domingo, 11 de noviembre de 2012

Increíble Nota de la Saga Twilight & de Robert por el diario “La Nación” (Argentina)


La irresistible atracción de las largas historias, a propósito del capítulo final de Crepúsculo, que se estrena el jueves

Prueba de fuerza entre Jacob (Taylor Lautner) y Bella (Kristen Stewart); entre ellos, y a lo lejos, Edward (Robert Pattinson). Foto: Fox

Termina Crepúsculo , que es una saga. No cualquier serie de películas bajo el mismo nombre representa una saga, por más que el término se les aplique con demasiada flexibilidad a muchas trilogías y agrupaciones numerosas. Según la Real Academia Española, saga es un “relato novelesco que abarca las vicisitudes de dos o más generaciones de una familia”. Esos requisitos se cumplen con creces en Crepúsculo , también en El Padrino y no, claro, en la trilogía de los colores de Krzysztof Kiewslowski ( Bleu, Blanc, Rouge ). ¿Y en Harry Potter ? Se la llama saga, pero no es tan atinada la aplicación del término en el caso del niño mago, luego adolescente mago, luego joven mago.

Crepúsculo es una narración -como la de la mayor parte del cine de ficción que se estrena- intensamente novelesca. En su fundamental El arte de la novela , MilanKundera escribe: “El arte de la novela es el arte de la complejidad. Cada novela dice al lector: ´las cosas son más complicadas de lo que tú crees’. Ésa es la verdad eterna de la novela que cada vez se deja oír menos en el barullo de las respuestas simples y rápidas que preceden a la pregunta y que la excluyen”.

La verdad eterna de la novela, entonces, sería retrasar su resolución: mientras que en los cuentos la digresión es escasa, en las novelas los desvíos, las ramificaciones, lo que retrasa la conclusión son parte del aire que seduce. La saga Crepúsculo es una serie de novelas y también una serie de películas especialmente novelescas o, en sus momentos de menor vuelo, telenovelescas; y con más de una generación, aun con la dificultad que puede conllevar hablar de generaciones en familias de vampiros.

Con cuatro directores para cinco películas (el único repetido es Bill Condon, porque dirige las dos partes de la entrega final) y una gran cantidad de peripecias y cambios de clima, con transiciones desde intensas luchas feroces hasta escenas intimistas y hasta domésticas, es lógico que Crepúsculo sea una saga despareja.

También es cierto que hay decisiones torpes en algunas explicaciones -a veces, los personajes parecen no haber salido del papel- y otros desajustes, sobre todo en las tres primeras películas. Pero por sobre los defectos se impone una batería de atractivos nada desdeñable, como el basamento sólido en algo nuclear y apasionante: al amor adolescente, que se siente inmortal, se le presenta la posibilidad de ser realmente inmortal. Es un punto de partida de innegable astucia el combinar amor adolescente con inmortalidad vampírica: sensación de omnipotencia arremolinada por partida doble.

También son destacables la tensa diplomacia entre vampiros y lobos y la capacidad para relatar situaciones de seca crueldad. Éstas y otras virtudes generan una respetable potencia, sobre todo en la mejor entrega hasta el momento: la más melodramática, desmelenada, y segura -en su intensidad y en sus excesos-, Amanecer parte 1.

Seiscientos ocho minutos tardará, ya sumado el estreno del próximo jueves, la saga Crepúsculo en llegar a su final cinematográfico. Un poco más de diez horas se toman las cinco películas (tres simples y una doble, para adaptar cuatro libros) para contar la historia de Bella, Edward, Jacob y muchos otros. Muchas más horas, casi veinte, suma Harry Potter, con más libros como base. Los juegos del hambre (tres libros), de la que se estrenó la primera película este año, no será tan larga cuando se terminen todas sus versiones fílmicas. Y también será más corta que El Señor de los Anillos más El Hobbit.

¿Tienen algo en común estas sagas que definieron la última década y que mencionamos anteriormente? Tanto Crepúsculo como Harry Potter, El Señor de los Anillos y Los juegos del hambre, así como la veterana Star Wars, nos llevan a mundos extraordinarios.

Completamente otros universos paralelos como en Star Wars y El Señor de los Anillos, el futuro distópico en Los juegos del hambre, más cercanos pero con magia y hechicería como en Harry Potter, o uno más parecido al nuestro pero que cuenta, en el noroeste de Estados Unidos, con comunidades de vampiros y humanos lobos de exacerbado romanticismo. Así las cosas, no solamente es difícil hoy que una saga o una serie de películas se origine en el cine sin un éxito previo; es además poco probable que una saga “del mundo real”, como El Padrino, vaya a tener algún tipo de posibilidad. A no ser que Don Corleone se pelee con Drácula en un planeta muy, muy lejano..

Sangre nueva para Pattinson


Pattinson busca su propio camino.

Podría decirse que ya en los albores de su transformación en astro de fama global gracias al cine Robert Pattinson tenía a la vista y bien claros los costos que habría de pagar a la fuerza para darle correspondencia en la pantalla grande a un portentoso éxito literario. Así lo sugiere un paralelismo surgido del primer vistazo a su filmografía: Crepúsculo se estrenó en 2008 al igual que Little Ashes , un film pequeño e independiente rodado en España, hablado en inglés y jamás estrenado en los cines argentinos (se conoció por cable) en el que personificaba a un jovencísimo Salvador Dalí viviendo aventuras creativas y afectivas con sus contemporáneos Buñuel y García Lorca en la universidad. Pattinson tenía entonces 22 años.

No volvería a intentar algo parecido en los dos o tres años siguientes, vampirizado en sentido literal y simbólico por los dientes afilados de Edward Cullen. Por un buen tiempo quedó en todos la sensación de que el personaje le quitaba cada noche a su intérprete todo posible estímulo alternativo: el Tyler de Recuérdame y el Jacob de Agua para elefantes eran personajes sin sangre. Como si en vez de Pattinson fuese el propio Edward Cullen (incómodo, fuera de su mundo) quien aparecía en esos films.

Durante los últimos días, en las vísperas del lanzamiento mundial simultáneo del cierre de la saga (que también llegará aquí el jueves próximo) Pattin son habló de su amor por los perros, de sus canciones preferidas, de sus inseguridades y (un poco menos) de los agitados avatares de su vínculo amoroso con Kristen Stewart. Pero sobre todo se detuvo acontar que pasó dos años (entre los 23 y los 25) sumido en una depresión de la que sólo pudo salir gracias a David Cronenberg.

Otro paralelismo: la vida cinematográfica de Edward Cullen se cierra para Pattinson el mismo año en que interpreta a Eric Packer en Cosmópolis . Un personaje claustrofóbico que le brindó gran reconocimiento y que a la vez funciona, paradójicamente, como símbolo de escapatoria y válvula de salida.

Ese cierre (al que se suma el Georges Duroy de Bel Ami ) presagia nuevos comienzos. Pattinson será Lawrence de Arabia en Queen of Desert, de Werner Herzog, volverá a trabajar con Cronenberg en Maps of the Stars y maneja otros tres proyectos para 2013. Sangre nueva de aquí en adelante.


No hay comentarios:

Blog Widget by LinkWithin