo ellos serian capases de retenerme.


Corrí con mis sentidos alertas hasta que me topé con ella de frente.


—¡Apártate!—. Le ordené.


—Ok… Veo que no solo decidiste enfrentarte a todos los Quileutes y a la manada de Licántropos si no que también a los de tu propia especie y que además somos tu familia.
Muy bien Edward. ¡Bravo!.
Bueno de todas formas ya lo sabia, ¿Tu sabes cierto?—.


—Solo si te interpones en mi camino—.


—Vamos, no tienes que ser tan melodramático siempre—.


—Y tu no tienes que entrometerte en mis asuntos siempre—.


—Perdón… Pensé que estabas agradecido de que siempre lo hiciera y que de paso salvara tu trasero—.


—No esta vez—.


—¿Y la próxima?—.


—¡No habrá una próxima vez!—.


—Veo que crees en ello firmemente, posiblemente eso explicaría el por que repentinamente tengo una visión de Bella, aun y cuando esta en estos momentos junto a un licántropo—.


Vi en su mente a Bella sobre la arena y su cuerpo se agitaba producto del dolor.




—¿Pero que significa esto?—


—Aun no lo se—.


—¿Como que aun no lo sabes?—.


—Lo siento no puedo hacer nada al respecto, simplemente no lo comprendo—.


—Entonces apártate—. Dije molesto.


—Lo siento Edward pero no te dejaré pasar—.


—No seas ridícula Alice. Podré hacerlo fácilmente—.


—¿Así? ¡Pues inténtalo!—




Comencé entonces a moverme a derecha e izquierda, tratando de esquivar el cuerpo de mi hermana, pero fuera donde fuera, ahí delante de mi siempre estaba ella.


—No podrás conmigo Edward, no te dejaré—.


Era inútil, no podía eludir su bloqueo.
Y mientras perdía mi tiempo ahí en medio del bosque, tratando de escapar de ese pequeño duendecillo molesto, Bella seguía en la reservación junto a él.


—¡No me obligues a lastimarte!—. Le grité fieramente. —Será muy fácil para mi hacerlo—.


—Sabes bien que no seria fácil.
Tal vez lo logres, tal vez no. Pero jamás me lastimarías—.


Odiaba cuando ella tenía razón. ¿Por qué siempre debía ser tan insoportable.
Pensé un momento en sus palabras y como un latigazo, la visión de mi propio futuro llegó a mi mente.








Logré escaparme de ella, aun no se bien como.
Quizás ella quiso que pasara y me dirigí a la reservación.
Sin titubear crucé la línea, sin sentir culpa por todo lo que atrás quedaba y todo lo que ello implicaba.
Nunca había estado ahí, nunca en el poblado realmente.
Me concentré en la voz mental de Jacob, permitiendo que guiará mis pasos.
La vi a través de sus ojos.
No estaban muy lejos.
Podía escuchar las olas, el viento jugando con el cabello de Bella mientras le miraba y compartía nuestros secretos con él.
A si que eso hacían cuando estaban juntos. Hablaban de nosotros. Pero pronto no habría secretos que contar.


—¡Maldito, aléjate de ella!—. Grité Cuando les ví y sin detenerme golpee a Jacob con mi cuerpo y fue a parar barios metros lejos de nosotros.


—!No¡—. Dijo Bella al comprender lo que sucedía.


—Sabias que esto pasaría, ¿Que esperabas que hiciera?—.


Jacob comenzó a convulsionar y se transformaba en licántropo.


—Has cometido un grave error chupasangre—.


—¡No¡ Jacob… Edward…


—Decide Bella, decide de una vez—. Le dije sin apartar los ojos del licántropo que a toda marcha se abalanzaba sobre mi.


Jacob saltó por el aire tratando de alcanzar mi cuello.
Pero no podría conmigo, todos sus movimientos estaban claros en mi mente.
Me lancé hacia él sólo unos metros por debajo.
Tomé sus patas traseras y azoté su cabeza en el suelo, a un lado y al otro.
Pude escuchar sus huesos de la espina dorsal romperse por el fuerte impacto.
Le azoté otra vez y sus costillas emitieron el mismo ruido.


Vi a Bella con las manos en garganta ahogándose con sus propios gritos, muda, paralizada.
Pero no maté al chico, su hora aun no había llegado.


