lunes, 7 de marzo de 2011

Conflicto Eterno Cap. 21 La Alianza


La Alianza

“Pégale en las tripas la próxima vez”
Había sido el sabio consejo que le entregaba el jefe de policía a su hija adolescente cuando la llevaba a casa de mis padres, donde se desarrollaría, sin dudas la fiesta más producida que se hubiera brindado nunca en el pequeño, viejo y olvidado Forks.

La sola de idea de que aquel “incidente” se volviera a repetir hacia que viera todo repentinamente rojo y lo único que quería era darle una buena lección a ese perro sucio y mal oliente.

Pero gracias a esas palabras volvía a ver al Jefe Swan como un hombre justo y preocupado por su hija, aunque ante sus ojos yo aun no era digno de ella, él seguía prefiriendo a Jacob Black, defendiéndolo, guardando la esperanza de que algún día Bella recobrara su buen juicio y pudiera ver que yo no valía nada… y todo, por el solo hecho de alejarme… hace ya tanto tiempo atrás.

A lo lejos vi el resplandor proveniente del camino hábilmente iluminado por mi hermana para indicar a todos los invitados la forma de llegar a nuestra casa.
Sin duda que todos estarían expectantes e ilusionados por ver al fin, por admirar el interior de nuestra misteriosa residencia.
Para ellos era la primera vez que se acercaban siquiera. Todos ilusionados, todos… menos una persona… y no era nada menos que la homenajeada, la única por la cual nos habíamos atrevido a abrir nuestras puertas para los humanos.
Me permití entonces correr a toda mi capacidad, llegué frente a la casa y esperé por ellos.

“Esperar”
¿Cuanto tiempo había esperado por ella?
¿Cuantas noche, cuantas lunas desfilaron por mis ojos, cuantos amaneceres solitarios?

Demasiados, muchos más de los que me había sido posible soportar.
Sólo ahora estaba completo, ella y sólo ella tenía el poder de hacerme sentir de esa forma.

¿Cuanto tiempo nos quedaba?
¿Cuantas noches como esta?.
¿Cuantos besos, cuantas caricias, cuantos te amo?
Nunca serian suficientes y el tiempo tal vez ya estaba contado para nosotros.
No teníamos suficiente, nunca tendría suficiente tiempo para decirle “Te amo” “Te necesito”. “Perdóname, perdóname”

Palabras como “Para siempre” o “Eternamente” siempre habían estado fuertemente presentes en mi mente… pero ahora todo me parecía efímero.

¿Cuanto tiempo nos quedaba…Cuanto?

El coche se estacionó por fin frente a la casa y yo salí momentáneamente de mis pesimistas divagaciones.
Ser pesimista era un lujo que no podía dar, debía enfocarme, concentrarme. Aun no había nada seguro, nada estaba perdido… aun.
El futuro no estaba gravado en piedra. El futuro no “Está” gravado en piedra.

—¿Seguro que no quieres entrar? — Preguntó Bella a su padre, mientras permanecía en el interior de coche.

—Absolutamente seguro—. Respondía él. —Que te diviertas, hija—.

Bella le dio las gracias y se despidió.

Su padre se alejo riendo de buena gana, las fiestas eran tan espantosas para él como lo eran para su hija y por nada del mundo asistiría a esa en particular donde se encontraría irremediablemente obligado a compartir conmigo.
Salí entonces de las sombras justo cuando Bella comenzaba a ascender por las escaleras del porche y me acerqué velozmente, anhelante de ella, de su contacto, de su calor.

—¿Bella? —. Le llamé.

Se volteó y al llegar junto a ella la tomé entre mis brazos y mis labios volvieron a tomar posesión de lo que les pertenecía por derecho.
Mis labios fríos abrazaron su tibia boca y le besé desesperadamente como si fuera nuestro ultimo beso.

¿Tendría yo derecho a un último beso?
No. No habría nunca un último beso para nosotros.
La integridad de Bella debía ser mi prioridad numero uno, ella era mi único motivo para existir.
Yo no debía permitir que existiera la ocasión para ese último beso.

