Esta breve, punzante y contundente novela del reputado Delillo es un retrato feroz del capitalismo y un buen reflejo de los convulsos tiempos en los que vivimos, unos tiempos que aunque parezca lo contrario lejos de afectar al deleznable sistema imperante parece reforzarlo, hacerlo más fuerte en su arrogancia, condición que podría llevarle a la autodestrucción.
El capitalismo es una apisonadora que lo aplasta todo a su paso ( paises, modo de vida, empleos, medio ambiente…) y las recesiones que tanto afectan a millones de personas, sirven para que éste se pare, tome impuslo y vuelva a empezar más fuerte que al principio.
¿Cuántas empresas, las auténticas dueñas del planeta – los gobiernos son meros títeres a su servicio, atentos a sus deseos y órdenes- siguen prósperas y han aprovechado la coyuntura como excusa para reducir plantillas y ahorrarse miles de sueldos como modo de obtener más beneficios?¿Y cuántas empresas por el mero hecho de tener un poco menos de estos beneficios al cierre de un año, aún habiendo tenido considerables ganancias, lo ven como negativo, visión que volverá a redundar en contra del trabajador – el mismo que si asciende se comportará en contra de los que ayer eran sus compañeros, producto de la educación capitalista- en forma de más recortes o presiones?
Este sistema es un vampiro insaciable que nunca se conforma y siempre quiere más, una bestia que absorbe lo que está en contra de ella, lo moldea, lo banaliza a su antojo, con sus propias y caóticas reglas, si bien como demuestra Delillo siempre hay algo que se escapa a su férreo y en apariencia inofensivo control ( personas, ideas…). El capitalismo se lleva por delante todo lo que puede en nombre del progreso, y el progreso es tecnología, una tecnología que avanza a pasos agigantados, que es la principal base y sustento del sistema, que hace que lo que ayer resultaba innovador hoy resulte arcaico.
Este libro narra un día en la vida del típico multimillonario despiadado y sin escrúpulos, un día que lo pasa mayormente en su limusina, su vanguardista central de operaciones, entre el tráfico de Nueva York – la pesadilla de cualquiera con un mínimo de sensibilidad-. Un día en que todo va a cambiar.
Cronenberg lleva esta adaptación al cine. Esta surrealista visión urbana tiene mucho de sus características, como por ejemplo, la creciente relación entre la tecnología y la carne. Es el director ideal para dar vida a este a veces extremo material ( con una escena erótica clavada a la del final de “El perfume” de Patrick Suskind) que también tiene similitudes con el mundo de Bret Easton Ellis. Su protagonista, Eric Packard, no está muy alejado del famoso Patrick Bateman. Su misma arrogancia, su misma falta de empatía y una privilegiada posición social, que hace que los que estén por debajo de él o no existan, o sean insectos a los que pisotear con regocijo. Esta visión del mundo hará que como Bateman, se salte todo tipo de límites legales y morales.
No es casualidad que Cronenberg estuviese apunto de dirigir ( al igual que Oliver Stone) “American Psycho”. La afortunada que llevó tal obra maestra al cine fue Mary Harron – aunque no venga a cuento, ¿llegará algún día a este país, al menos en DVD, su film sobre Betty Page?-.
El libro es perceptivo, agudo, feroz y estimable, pero también está sobrevalorado. Es desconcertante y muchas de las motivaciones más ocultas y criminales de Packard no están bien desarrolladas. Resulta excesivamente superficial el climax final, que es algo absurdo. El lenguaje tan personal como rupturista de Delillo es también brusco, a veces un “simple adorno modernista2 que huye de las definiciones más sencillas y precisas.
Hay no pocos momentos memorables, especialmente los más bizarros y alucinógenos ( la violenta manifestación), y la novela, escrita en el 2003 y ambientada en el 2000, ha acabado siendo toda una premonición, no sólo de la recesión actual sino de los circos más abyectos y carroñeros que se montan, en esta denigrante y sobresaturada de información, sociedad nuestra.
El multitudinario entierro de la estrella de Rap del libro tiene su equivalente en cierto cantante que falleció el verano pasado, alguien objeto de todo tipo de críticas y burlas y que se ha convertido, con su defunción, en objeto de grotesca idolatría, y en uno de los mayores negocios que hay hoy en día, mayor que cuando estaba en vida. Claro que todo es tan exagerado y mezquino que hace que la indiscutible imaginación y percepción de Delillo se quede corta.
No es un escritor fácil de leer, y reconozco, como iniciado en su mundo que soy, que es posible que no haya captado toda la sustancia de “Cosmópolis”, que con sus muchas virtudes y algunos irritantes defectos, han despertado mi interés por el veterano novelista.
Crítica de Melibro.com
Via TheVampireClub
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