¿Por qué gusta tanto Robert Pattinson? Probablemente la pregunta tenga
la misma respuesta que el misterio que envuelve al ejercicio inútil de
mirar la hora en el móvil. ¿No han notado que siempre volvemos a guardar
el teléfono sin saber muy bien para qué lo habíamos cogido? Quizá sean
cosas mías.
A lo que íbamos, ayer la Berlinale presentó 'Bel Ami', la última
película en la que Pattinson no hace de Edward Cullen y... detenido el
tráfico. La sala de prensa a reventar y las inmediaciones de Potsdammer
Platz atascadas. Como ve, no es sólo cosa de su hija.
Hablamos, para entendernos, de un hombre que en 2010 se embolsó una
cifra aproximada de 27 millones de dólares (la fortuna número 15 del
mundo del espectáculo según 'Vanity Fair') gracias al vampiro que lleva
interpretando desde 2008. Dicen que la fama cuesta. Pues tenga claro que
usted y su hija la están pagando a medias.
Sobre el papel, y vista la película dirigida por los directores Declan
Donnellan y Nick Ormerod y basada en el célebre relato de Guy de
Maupassant, uno no puede por menos que sorprenderse. Hagamos abstracción
de la saga 'Crepúsculo', en la que no es el momento de entrar. He aquí
un gran actor o, mejor, el actor que mejor ha sacado partido a su único
registro. Siempre empeñado en darle a todo la misma salida. Ni
Schwarzenegger. Pase lo que pase, Pattinson pone cara de Pattinson.
Economía de gestos lo llaman los técnicos. ¿Estamos acaso delante del
peor actor de todos los tiempos? Menos mal que existe Victor Mature. De
lo contrario, no habría más remedio que rendirse a la evidencia.
Ya de entrada el proyecto de estos directores, entrenados en lugares tan
nobles como la Royal Shakespeare Company, no puede por menos que llamar
la atención. Alrededor de Pattinson, Uma Thurman, Kristin Scott Thomas y
Christina Ricci. Es decir, más que un reparto parecía una ONG dedicada a
rescatar estrellas de los 90.
Daba hasta lástima presenciar el espectáculo de una conferencia de
prensa donde nadie hizo caso a la pobre Ricci, que, por cierto, acudió a
ella con un escote de vértigo por el que asomaban dos señoras sin pelo
verdaderamente vistosas. Desde la distancia parecía incluso que
sonreían. Qué ternura. Pues ni por ésas. Lo que hemos sido y en lo que
nos hemos quedado.
Pero no nos despistemos. Si sobre el papel el asunto era ya sospechoso
(¿qué hacen esas mujeres hechas y derechas alrededor de ese joven tan
derecho?), sobre la pantalla, y a medida que avanzaba la cinta, la cosa
iba adquiriendo tintes dramáticos. Se supone que la novela es una
brillante disección de una sociedad en descomposición. Todo lo que no es
vanidad es algo más triste. O al revés. Se supone y lo es. Pues ni
rastro en una película tan volcada en su actor principal que acaba por
encallar contra las rocas. Igual que el 'Concordia'.
El problema básico es la imposibilidad física de que Pattinson exprese
alguna emoción. El desconcierto no cuenta como tal. A su alrededor, las
tres citadas, más algún que otro clásico (Colm Meany), dan un todo
recital más propio de los músicos del 'Titanic' o, ya que estamos, del
capitán del 'Concordia'. El naufragio es inminente. En el patio de
butacas se oyó con nitidez aquello de "Vada a bordo, Cazzo!". Pero ni
por ésas.
Por momentos, la película se parecía a un parodia en YouTube de
'Amistades peligrosas'. Pero eso sería exagerar. Y Pattinson jamás
exagera. Lo otro tampoco, pero exagerar nunca. Eso dentro de la sala de
cine. En la otra sala. Ni rastro de tanta turbación.
¿Siente la responsabilidad de ser seguido por tantas adolescentes? ¿Qué
le diría a mi hija que tiene toda su habitación forrada con fotos suyas?
¿Abandonará algún día a Cullen? ¿Tiene su personaje en la película,
acosado por las mujeres, algún paralelismo con su vida? Y así todas las
preguntas. El club de fans no lo hubiera hecho mejor. Y él claro,
respondía. Exigencia de lo caro que sale la fama. Respondía como uno se
imagina que en su momento podría haber hecho, por ejemplo, Victor
Mature.
Sea como sea, y a un lado la saga 'Crepúsculo', que no es el momento, el
actor completa con ésta y con 'Agua para elefantes', dos de esas cintas
que si se ven no se olvidan por la misma razón que resulta inolvidable
la primera vez que un cuñado se emborracha. Jamás. Está anunciado en la
próxima de Cronenberg, que no es otra cosa que una adaptación de la
novela de Don DeLillo 'Cosmópolis'. Quizá sólo el director canadiense de
'Un método peligroso' tenga la respuesta a la única pregunta que ayer
se oyó en la Berlinale. ¿Por qué gusta tanto Pattinson? Esa y la de ¿Qué
hora es? Las dos sin respuesta.
Por lo demás se acabó la Berlinale y empiezan las apuestas: gane la que
gane el Oso de Oro, una película brilla sobre todas las demás: 'Tabú',
del portugués Miguel Gomes.
Fuente: Elmundo
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