Todo el amor que yo sentía por la vida se encontraba ahí, frente a mi, entre mis brazos, soldada a mi cuerpo y ahí debía permanecer por siempre… por siempre.

Pero me alejé de ella cuando sentí la caricia que hacían sus manos en mi pecho para alejarme.

—Vamos a quitarnos de encima esta estúpida fiesta —. Dijo mientras ocultaba su mirada de mis ojos.

Tomé suavemente su rostro entre mis mano y delicadamente lo alcé esperando que sus ojos se encontraran con los míos.

—No voy a dejar que te suceda nada—. Le prometí.

Pero para Bella su seguridad era lo último en su escala de prioridades, lo dejó muy en claro mientras acariciaba leve y suavemente mis labios con su mano libre del cabestrillo.

¿Por que no me sorprendían sus palabras?
¿Por que insistía en preocuparse por nosotros, cuando nuestros cuerpos eran más firmes y fuertes que el más resistente de los materiales?

Tomé aire… como si lo necesitase… y traté de sonreír. La velada era prometedora, o por lo menos trataría que lo fuera para ella.

—¿Lista para la celebración? —pregunté tratando de utilizar la más tranquilizadoras de mis voces, sin embargo pareciera que no dio resultado ya que ella soltó un gemido como respuesta.

No había sido una pregunta muy inteligente de mi parte, Bella nunca estaría lista para ser el centro de atención.
Avanzamos juntos, sosteniéndola contra mi costado, reteniéndola contra mi cuerpo, sujetándola por la cintura.
Abrí la puerta y entonces pude sentir su cuerpo volverse rígido como una piedra, mientras su corazón se detenía por unos segundos.
Sus pulsaciones volvieron rápidamente al mismo tiempo que movía su cabeza de lado a lado levemente.

—Increíble—. Soltó al fin.

—Alice es así—. Dije como pobre escusa.

Alice no había escatimado en gastos en preparar la mega fiesta para celebrar la graduación de mi futura novia.
Era verdaderamente increíble lo que se podía hacer con unos cuantos miles de dólares.
Y justamente en ese momento me llamó Alice que se encontraba junto al equipo musical
Mi hermana necesitaba mi consejo sobre que música era la más adecuada para la ocasión.

—¿Deberíamos poner melodías conocidas y agradables o educar los oídos de los invitados con la buena música? —.

Pero no era el lugar adecuado para intentar “Educar” a nadie y mucho menos musicalmente.

—No te salgas de la agradable—. Le sugerí. —«Treinta monjes y un abad no pueden hacer beber a un asno contra su voluntad»—.

Enseguida comenzó a deshacerse de toda la música inadecuada.
Sin duda que las obras de Puccini no serian apreciados en esta oportunidad por muy espectacular que “E lucevan le stelle” fuera.

“Oh! dolci baci, o languide carezze,
Mentr'io fremente
Le belle forme disciogliea dai veli!
Svanì per sempre il sogno mio d'amore…”

¿Como se puede apreciar y sentir la pasión retenida en tan pequeños versos cuando lo que se busca es sólo diversión y no sentimiento?
Sin embargo tendría que encontrar la oportunidad de compartir con Bella esa y tantas otras piezas musicales que para mi tanto significaban.

—Me parece que no voy vestida con la elegancia apropiada para la ocasión—. Agregó llena de inseguridad Bella junto a mí.

—Estás perfecta —. Le aseguré.

La mire… nuevamente, como si no tuviera retenida su imagen en mi mente.
¿Cuándo vería lo hermosa, lo perfecta que ella era? Jamás conocí a nadie que tuviera tan merecido su nombre.

Bella… Bella.

—Más que eso —. Agregó entonces Alice sin dejar de hacer tu tarea.

En medio de un suspiro Bella nos agradeció y luego nos dijo:

—¿De verdad creen que va a venir alguien? —.

Y la verdad era que nadie faltaría esa noche.
Todos los humanos querían satisfacer su curiosidad, querían ver que había tras el velo de misterio que caía sobre los huraños Cullen.