Sólo transcurrido un par de minutos llegó el resto de la manada alertados por mi presencia.
Uno tras otro los fui eliminando, no corrieron la misma suerte que Jacob, les rompí el cuello en cuanto me fue posible.
Ningún diente tocó mi piel, ninguna garra rompió mis ropas.
Desgarré, destrocé, con mis dientes arranqué todo lo que estaba al alcance de mi manos.
Pero ni siquiera una gota de su sucia sangre pasó por mi garganta.
No probaría algo que me asqueaba de grado sumo.
Y ahora todos estaban muertos, yo solo había acabado con toda una manada de licántropos.
Una acto que sin mi habilidad habría sido imposible para cualquier vampiro común y corriente.
Pero yo no era un vampiro común y corriente.
Y por primera vez, en todos estos años agradecí el don con el cual había despertado en esta nueva existencia.


Jacob emitía sordos aullidos de dolor físicos y lloraba también la muerte de sus hermanos.
Bella estaba junto a él tratando de reconfórtalo.


Caminé humanamente hasta ellos.
El rostro de ella estaba desfigurado por el terror, por la impresión que le daba toda la muerte a nuestro alrededor.
Aterrada por mi, por la sangre en mi cuerpo que me bañaba de pies a cabeza.
Me incliné sobre ella y le sostuve por el brazo, obligándole a separarse de Jacob, el cual movía sus ojos de un lado hacía otro trastornado por el dolor.


—¿Por.. Que?— Preguntó entre sollozos Bella.


—¿Por que? ¿Por que? ¿De verdad crees que es necesario explicarte por que?
¡Por ti! ¡Todo ha sido por ti! ¿No podías estar lejos de él? ¿No podías permanecer en Forks a salvo esperando por mi?.


Un par de horas, sólo un par de horas me alejé de ti y esto es lo que haces.
Huyes como fugitiva para estar con esta criatura insignificante, con este monstruo—.


—¡El monstruo eres tu!.
Mira a tu alrededor Edward. Todos están muertos y tu lo hiciste.
¿Ahora que harás?
¿Matarás a todos los humanos que se aproximan también?—.


Y así debería ser, debería acabar con todos ellos ahora.
Nos perseguirían por todos lados, nunca dejarían de cazarnos.
Los autoridades humanas nos perseguirían y los vulturís también.


Solo había una salida entonces, una solución que ya había decidido al momento de desprenderme de mi hermana.
Propiné un puntapié al chico para que recuperara la conciencia.


—Sabias bien que ella era mía.
Te advertí mucho tiempo atrás, pero no escuchaste. Ahora tus amigos y toda tu raza pagará por ti.
Pero lo más importante de todo es que ahora presenciaras lo que tanto pretendías evitar. ¡Como si en algún momento hubiera sido posible para ti hacerlo!—.


Tomé fuertemente la mano de Bella, sin dejar de mirarlo a los ojos.
Bella luchó contra mi agarre jalando de su brazo y dándome golpes que caían como caricias en mi rostro y en todo lugar que pudo.


—¡Déjame, no me toques!.
¿Que estas haciendo? Edward. ¡Déjame!—.




Entonces lentamente acerqué su brazo a mi boca y enterré mis dientes en su fina, calida y suave piel.


—!No!— Gritó Bella. —¡No quiero ser como tu!. Eres un monstruo. ¡Detente… no… no… NO!—. Agregó llorando, gimiendo, gritando.


Jacob emitió su último suspiro con sus ojos de perro llenos de lagrimas en un profundo dolor.






Entonces todo era claro.
Solo esa era la respuesta logica a la extraña vision de mi hermana.
Yo y sólo yo sería el responsable.






—¡Eso… No puede pasar!—. Dije sacudiendo mi cabeza.


Por eso mi hermana había logrado verle, yo… en mi descontrol mataría a todos los licántropos, acabaría con todos.




—Alice…— Logré decir.


—¿Que, que te pasa?—.


—Comprendo…. Entiendo ahora tu extraña visión—.


—Bueno yo he tenido tiempo de pensar en ella y creo saber a que se debe—.




—¡Pero yo no soy capas de hacer eso, no podría!—.


—Claro que si y lo sabes.
Son tus intenciones, yo sólo veo lo que resultará de todo eso y créeme que sucederá, podrá ser si hoy, si ahora, sigues tu camino—.


Y comprendí que todo tenía sentido, era tan fácil verlo, no necesita la confirmación de una visión detallada por parte de mi hermana.








Mareado, desconcertado trastabillé y fui a dar contra un árbol, el cual evitó mi caída.


Todos estarian muertos.
Todos por mi culpa, por mi furia desmedida, por mis estúpidos celos, por mi demencia.
Por mis inconscientes, estúpidos y desatados impulsos.




