Un anticipo del final de Crepúsculo y de lo nuevo de Tim Burton en la convención más freakdel mundo
SAN DIEGO.- “¿Qué te parecería si Bella y Edward se divorciaran y estuvieran pasando por una situación tipo la de la película Sr. y Sra. Smith ? ¿Cuál de los dos creés que sobreviviría?”, le pregunta Robert Pattinson a Stephenie Meyer.
Pero la que contesta es Kristen Stewart. “Yo te arrancaría la cabeza”, dice la actriz que está acá, en Comic-Con y en esta conferencia para periodistas de todo el mundo de la que participó LA NACION, para presentar Amanecer: parte II , la última entrega de la saga Crepúsculo . En un rato, todos los actores se reunirán con los más de seis mil fanáticos que los esperan en el salón H, el más grande del centro de convenciones, para decirles gracias y adiós. Aunque aparentemente, según la ocurrencia del británico Pattinson -que de tanto estar en los Estados Unidos perdió algo de su acento-, más que un adiós este podría ser un hasta luego. Sólo un descanso para él y Stewart, su novia dentro y fuera del set, para en unos años retomar la historia del vampiro Edward y la enamoradiza Bella que los hizo famosos alrededor del planeta. Es todo una broma, por supuesto, aunque el actor insista en preguntarle a Meyer, la creadora del fenómeno que redefinió la figura del vampiro como héroe romántico para las adolescentes -y no tanto- del siglo XXI, cómo continuaría el cuento. Pero el cuento terminó. O al menos terminará a mitad de noviembre, cuando la película llegue a los cines de todo el mundo. Claro que, entre este momento y ese que está por venir, todos los involucrados en el proyecto estarán ocupados recordando y haciendo balance del fenómeno que les cambió la vida.
“No me importa que me encasillen. No me molesta que los fanáticos de Crepúsculo me digan que les cuesta verme en otro papel. Eso quiere decir que logré mi objetivo. Además, este personaje me permitió acceder a un lugar inmejorable: me puso -nos puso- ante oportunidades increíbles. Trabajos soñados y desafíos que a mí siempre me interesó encarar pero que ahora ocurren con la aprobación de todo el mundo. Es fantástico”, se entusiasma Stewart, que, lejos de la fama de parca que le hicieron en Hollywood, habla largo y tendido, muy relajada en su lugar de estrella solicitada y conocida por todos. Sólo carraspea vergonzosa cuando las preguntas se centran en la escenas de sexo entre su personaje y el de Pattinson, que sufre el mismo ataque de incomodidad cuando alguien quiere saber qué se siente ser un sex symbol. La pareja, que suele aparecer sumamente molesta a través de las lentes de los paparazis, acá está a gusto, se animan al chiste interno y susurrado entre ellos pero frente a los periodistas de medio planeta, y la actriz hasta aprovecha para aclarar un malentendido. “Por algún lado escuché que Stephenie me quería pedir perdón por lo que este personaje le hizo a mi vida privada. Te pido, por favor, que ni se te ocurra pensar por un minuto que tenés que hacerlo”, le dice Stewart, completamente convencida de que a pesar del acecho de los chismosos y los fanáticos no cambiaría por nada del mundo la experiencia de haber sido, de todavía ser, Bella.
Especialmente ahora que le toca repasar los mejores momentos del recorrido que la transformó de promesa del cine independiente a una de las estrellas más taquilleras del cine. Recordará entonces que la primera impresión que le causaron sus coprotagonistas, Taylor Lautner y Pattinson, fue fuerte y duradera: “Sabía que eran los indicados. A veces te encontrás con gente en la vida con la que percibís que podés hacer cosas. Este fue el caso, sólo se trataba de aprovechar esa energía”.
Y para desmentir su fama de intensa, agrega -mirando a Pattinson y como si estuviera guiñándoles el ojo a todas las fanáticas que soñaron alguna vez con que el romance de Bella y Edward se volviera realidad-: “Además, la primera vez que lo vi me gustaron sus pantalones”.
Ese pequeño detalle que haría desmayar a muchas de las seguidoras de la saga que hace dos días hacen fila para tener el privilegio de participar en el último evento de Crepúsculo en Comic-Con, ya es pasado. Historia antigua, aunque falten cuatro meses para que se estrene la película y aunque a Stewart le esté costando dejarla atrás. “Ya hace tiempo que terminamos de filmar la historia, pero si mañana me dijeran que tenemos que rehacer algunas escenas saltaría: literalmente vibraría de la felicidad”.
LA NUBLADA SAN DIEGO
Ciudad costera, siempre soleada y de temperaturas agradables cortesía del océano Pacífico, San Diego decidió que su aspecto habitual, brillante y saludable, no servía para recibir a Tim Burton. Así, el jueves la tranquila ciudad que se transforma por completo cada vez que el circo de geeks ynerds desembarca en sus playas, se vistió de gris para la ocasión. Un cielo encapotado y algunas lluvias intermitentes prepararon el ambiente para la presentación de Frankenweenie , el film que es al mismo tiempo el proyecto más reciente del director de El joven manos de tijeras y uno de sus más antiguos trabajos. “En 1984, cuando trabajaba en Disney, dirigí este corto sobre un chico que decidía revivir a su perro muerto. Lo hice con actores porque como animador era malísimo. Esta película toma esa idea, pero ahora desarrollada en su mejor versión: en animación stop motion , 3D y en blanco y negro”, explica Burton a quienes llenamos los 6500 asientos del salón principal del centro de convenciones. No cabe un alfiler en el lugar, muestra de la capacidad de imaginar y crear del director. Por allí se pasea la novia fantasma de El cadáver de la novia , por allá dos Sombrereros Locos se disputan el honor de hacerle un pregunta a su ídolo y más acá, la trágicamente bella Lucy de El extraño mundo de Jack que se desespera por encontrar los anteojitos que le permitan ver los adelantos del film en todo su oscuro esplendor. En pantalla aparecen los niños-monstruo que Burton hace tan bien, protagonistas de un relato repleto de humor, ironía, una pizca de terror y toneladas de corazón que los estudios Disney estrenarán en octubre, apenas 28 años después de que el director los soñara por primera vez.
“Durante mucho tiempo, mis pesadillas tuvieron que ver con ir al colegio. Muchos de mis compañeros de clase inspiraron a esos extraños chicos que aparecen en la película. Otra fuente de inspiración fue la muerte de mi propio perro cuando era chico”, dice el director, al confirmar que el origen de tantas maravillosas rarezas es él mismo. El chico desgarbado que logró que San Diego se oscureciera un poco para darle la bienvenida.
Via | Via: Eclipse Saga
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