Aunque la confirmación no fuera de todo el agrado de Bella los invitados llegarían y no faltaba mucho para que lo hicieran.
Pero antes de que eso sucediera quería poner al corriente de nuestros planes a Bella y nos dirigimos en busca del resto de mi familia.

Encontramos a Emmett en la cocina mientras afanosamente preparaba las bebidas para nuestros invitados y luego a Carlisle en su despacho.
Esme, Rosalie, Jasper y Alice llegaron poco después y nos reunimos en la sala donde Alice daba los últimos toques al decorado.

—Debe existir alguna otra solución—. Decía Rosalie. —Creo que deberíamos pensar un poco más sobre este plan—.

—¿Pero amor?... ¿Que dices? — Le respondía Emmett haciendo una mueca de disgusto. —No hay nada más que decir o pensar. Ahora sólo tenemos que actuar—.

—Así parece—. Agregaba a su vez Jasper que tampoco le agradaba la idea de dirigir alguna campaña militar teniendo tal diferencia numérica.

Los noticiarios no hablaban sobre nuevos desaparecidos, pero de todas formas ellos nos superaban ampliamente y eso era una desventaja que nadie podía negar.

—Tal vez tangas razón Rosalie, pero estamos solos.
Sin embargo tengo la firme convicción que si nos mantenemos juntos sabremos salir airosos de todo esto.
Será difícil para todos, no puedo negarlo sobre todo para mi, pero prefiero mil veces ver caer a esos pobres y extraviados neófitos en Seattle que a uno de ustedes—. Dijo Carlisle manteniendo en pie el plan de ataque.


Esme tomó su mano firmemente y se miraron un segundo a los ojos.
Cuantos sentimientos, cuantas historias compartidas, cuantos años juntos. Cuanto amor había en esa fugaz mirada.

Me habría sonrosado de haber podido y púdicamente desvié la vista para contemplar yo también al ser que era dueño de mis afectos.
Yo, al igual que ellos, sostenía sus manos entre las mías.
Cuanta fuerza tenía que emplear para no apretarla un poco más y romper todos sus huesos. Era prácticamente un suplicio, un delicioso suplicio.

Sacudí de mi cabeza aquella distracción que en esos momentos sólo lograban nublar mi lucidez, necesitaba todas mis fuerzas para mantener la angustia bajo control.

El murmullo que provenía del camino se hacia más y más intenso.
Pronto ya no estaríamos solos, el tiempo apremiaba y nosotros estábamos listos para recibirles.

Pero ella no lo estaba y los leves estremecimientos que Bella experimentaba eran un terrible recordatorio de que debía mantenerme firme como una roca.

— “Es a mi a quien ellos buscan” —. Les había dicho una vez que todos estuvieron presentes.

Su voz no tembló entonces, su coraje era increíble, sin embargo ante los planes de mi familia, experimentaba verdadero horror y no lo podía ocultarlo, pero tendía que hacerlo, otra vez el tiempo nos alcanzaba, los humanos ya estaban aquí y un momento después el sonido del timbre confirmó lo que nosotros ya sabíamos.

Era hora del show.

Uno tras otro los invitados fueron ingresando, tímidos, nerviosos, expectantes y curiosos a la vez.
Cada uno sin saber que esperar, pero todos quedaron deslumbrados al ingresar en la estancia.
Más de una odió verdaderamente a la criatura que permanecía aferrada a mi mano, más de una deseó ocupar su lugar. Creyendo ilusamente poseer más aptitudes físicas que Bella.
Que absurdos y ridículos me parecían aquellos pensamientos.

Bella soltó mi mano y se adelantó a recibirles, tratando de controlar el nervioso palpitar de su corazón.

—Jess, Mike. Que bueno que han podido venir—.

—¿Estas loca Bella? No nos habríamos perdido esto por nada del mundo. No todos los días uno puede conocer la mansión de los Cullen.
Como eran tan reservados hemos perdido hace mucho tiempo la ilusión de verla.
Muchas gracias por invitarme, eres la mejor—. Terminó de decirle Jessica.