—¿Cuándo has visto esa visión?—. Le pregunté aun confundido.


—Después de colgar el móvil—. Respondió. —Eso no es importante tu estabas…—


—¿Le has contado esto a nuestro padre? ¿ Le has contado tu teoría, el ha creído lo mismo que tu?
¿Por que no esta aquí ahora?. ¿No vendrá a tratar de detenerme?—




—No. No lo hará.
Por más que le pedí que lo hiciera.
Dijo que ya sabias que hacer.
Que sólo habrían dos opciones para ti, que era tu decisión hacerlo o no.
Pero que deberías elegir una de ella de una vez por todas.


La verdad es que no se a que se refería, pero creo que tu si.
De todas formas me ha pedido que te esperara—.




Mi padre en toda su infinita sabiduría me entregaba una oportunidad, nuevamente me enseñaba el camino.
Me entregaba los medios para decidir por mi mismo lo que estaba correcto.
Me conocía sólo como un padre conoce a un hijo.
Él sabía que yo haría lo correcto.




—Todo esta bien Edward. No tienes que hacerlo. Puedes quedarte aquí o en casa … o … o .. esperar por ella.
Se que ya no tardará en volver. Sólo ha ido de visita, a visitar un viejo amigo, eso es todo—.




—¡Pero el no quiere ser su amigo!.—


—Pero eso no importa, sólo importa lo que ella quiere y lo que ella quiere es estar contigo.
Quiere morir a su vida, a su padre, a su madre, a sus amigos, a una vida normal, a tener hijos, a tener nietos, al sol, a la vida normal solo por estar junto a ti por siempre—.




—Por favor Alice vete. Déjame solo—.


Me miró con cierta tristeza pero accedió diciendo que de todos modos no había de que preocuparse.


—Se que le esperaras.
Dejaré tu coche en la carretera, unos kilómetros antes de llegar a la ciudad—.


Esperó mi respuesta pero después de unos minutos se dio por vencida y desapareció levando apenas unas cuantas hojas a su paso.


Asqueado por mi mismo me agache ocultando mi cara entre mis piernas.
No era digno del amor que sentía por ella.
No era digno de mi familia.
No era digno de vivir.




Agradecí que Alice dejara el coche lejos de casa.
No tenia el valor de ver a mi padre a la cara.
Manejé pasando por el pueblo, bajando hasta el camino que conduce a La Push




Y a medida que me acercaba sentía nuevamente rabia, pero esta vez no era contra él o contra ella.
Ni porque estaban ahora juntos.
Mi rabia era por mi, por ser quien era.
Jacob seguía siendo más humano que yo, aun cuando fuera un licántropo.


Él no la mataría al estrecharla en sus brazos.
Él no temería por su vida cuando se despertara el deseo como lo haría yo.
No temería entregarse ni dejar que ella le amara completamente como un hombre ama a una mujer.
El respondería, tal vez ella ni siquiera tendría que rogar como lo hacía junto a mi.
No le negaría sus besos ni sus brazos, nunca.


Y eso era exactamente lo que odiaba de él, eso era lo que despertaba mis celos más profundos.
Sentiría lo mismo por cualquier otro que estuviera tan cerca de ella.
No era a Jacob Black, recientemente convertido en licántropo, con domicilio permanente en La Push.
Seria cualquier otro.
Si en el futuro conociera a otro hombre que llegara a ser remotamente cercano a ella, sentiría lo mismo por el.


Mi padre tenía toda la razón.
Si sentía celos, sentía celos, rabia, impotencia.
Todas emociones tan humanas, emociones que no me correspondía experimentar, pero así lo hacia.
Eso había hecho el amor en mi, me había humanizado al punto de sentir dolor físico al estar lejos de ella.
Sufría por su falta de conciencia hacia ella y hacia mi.
Era un títere en sus manos que podía destrozar con su inconsciencia, con su insensatez.
Pero en vez de ser más humano por ella, había estado a punto de convertirme en un monstruo, en un asesino.


Esto significaba el amor para mi? A esto me llevaría?.
Pero tenía opción, mi padre, mi hermana me mostraban el camino.
No debería permitir que Jacob Black sacara lo peor de mi.
No dejaría que despertara un ser dormido dentro de mi hace tantas décadas atrás.
Yo no sería un eterno condenado.
Debía encontrar la fuerza.
No debía permitir que nuestro conflicto eterno eclipsara mi amor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias. Lo he disfrutado

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