miércoles, 6 de junio de 2012

La sexualidad de Blancanieves



Solamente en la edad adulta podemos obtener una comprensión inteligente del sentido de la propia existencia en este mundo a partir de nuestra experiencia en él”
Bruno Bettelheim, Psicoanálisis de los cuentos de hadas

Espejito, espejito, ¿quién es la más bella de todo el reino?”, la segunda vez que la malvada madrastra hace esta pregunta obtiene la respuesta que temía escuchar: “Este día se ha convertido en mujer la que ahora es la más bella”. Es Blancanieves, su hijastra, a quien deseó condenar al olvido, quien ha comenzado a menstruar, intentará dejar la infancia atrás pues ahora es una mujer.
Blancanieves y el cazador es la película que presenta a Kristen Stewart como una princesa en desgracia, esta reinterpretación está tomada del cuento de los hermanos Grimm, aunque el relato ya existía mucho tiempo antes como una tradición oral en todo el continente europeo.

El psicoanalista Bruno Bettelheim propone en su célebre libro Psicoanálisis de los cuentos de hadas cómo es que estas historias ayudan a un niño o niña a superar las etapas del desarrollo psíquico.
El psicoanálisis siempre ha defendido la sexualidad infantil, no niega su existencia, y sobre esta premisa interpreta las historias clásicas como Blancanieves, todavía relevantes, tanto que Hollywood sigue echando mano de ellas para lucrar, entretener y liberar a las audiencias de sus deseos más profundos, aunque este punto siempre esté bajo la superficie.
Blancanieves es un caso edípido, narcista y netamente sexual. El nombre de Blancanieves nace de dos gotas de sangre que caen sobre la nieve, justo el inicio del film de Stewart, es decir, el contraste entre lo cálido/frío y la inocencia/madurez. También es una alusión a la menstruación y la ruptura del himen, el inicio de una nueva etapa en la vida femenina.
No importa que el padre de la princesa muera al inicio de la historia, el amor de Blancanieves por él rivaliza, de forma inconsciente, con el de su nueva esposa, la madrastra, es lo que se llama complejo de Edipo.
 Charlize TheronCharlize Theron
Charlize Theron es la madrastra, aquella mujer que envidia la belleza de su hija -aunque biológicamente no lo es, representa esa figura- varada en el narcisismo, enamorada de su reflejo, celosa de la belleza y juventud de Blancanieves. ¿Cuántas madres hay que odian a sus hijas y las imitan? ¿Cuántas mujeres hay negadas a envejecer y con apariencia de jovencitas? Este tipo de pulsiones, el odio que siente Blancanieves porque ella ostentó el amor de su padre, son las que libera el cuento de Blancanieves.
En la película, cuando Kristen Stewart se escapa al bosque encantado es una proyección de sus miedos internos, esta vez con elementos mágicos; el cazador, enviado por la reina, en lugar de matarla la protege, representa lo que Blancanieves necesita para sobrevivir: la fuerza, el impuso, el arrojo, la atracción de un padre incondicional.
 Chris Hemsworth 
La elección de Chris Hemsworth es, quizá, el mejor punto de Blancanieves y el cazador, pues sí encarna los atributos masculinos de un progenitor, la figura de la que la protagonista habrá de enamorarse.
Los cuentos de hadas no edulcoran, como la mayoría de las películas, los sentimientos: Blancanieves también es sumamente vanidosa y cae en las trampas de la reina Ravenna, Theron, cuando esta se transforma en el príncipe que halaga su belleza.
Blancanieves y el cazador elimina varios de los elementos clásicos de la historia -el príncipe no es relevante, tampoco los enanos- pero conserva la fuerza que libera de los miedos, crecer de forma psíquica es un camino de temores, como el bosque, al que debe enfrentarse para superar sus complejos pues Blancanieves ya no es una niña, para madurar tendrá que encontrar la fuerza para luchar contra la madrastra, un personaje condenado porque no evolucionó, se quedó estancado en la fase narcisista, terriblemente infantil. 

Fuente EsMas
Gracias al aviso de nuestra amiga 

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