Mientra ella hablaba, el chico Newton no dejaba de ver a Bella, mirándola con ojos devoradores.

No necesitaba verla a través de sus ojos para saber lo encantadora y deslumbrante que estaba. Sus ojos brillaban de forma enigmática, posiblemente debido al nerviosismo o al miedo. Un leve color sonrosado había subido hasta su rostro.
Él era consiente de todos aquellos pequeños detalles y como yo, él también los apreciaba.

“¡Enclenque maldito!” Pensé y me contuve para no correr frente a él y darle un golpe.

—Hee… Es un placer Bella—. Dijo él casi balbuceando.

Entonces sus ojos pasaron de los ojos de Bella a los míos. Le saludé inclinando un poco la cabeza, en señal de saludo formal.
No dejaría que se olvidará que estaba en mi casa.
Aunque estaba seguro que eso no sucedería.
Esa noche no éramos los más hermosos de admirar.

Alice se había encargado de la decoración y las luces.
Las sombras provenientes de la iluminación tan diestramente dispuesta, no hacían más que acrecentar nuestro aspecto tenebroso y temido.
Una sensación de intranquilidad reinaba en las mentes de todos los humanos presentes.
Sólo Bella era inmune a ella, Bella se sentía bien ante criaturas espeluznantes.

Los esfuerzos de mi hermana se vieron recompensados al ver a Newton tiritando de espanto al ver a Emmett sonriéndole al otro lado de la mesa donde se encontraban los comestibles.
Claro que la intención de mi hermano nunca fue asustarle, pero no pude evitar reírme ante lo acontecido.

Entonces me separé de Bella lentamente, debía dejarle circular, debía dejarle que se mezclara con los vivos, tal vez la experiencia no le resultara del todo desagradable, confiaba en que tal vez pudiera tomarle algo de gusto a aquellas experiencias.

Me resguarde en una esquina, no muy lejos de ella.
Le vi circular entre los diferentes grupos, sonriendo, respondiendo a las palabras de admiración, a los elogios que dedicaban.
Yo, apretaba los dientes al escuchar los suspiros y los pensamientos desenfrenados que más de un secreto pretendiente expresaba internamente.

No los culpaba, Bella era sin duda las chica mas hermosa de la fiesta… y era mía, completamente mía. Entonces no pude permanecer alejando de ella por más tiempo.
Caminé hacia ella y le tomé por la cintura.
Ella volteó sus ojos hacia mi y de esa manera continuamos disfrutando de la noche.

Ahí, teniéndola contra mi costado, pude percibir que sus aprensiones habían cedido completamente, inclusive habría podido decir que estaba sinceramente disfrutando de su fiesta y debo reconocer que yo también lo hacia.

Yo era feliz al ver que ella distendía sus labios en verdadera sonrisa, ya no estaba fingiendo, no estaba actuando por nosotros, por Alice o por mi. Ahora Bella disfrutaba y era aquella autentica felicidad que le hacia proyectar una luz interior, deslumbrando a todos con su sonrisa, con el sonido de su risa que aun era posible escuchar sobre la música contagiosa que sonaba en ese momento.
Algunos voltearon a verle, atraídos por aquel sonido cautivante, cuantos deseos podía provocar inconscientemente y no eran solo los míos…


¡Malditos chicos estúpidos!. ¿No sabían que ella era mi novia?

Le apretaba entonces un poco más contra mi, reclamándola casi salvajemente. Les habría gruñido si pudiera, les habría arrancado a cada uno de ellos la cabeza… Si pudiera.

Pero era su noche, su gran noche, una que nunca podría olvidar y yo debía comportarme… y lo haría.

Nos movimos así, uno junto al otro, mezclándonos, sonriendo animadamente nos mezclamos entre los concurrentes y nos topamos de frente con Jessica… La insoportable chica no dejaba de gritar tratando de que su voz sonara sobre la música que llenaba el lugar.

Entonces escuché en mi cabeza, más fuerte que cualquier otra cosa, la voz de Alice que me llamaba desesperadamente.
Mi cuerpo se tensó instantáneamente al ver en su mente la visión que tanto habíamos esperado.

Mi mano que sostenía la cintura de Bella cayó pesada como el hierro a un costado de mi cuerpo.
Eso no podía suceder, simplemente no podía.

—Quédate aquí —. Susurré en su oído. — Ahora vuelvo—. Y me alejé entre la concurrencia. Debía alcanzar a mi hermana.

Traté de seguir en mi papel humano, la casa estaba llena de espectadores. ¿Por que Alice se había empecinado en dar esa fiesta? ¿Por que justo en ese momento debía ver, por que no pudo ser el día anterior …. O algunas horas después?

¿Por que la vida no me permitía tener siquiera unos segundos de felicidad? ¿Por que?

Encontré a mi hermana frente a la puerta de la cocina y le obligué a retroceder hasta que nos hundimos en la oscuridad que el lugar nos entregaba.
Su mirada permanecía perdida en el futuro.

—Edward. Ya no tendremos de viajar a Seattle. Edward… Ellos… vienen—.

—Alice…—.

Me sumergí en su mente, tratando de ver la visión que seguía desarrollándose.

Un gran número de neófitos se movía disperso por el bosque, algunos trepados en las copas de los árboles viajaban sin tocar el suelo, saltando de árbol en árbol, otros lo hacían por tierra.

Un neófito avanzaba a la cabeza del grupo y nadie hacia intento alguno por adelantarle, pero otro detalle llamó mi atención….
Pensé por un segundo que era algún animal destripado y sangrante, sin embargo al prestar atención a la visión de mi hermana pude ver que en realidad aquel color rojo no se debía a sangre alguna, aquello no era un ser vivo, era… era la blusa extraviada de Bella.

El neófito levantó su mano hasta su rostro e inspiró profundamente la prenda de vestir. Vi el movimiento de sus pulmones, vi el deleite en su rostro al percibir el apetitoso aroma.

Era entonces todo verdad, Bella era su objetivo, ellos venían por Bella.

Sucedería… La decisión ya estaba tomada y no había nada que nosotros pudiéramos hacer en Seattle para evitarlo.

—¿Cuando Alice, cuando? —. Le pregunté. — Bajo las ordenes de quien se mueven?

Ella no contestó, la visión seguía repitiéndose en su mente.
Le dí la espalda a mi hermana y controlando todos los músculos de mi cuerpo comencé a alejarme.

¿Que debía hacer?
¿Correr tendría algún sentido?
¿Que pasaría si nos alejábamos? ¿Se detendrían los neófitos cuando ya no estuviéramos aquí o arrasarían con el pueblo hasta convertirlo en un pueblo fantasma?

¿Quien protegía a Charlie?
¿Bella querría dejarlo? No, por supuesto que no.


Debía hablar con Carlisle, sólo él poseía la cabeza suficientemente fría para saber que decisión era la mas acertada.

—¿Qué pasa, Alice? ¿Qué? ¿Qué has visto? —. Decía en ese momento la voz de Bella.

Giré y le vi junto a mi hermana quería correr junto a ella, estrecharla entre mis brazos, prometerle una vez más que todo estaría bien, que le protegía siempre, pero algo me detuvo, parecía que la noche no paraba de darme malas sorpresas.
Sentí entonces la presencia de Jacob Black, acercándose hacia nuestra casa y él no estaba solo, dos licántropos, tan jóvenes como él ahora le acompañaban.
Seguramente Bella le había invitado antes de aquel incidente, incidente que aun le obligaba a llevar el brazo en cabestrillo.

No tenia ánimo para pararme frente a él, no esta noche, no ahora que lo único que sentía era rabia, desesperanza.

Lo mejor, para Bella, para todos los presentes, que podía hacer era alejarme.
Los ojos se Bella se clavaron en mi rostro y contuve la respiración, que angustiante era verle desesperada, pero ahora, era mejor salir de ahí. Ella estaría bien, nada le pasaría en nuestra casa.

Entonces mientras ella me miraba me sumergí en la oscuridad que ofrecía el pequeño espacio bajo la escalera y rodeándola subí rápidamente, sin ser visto por nadie justo antes que sonara el timbre y anunciara que los chuchos habían llegado.


—¿Estas seguro de eso? — Pregunto Carlisle cuando le hablé de la visión de Alice.

—Asi es—. Le respondí. He visto la visión en su mente—.

—Y por lo que me dice mi nariz, han llegado nuevos invitados.
Son de Bella supongo—.

—Créeme que míos no lo son—.

—Entonces ha sido muy correcto de tu parte evitar toparte con ellos—.

—Eso supongo, aunque no me gusta la idea de dejarla sola con ellos—.

—Estará bien Edward, estoy seguro que ellos también tratan de pasar desapercibidos—.

—Eso espero Carlisle—.

—Pero… Dime una cosa, ¿Alice donde esta? —

—En este momento… Ella… ha ido por Jasper y luego vendrán aquí—.

—Eso esta bien, es mejor esperar a que todos estemos reunidos antes de pensar en cualquier medida de contención—.

En ese momento entraron en el escritorio de mi padre Esme, Rosalie y Emmett.

—Nos hemos encontrado con Alice y nos dijo que bebíamos informarnos de algo—.

—¿Acaso no podemos hablar cuando toda esta gente este fuera de casa? —. Decía Rosalie alterada por la presencia de los humanos.

—Alice ha tenido la visión que tanto estábamos esperando—.

—¡Wohoo! —. Dijo eufórico Emmett. —¿Cuando partimos? ¿Esta misma noche? —.

—Nuestros planes tendrán que cambiar. Ya no iremos a Seattle—.

Todos me miraron sorprendidos y confundidos a la vez y en ese momento Jasper y Alice ingresaron en el despacho…Solos… Sin Bella.

—Alice—. Le dije. —Donde esta Bella—.

—Edward, estará ahí con sus pestilentes amigos. Ya sabes que con ellos aquí no puedo ver nada y como no la veo supongo que esta con ellos—.

Mi mente se abrió a las voces humanas provenientes del primer piso.

—No podemos empezar sin ella—. Decía Esme en ese momento.

—Yo voy por ella—. Le dije pensando que ir por ella era mucho.

—Olvídalo—. Exclamó Alice. —He invertido mucho tiempo en esta fiesta, no dejaré que te enfrentes a ese Jacob Black y estropees todo—.

—Yo no pensa….— Logré responder. Pero Alice ya se había marchado sin dejarme terminar.

Yo no tenía pensado enfrentarme a él, sólo iría por Bella y nada más, si algo resultaba de eso ya no sería culpa mía.

—¿Y de que se trata todo esto? — Preguntaba Jasper.

—¿Alice no te ha dicho nada? —. Dijo Rosalie impaciente.

—Algo. Me dijo que había tenido la visión que tanto había estado esperando, pero que la cosa no pintaba bien—.

—Asi es. Los neófitos vienen hacia Forks—.

—¿Estas seguro de eso? —.

—Absolut…— Comencé a decir.

Pero la voz mental de mi hermana hizo que mi lengua se paralizara y cerré la mandíbula de un chasquido.

Viajé a su mente y les vi.
Mi pecho vibró inevitablemente con un gruñido.
No fui conciente de mi rostro pero algo se debió leer en el ya que cuando quise adelantarme hacia la puerta sentí que dos brazos me sujetaban fuertemente y Carlisle bloqueaba la salida.

—Tranquilo Edward. ¿A donde vas en ese estado hijo? ¿Acaso no sabes que estamos dando una fiesta en este momento? —.

Mis dientes volvieron a castañear y los apreté fuertemente mientras luchaba contra el agarre de los brazos de Emmett al tiempo en que Jasper trataba de controlar mi furia.

—Bella… Alice.. —. Fueron las únicas palabras que lograron salir entre mis apretados dientes.

—Será mejor que yo vea lo que sucede— Dijo Jasper bañándome por última vez con su poder tranquilizador.

—Tranquilo hijo, estoy seguro que esos licántropos, a pesar de ser tan jóvenes, al igual que nosotros, querrán pasar desapercibidos—.

—Además no creo que se quieran meter con aquella pequeña diablilla—. Agregó Emmett.

—En cualquier caso Jasper controlará cualquier situación, tu no estas en condiciones de hacerlo—. Terminó de decir Carlisle.

Era indignante.
Tres hombre lobos amenazantes sobre mi hermana, sobre mi novia y yo preso entre los brazos de hierro de mi hermano.

¿Acaso no se me estaba permitido defender siquiera la honra de mi casa?
Pero Jasper ya estaba ahí y ante su presencia los licántropos habían abandonado la actitud amenazante para con Alice y Bella.

Con gusto y regocijo vi el temor en los ojos de Jacob y debo reconocer que aunque muchas veces le recriminé a Jasper su falta de fuerza de voluntad, después de esa noche no lo volvería a hacer.
De haber estado yo en su lugar, ya tendría en mi poder el brazo de Jacob Black con el cual sólo segundos atrás le cerraba el paso a mi hermana y a mi novia.

Había hecho bien mi padre al impedirme bajar.


—Esto es una fiesta, ¿os acordáis? —. Decía entonces Bella con la voz casi histérica.

Jacob Black exigía saber que era lo que estaba sucediendo.
Aparentemente Bella no le había entregado mucha información ya que ella misma desconocía la visión de mi hermana pero si presentía que algo no estaba bien, él también lo hacia y quería saber de que se trataba.

¡Como si nosotros tuviéramos que entregarle información sobre nuestros asuntos!.


Nadie dijo nada a las palabras de Bella, Jacob mantenía los ojos fijos en Alice, Jasper hacia lo propio con Jacob y los otros licántropos casi temblaban de miedo al pensar en el resto de los “chupasangres”, hasta que de pronto Alice dijo:

—Está bien, Jasper. En realidad, tiene razón—. Dijo ella pero aquellas palabras no tranquilizaron a Jasper quien mantuvo su actitud.

Por unos segundos la atmosfera se mantuvo cargada y peligrosa hasta que Bella preguntó.

—¿Qué has visto, Alice? —.

La idea se volvió más fuerte en la mente de mi hermana.
Pero ella no podía estar pensándolo seriamente.
Ella no podía hacer eso, no sin consultarnos antes.
¿Verdaderamente pensaba podía resultar algo como eso?


Pero sin pensarlo demasiado ella lo hizo, habló entonces libremente frente a los licántropos y le contó a Bella su visión.

—La decisión está tomada—.

—¿Os vais a Seattle? —. Preguntó Bella.

—No—.

Y eso fue suficiente para que ella comprendiera de que se trataba. Su rostro se volvió repentinamente más blanco de lo normal y temí que se desmayara.

Tiré con todas mis fuerzas tratando de huir de los brazos de Emmett pero me sostuvo aun más firmemente.

—Carlisle, dame una mano con Edward, mira que por poco y se me escapa, vale? —. Le dijo mi hermano a mi padre.

—Es que ustedes no saben lo que esta pasando ahí abajo—. Traté de explicarles. —Bella me necesita—.

—Ella está bien, Alice o Jasper ya nos habrían llamado de no ser así—.

Me concentré nuevamente en las voces mentales de mis hermanos.
En ese momento Bella ya había comprendido que los neófitos vendrían a Forks y Alice se lo confirmaba.

—¿Con qué fin? —.

—Uno de ellos lleva tu blusa roja—.

A Jasper la idea de confiar en ellos no le parecía muy adecuada, pero tampoco podía permanecer mudo en ese momento.

—No podemos dejarles llegar tan lejos. No somos bastantes para proteger el pueblo—.

—Lo sé —. Le respondió Alice.

Ella sabía que no importaba donde les esperáramos, siempre serían muchos más que nosotros y no podríamos evitar que alguno se acercara al pueblo.

—¡No! —. Dijo Bella débilmente, pero con la voz cargada de ansiedad y miedo.

Bella sin dudas pensaba que era mejor que se alejara de nosotros.

—Eso no serviría de nada. No es como si nos las viéramos con un rastreador. Ellos seguirían viniendo primero aquí—.

—En tal caso, he de salir a su encuentro.
Quizá se vayan sin hacer daño a nadie si encuentran lo que vienen a buscar—.

—¡Bella! —. Protestó mi hermana.

La pequeña mente de Jacob no tardó en comprender que algo no estaba bien y exigió saber de que se trataba todo.
Alice le explico lo que sucedería, pero él aun no comprendía por que los neófitos tenían interés en visitarnos.

—Vienen a por Bella. Es cuanto sabemos—. Le aclaró mi hermana.

—¿Los superan en número? ¿Son demasiados para ustedes? —. Inquirió groseramente Jacob, lo que molestó a Jasper.

—Contamos con algunas ventajas, perro. Será una lucha igualada—.

—No —. Agregó nuevamente Jacob, igualmente grosero pero a la vez pagado de si mismo. —No va a ser igualada—.

Jacob Black haría cualquier cosa con tal de enfrentarse a un par de vampiros, eso incluía aliarse a nosotros.
Aunque la idea de luchar codo a codo junto a mi no le resultaba totalmente desagradable.

Ya podía él ver que dentro del calor de la batalla se confundía por error y terminaba lanzándome un buen golpe.

Pero bajo de todos aquellos sentimientos individuales había en el fondo de él un verdadero compromiso hacia su gente y una entrega total a lo que él era. Una maquina mata vampiros.
Otros sentimientos también estaban presentes.
Un deseo de proteger a Bella de cualquier amenaza flotaba en su mente. Aquel sentimiento nunca podría ser tan fuerte como el mío, sin embargo ahí estaba.

—¡Excelente! —. Exclamó mi hermana al comprender que ellos estaban dispuestos a trabajar junto a nosotros.

Por un momento se miraron fijamente sonriéndose el uno al otro como unos tontos, luego ella le advirtió que no tendría visiones si ellos intervenían.

—Es un problema, pero, tal y como están las cosas, lo asumo—.

—Debemos coordinarnos —. Dijo Jacob.

Aunque seguía pensando que aquel trabajo de acabar con los vampiros malos era trabajo de licántropos únicamente y que no seria fácil lograr dicha sincronía.

—Yo no iría tan lejos, pero necesitamos la ayuda, así que no nos vamos a poner tiquismiquis—.

—¡Eso no puede ser! —. Exclamé en voz alta.

Mi familia que había permanecido en silencio me miró confundida y nerviosa a la vez.

—¿Que sucede Edward? —. Preguntó mi padre.

—Alice acaba… Los licántropos... —.

—¡Dinos de una vez por todas lo que esta sucediendo! —. Exigió molesta nuevamente Rosalie.

—Los licántropos nos ayudaran a detener a los neófitos—.

—¿¡Como!? —. Exclamó Rosalie sin poder creer mis palabras.

—Increíble—. Agregó Emmett igualmente sorprendido.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Carlisle.

—Si tendremos una oportunidad después de todo—.

Él no pensaba oponer resistencia alguna a dicho acuerdo, él veía, el podía ver que lejos de presentar un contratiempo para nosotros era sin duda una ayuda que no pensaba desperdiciar.
Antes de eso, ganar esta lucha era sólo algo posible, ahora él tenía la certeza que saldríamos victoriosos.

Ví yo también cuanta verdad había en su silenciosa meditación.
Les necesitábamos como yo necesitaba a Bella y sólo el amor que yo sentía por ella permitiría que se llevase a cabo tal alianza.
Sólo el amor permitiría la alianza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

huooooo!!!!! sube los capítulos que faltan pleace!!! los necesito como edward necesita a bella jejejeje por favor subelos lo antes posible saludos
s♥

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